por Enrique Núñez Montenegro

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por Enrique Núñez Montenegro

Tu empresa familiar puede pasar exitosa a las siguientes generaciones; pero cuidado con errores que puedes llegar a comentar. Yo les llamo también “trampas”.

Quienes fundaron y construyeron grandes empresas con su propio esfuerzo y sacrificio personal, saben lo difícil que es dejar en manos de “particulares” ese negocio que vieron nacer, criaron, alimentaron y vieron crecer.

Todo empresario desea que sean sus hijos quienes tomen la bandera y continúen la empresa. Es más, desean ver que esa empresa crecer aún más en manos de ellos. Sin embargo, quienes están por hacerlo, quiénes lo están haciendo y quienes ya lo hicieron saben que esto es mucho más difícil, más complejo y más doloroso de lo que quisiéramos.

Sin duda hay muchas trampas en este proceso. Reconocerlas a tiempo te puede ayudar a que esta transición sea exitosa.

Para empezar, debes aceptar que sí es cierto. Es una realidad y se han comprobado que la tasa de fracaso es muy alta. Al pasar de una generación a otra, muchas empresas exitosas fracasan o empiezan a decaer con el tiempo hasta desaparecer.

Una empresa de propiedad familiar, puede y debe pasar exitosa de primera a segunda generación, igualmente de segunda a tercera generación.

Un artículo de este tamaño no puede abarcar la complejidad de este problema, tampoco puede pretender presentar todas las trampas en que pueden caer los bien intencionados empresarios que tantos deseos tienen de ver sus empresas en manos de sus hijos y nietos. Aun así, les escribiré esto en dos partes y trataré de sintetizarlo lo más posible. Así que no olvides leer luego la segunda parte.

Les aseguro que he visto de todo en estos treinta años trabajando con empresas familiares, pequeñas y medianas. Muchas experiencias, la mayoría han sido muy positivas y tremendamente inspiradoras.

He tenido que escuchar a un “Arturito” diciéndole a su papá -el cual había fundado un negocio hace 15 años, que le permitió a este muchacho estudiar en las mejores universidades sin tener que trabajar-: “Papi, deja que hable don Enrique, tú no sabes ni de lo que estás hablando”.

Pocos de esos casos he tenido que presenciar, pero sí muchos como el de Kelly, “hija de papi”, que vivía una vida holgada sin mayores compromisos, enfrenta una situación que cambia su vida completamente. Su padre fundó una empresa comercial hacía 25 años, el negocio es pequeño, viene creciendo, muy rentable, tanto como para crear una buena economía familiar. El padre sufre una enfermedad terminal y Kelly, de pronto se convierte “por necesidad” en empresaria. Pero detrás de esa jovencita universitaria, había una líder impresionante. Tomó las riendas del negocio, obtuvo una maestría y con gran vigor, liderazgo efectivo y buenas decisiones logró que esa empresa llegara a ser diez veces más grande y exitosa que aquella que había recibido por parte de su padre.

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Retomando entonces el tema de las trampas, esos problemas y errores en que caen las empresas familiares: Te entregaré ahora algunas de estas trampas. En otros artículos más adelante te hablaré de otras y profundizaré en algunos aspectos de estas.

1. Empleo seguro para los hijos y su familia

Uno de mis clientes más exitosos, es una empresa propiedad de tres accionistas que NO son familia entre ellos, tomaron la decisión de NUNCA permitir que algún de ellos trabajara en la empresa. Lo decidieron un fin de semana cuando los niños, aún pequeños, corrían por el jardín y escucharon a sus esposas “disponer” las profesiones de cada uno para que cuando crecieran se incorporaron a la empresa.

Ellos visualizaron el panorama. Mantuvieron la decisión hasta el día en que vendieron la empresa, casi 40 años después. Nunca trabajó un hijo de ellos en la empresa, ni un familiar cercano.

No es lo que recomiendo a mis clientes, pero a ellos les sirvió.

Nosotros queremos que nuestros hijos sí trabajen en la empresa y que agreguen valor, que la hagan crecer con sus talentos y habilidades. He visto empresas heredadas a hijos que han sido mucho más grandes en la segunda generación, gracias a que estos hijos se capacitaron y entrenaron antes de incorporarse.

El problema de esta trampa comienza cuando los padres casi obligan a sus hijos a trabajar en la empresa, aunque a esos hijos no les interese, no les llama la atención o simplemente desean experimentar otras cosas.

Muchos padres incorporan a sus hijos “desempleados” en el puesto que sea, con tal de que no estén en la casa haciendo nada o con sus amigos gastando su dinero. Algunos de esos hijos simplemente, no consiguen empleo, así que la opción más fácil es llegar y pedir un espacio en la empresa.

Muchos de esos hijos crecieron en medio de riqueza que fue construida por sus padres, cuando ellos eran muy pequeños. Así que algunos de esos hijos no experimentaron las mismas carencias de sus padres. Estos hijos tienen acceso a mejores universidades, a estratos sociales más solventes; pero no todos ellos desarrollan los talentos que requieren asumir la dirección de una empresa.

Muchas culturas han hecho que desde niños, éstos hagan tareas de todo tipo, en los negocios, esa integración con el negocio hace que lo vayan incorporando a su estilo de vida y cuando son grandes, para ellos es natural trabajar en la empresa y asumir las tareas operativas o directivas de sus padres.

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Mi recomendación es: primero que los padres conozcan muy bien los talentos y habilidades de cada uno de sus hijos. Que trabajar en la empresa no sea considerado un derecho ya ganado, solo por ser hijo o familiar cercano. Ese hijo debe ganarse el derecho a trabajar en la empresa, porque tiene los talentos, el compromiso y las habilidades para asumir un puesto.

Recuerdo a Jorge, débil de carácter e indulgente, cuando en la Junta Directiva analizábamos los estados financieros y la pérdida mensual era de veinte mil dólares ese mes, sus ojos denotaban menos preocupación, él estaba en ese momento más preocupado pensando si su carro ya había sido lavado, porque estaba a punto de salir a almorzar. ¿Quién es el responsable de esto? No es el hijo, es el padre, quien lo coloca en un puesto para el que no tiene talento. Él era un buen vendedor y, una buena mañana, lo convierten en Gerente General.

Los hijos o familiares cercanos que deseen trabajar en la empresa deben ser ubicados en los puestos para los cuales se hayan ganado el derecho, por talento, por habilidad, por conocimientos o por entrenamiento.

Fuente http://www.gestiopolis.com/innovacion-emprendimiento-2/empresas-familiares-problemas-errores-trampas-en-su-administracion.htm

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Comentarios (1)

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