por Marcelo Lorenzo

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Un espacio para aprender que no es necesario ser una empresa grande para ser una Gran Empresa
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por Marcelo Lorenzo

– ¿Cuándo hablamos de “emprendedor” de qué estamos hablando? ¿Acaso es aquel que llamamos “cuentapropista”?

Pablo Sela:- Se trata, en realidad, de un término polisémico. Emprendedor tiene un montón de significados, y esto generó no pocos problemas instrumentales. Si uno va al diccionario, emprendedor es quien emprende acciones azarosas. Pero es una definición muy amplia.

– ¿Y entonces?

– Quienes trabajamos en esto en general venimos de una lógica que tiene que ver con lo económico, digamos, con lo cual suscribimos la idea de Joseph Schumpeter, quien se centró en la figura del empresario como emprendedor, como innovador.  Se habla, en esta acepción, de espíritu empresarial, de espíritu emprendedor. Convengamos que en realidad emprendedurismo es una bolsa demasiado grande, que incluso supera la categoría de empresario. Hay muchas cosas metidas en esa bolsa. Lo que sí es bueno es que en la sociedad existan los emprendedores, con el concepto más amplio posible.

Es decir, gente que no esté conforme con lo que hay y que intente cambiarlo de alguna manera. Esa es la acepción más amplia. Y es bueno en general que exista esa gente. En particular nosotros, que trabajamos con Incubadoras de Empresas, Parques y Polos Tecnológicos, hablamos de aquella gente que no está conforme con lo que hay, qué hace algo para cambiar las cosas. Pero ese algo tiene que ver con crear una empresa. Ésa es la especificidad que nosotros le damos. Ahora, para crear una empresa primero la persona tiene que estar dispuesta a transformar su realidad. Es alguien que está convencido de que va a encarar una tarea que nunca es fácil. Eso es siempre contrasistémico. Crear una empresa nueva es romper con lo establecido.

– Algunos creen que la Argentina es una sociedad rentista…

– ¿En qué sentido?

–  En que estamos esperando a ver cuál es la próxima renta que venga y nos haga zafar. De ahí la expresión “vaca atada” (por la ganadería).

– Uno en general tiene un conjunto de cosas que lo motivan. De hecho los estudios, y no solamente en Argentina sino en varios lugares del mundo, ubican a la cuestión de la renta económica en tercer o cuarto lugar. No es el factor más fuerte para que alguien inicie una empresa. Está siempre presente, claro, la intención de generar ingresos para vivir. Pero es más fuerte la autonomía y la independencia que el hecho de lo que uno puede ganar. Evidentemente lo que uno puede ganar tiene que ver con la posibilidad de ser autónomo. Todo eso juega. Evidentemente tiene su importancia pero no está en línea como se lo podría imaginar a priori.

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– ¿Qué cosas hacen que un país sea emprendedor?

– Hay condiciones de contexto que favorecen la propensión a crear una nueva empresa. Por ejemplo, las condiciones de cultura, los mercados de factores, la disponibilidad de recursos, una estructura productiva pujante. Eso genera en general cierta propensión y ciertos espacios para que las nuevas empresas, los nuevos emprendedores puedan prosperar. Aunque esto no es algo determinístico en absoluto. Si bien se podría hacer un gráfico de las variables que inciden para que una sociedad equis tenga mayor propensión a crear nuevas empresas, la verdad es que no funciona en todos lados igual. De hecho hay estudios que dicen que en general la pobreza extrema, por ejemplo, incita a crear nuevos emprendimientos. Pero también una situación de estabilidad incita a crearlas.

– ¿Cómo catalogaría a los argentinos, en este frente? 

– Creo que la respuesta la tenemos a partir de lo que ha pasado durante la crisis. Argentina ha sido un país que ha matado empresas durante la década del ‘90. Hoy ese saldo es positivo. Ahora, esto no funciona en forma universal ni para todos los sectores. Hay sectores que a la luz de cierto crecimiento han tenido mayores posibilidades. Lo nuestro es precisamente trabajar allí donde las posibilidades tal vez no estén tan claras. En particular aquellos emprendimientos que tienen que ver con la intensidad del conocimiento, fundamentalmente porque ahí hay posibilidades de agregación de valor.

– ¿A qué se refiere?

