por Marta Muñiz Ferrer

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Un espacio para aprender que no es necesario ser una empresa grande para ser una Gran Empresa
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por Marta Muñiz Ferrer

Tradicionalmente se ha considerado que los recursos clave para emprender eran tres: una gran idea de negocio, un(a) emprendedor(a) con madera de líder y un magnífico plan de negocio. Algunos incluían un cuarto elemento: los recursos financieros. Sin embargo, desde que la alternativa del capital riesgo en sus distintas modalidades (business angels, seed capital, venture capital, …) se ha popularizado, hay más consenso en admitir que si se dan los tres primeros elementos no hay problemas en adquirir el cuarto. Otra cosa es que este acceso sea fácil, realista y que en España realmente tengamos de verdad opciones en todos los momentos del proceso de desarrollo del nuevo proyecto empresarial. Pero esto es otra discusión.

Volviendo a los tres recursos clave tradicionales, no cabe duda que son elementos indispensables para emprender. Lo discutible es que sean los factores clave del éxito. Hay muchos mitos en torno a la importancia de la gran idea, el carismático emprendedor y el magnífico plan de negocio en el desempeño real del nuevo proyecto.

¿Y si no hay demanda?

En primer lugar, tenemos que diferenciar entre idea de negocio y oportunidad de negocio. La idea puede ser brillante, muy innovadora e incluso dar respuesta a un problema tecnológico o de mercado. Sin embargo, estos atributos no son suficientes para que sea una idea con potencial de rentabilidad alto, ni siquiera que sea viable económicamente, sin mayores pretensiones. Para que la idea sea una oportunidad de negocio necesariamente tiene que traducirse en un modelo de negocio con potencial de rentabilidad a largo plazo.

Las razones por las que una gran idea no siempre se traduce en una oportunidad de negocio pueden ser varias: porque no existe la tecnología necesaria que permita desarrollar el producto/servicio; o existen, pero su coste exigiría precios demasiado altos; porque no hay una demanda real para la nueva idea o el mercado potencial interesado en la nueva propuesta no es económicamente rentable; porque atiende necesidades que ya están suficientemente satisfechas con sustitutivos que ofrecen una mejor relación calidad precio, etc.

De hecho, nos encontramos muy a menudo con ideas que no son tan disruptivas e innovadoras y que, sin embargo, sí son grandes oportunidades de negocio porque atienden una necesidad no satisfecha, mejoran la propuesta de valor actual, simplifican o mejoran procesos…En definitiva, permiten hacer mejor las cosas, lo que se traduce en una oferta más atractiva para el mercado o en un mayor margen para la empresa (o ambas).

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En consecuencia, antes comenzar a destinar recursos para desarrollar el nuevo proyecto, hemos de analizar su viabilidad, comercial y operativa, y asegurarnos de que realmente estamos ante una oportunidad de negocio.

En segundo lugar, no cabe duda de que el desarrollo de un nuevo proyecto empresarial no es posible sin la figura de un(a) emprendedor(a) que lo lidere. Son muchos los estudios que han intentado definir el perfil del emprendedor y dar respuesta a la cuestión de si el emprendedor nace o se hace. Lo cierto, es que no se ha encontrado un único perfil psicológico de emprendedor(a), pero sí algunas características comunes en l@s emprendedor@s de éxito: compromiso y determinación; capacidad de liderazgo; sentido de la oportunidad; tolerancia al riesgo, la ambigüedad y la incertidumbre; creatividad,  autonomía y adaptabilidad; búsqueda de superación y coraje.

Cómo suplir las carencias

Nótese que, fundamentalmente, se trata de capacidades necesarias para tolerar bien la incertidumbre y la presión, buscar soluciones a situaciones complejas, adaptarse al cambio y no ceder ante las dificultades. Esto es así, porque emprender es, de acuerdo con la Real Academia de la Lengua: “acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro” y “tomar el camino con resolución de llegar a un punto”. Visto así, es evidente que no todo el mundo tiene la suerte de contar con estas capacidades y, al tiempo, transmitir confianza y contagiar la ilusión.

Puede observarse, sin embargo, que entre los factores clave del emprendedor ideal no aparecen capacidades técnicas concretas ni capacidad de gestión y, sin embargo, es evidente que ambos tipos de capacidades son fundamentales para que una idea de negocio acabe convirtiéndose en un negocio. De ahí que, de nuevo, el elemento clave emprendedor es necesario, imprescindible, pero no suficiente para el éxito si no cuenta con un equipo que garantice la capacidad de ejecución del proyecto.

La buena noticia es que, gracias a que existen profesionales con capacidades técnicas y de gestión, el emprendedor podrá suplir sus carencias formando un equipo con perfiles complementarios. El reto es, en este caso, triple: diagnosticar qué capacidades necesitamos, aceptar que no las tenemos e involucrar a las personas adecuadas en él.

Por último, el plan de negocio que, utilizando una frase ya típica en el mundillo del emprendimiento, “estará obsoleto según salga por la impresora”. Entonces, ¿no merece la pena hacer el plan de negocio? ¡¡¿no sirve para nada?!!… No seré yo quien responda afirmativamente a estas preguntas, aunque haya visto muchos planes de negocio que, efectivamente, no sirven para nada. Un plan de negocio BIEN hecho es fundamental pero teniendo clara cuál es su utilidad.

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Mejor dicho, cuáles son sus utilidades, que básicamente se pueden resumir en: primero, validar la oportunidad de negocio y convencer al emprendedor y su equipo de que merece la pena seguir adelante; segundo, convertirse en el instrumento de gestión del proyecto para calcular las necesidades de caja, entender los efectos sobre ventas, costes y márgenes de variaciones en las variables clave del modelo de negocio e identificar las desviaciones en la consecución de los objetivos para, con todo ello, corregir, modificar y adaptar el plan a la realidad del negocio; tercero, servir de herramienta de marketing para convencer de la oportunidad del negocio a potenciales inversores, socios y miembros del equipo.

Por tanto, no hay gran idea de negocio si no existe una oportunidad de negocio, ni emprendedor capaz de llevar a cabo un proyecto sin el equipo adecuado, ni plan de negocio que sea definitivo. Siendo estos los factores clave para el éxito, además, necesitaremos los recursos financieros para realizar las inversiones necesarias. Pero el dinero, inteligente o no, es sólo dinero.

Autora: Marta Muñiz Ferrer. Directora de la Cátedra de Internacionalización Empresarial, Diversidad y Desarrollo Profesional de la Universidad Pontificia Comillas

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