– Contaba en el curso que cuando hace diez años les preguntábamos a los alumnos sobre el emprendedurismo, aparecían los nombres de Tinelli, Pergolini o Suar. Eso es lo que estaba en la cabeza de todos. Hoy, sin embargo, cuando uno hace esa misma pregunta ese abanico de posibilidades es más grande. Hoy la gente empieza a pensar en un familiar que es tornero, por ejemplo, y puede ser considerado emprendedor. Hay condicionamientos culturales negativos, por otro lado, que conspiran contra la cultura empresaria. Como aquel estereotipo del empresario pasando las vacaciones en Punta del Este mientras los operarios de su fábrica no logran cobrar la quincena (…)  Cuando hablamos de emprendedores nos remitimos a la empresa naciente, que empieza. Casi siempre una empresa arranca siendo pequeña, y su trayectoria depende de un montón de factores.

– A veces perdemos de vista que las grandes empresas, ya consolidadas, han surgido como emprendimientos.

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– Es cierto. Y es difícil determinar en qué momento dejaron de ser una idea innovadora para transformarse en una empresa. Las ideas germinan hasta transformarse en un organismo más grande. Al principio eran un esbozo de algo. Es muy difícil encontrar un momento donde decir: “ahí nació la empresa”.

– El mercado suele ser un sitio en el cual no todos tienen las mismas condiciones, hay grandes y pequeños jugadores.

– La gran empresa como concepto hace uso de la economía de escala. Coca- Cola, por ejemplo, puede vender al precio que vende porque es grande, porque distribuye sus costos fijos en todo el mundo. Y puede invertir en publicidad porque distribuye esa inversión en muchas unidades, con lo cual su costo unitario es distinto. Hay razones económicas que explican, digamos, el uso de la economía de escala. Un supermercado que define condiciones para que sus proveedores le vendan, también hace uso de economía de escala. Los chiquitos no tienen esas posibilidades. O son innovadores o encuentran un nicho al cual servir, o sus posibilidades de supervivencia son muy pocas. Es decir, no tienen más remedio que innovar en algún aspecto. Imaginemos que tengo un kiosco, pero a la vez hay un competidor: algo tengo que hacer para que me compren a mí.

– ¿Ahí hay innovación, propiamente?

– Es una perspectiva amplia del concepto. La innovación no tiene que ver con el gran descubrimiento. Tiene que ver con hacer algo distinto. Es conectar con la necesidad de mi cliente. Y a lo mejor una pequeña variante hace la diferencia. Vuelvo al ejemplo del kiosco. Que esté en la esquina o que esté a la mitad de la cuadra puede hacer que a uno le compren o no. Se trata de entender las motivaciones del consumidor, las decisiones de por qué compra. Entender qué necesita y a partir de allí puedo adecuar mi producto o servicio. Eso es innovar. Innovación, por supuesto, puede implicar desarrollar una nueva forma de hacer algo, con incorporación tecnológica y conocimientos. Es importante recalcar que la innovación pasa a ser una cuestión de supervivencia, en un mercado que se vuelve cada vez en más competitivo.

– ¿Cree que es importante difundir la actitud emprendedora?

– Sin dudas, y esto a pesar de que la cultura, como sistema de conductas y creencias, es difícil de torcer. Esta actitud debe inculcarse, creo, en los colegios. Y el tema debe ponerse sobre el tapete. Es importante reflexionar sobre las cosas que uno hace. Hay que saber aprender, por ejemplo, de los fracasos. Es más, creo que si no se fracasa no se aprende. La vida es ensayo y error. En cualquier orden de la vida, uno se equivoca. Lo importante es saber qué pasó y cómo puedo corregirlo. La idea de éxito o de fracaso no deja de ser una idea relativa. El tipo al que le fue mal en un negocio no es un paria. Es alguien que se equivocó y nada más y tiene que hacer las cosas de nuevo. De hecho, es práctica entre los inversores de riesgo no financiar al que no conoce la experiencia del fracaso. Premian al que se recuperó de la adversidad y sigue adelante con un nuevo proyecto.

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Pablo Sela – Titular de la Asociación Argentina de Incubadoras de Empresas, Parques y Polos Tecnológicos (AIPyPT), Pablo Sela estuvo en Gualeguaychú invitado por la Corporación del Desarrollo. Aquí el diálogo que mantuvo con ElDía. 

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