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Profesionalización en la toma de decisiones en la Empresa Familiar: crecer es una obligación.

por Pablo Otero

Cuentan de un empresario que un día…
…tan pocas inquietudes tenía, que solo se sustentaba de antiguas rentas que cobraba.
– ¿Habrase -entre sí decía- algún empresario más pobre y triste que yo?
Y cuando el rostro volvió, halló la respuesta viendo, que otro empresario vendía a clientes a quienes él no vendió.
A veces, y sobre todo en momentos de crisis económica, como el que nos toca vivir en este momento, los empresarios se ven obligados a dar un paso hacia delante y tomar decisiones estratégicas que probablemente sean vitales para la supervivencia de sus empresas. Decisiones sobre procesos productivos, decisiones laborales, decisiones comerciales, decisiones, decisiones, decisiones…
No es fácil, pero como buenos empresarios, que lo son la gran mayoría de los que integran la que podríamos denominar “pequeña y mediana empresa familiar”, deben hacerlo.
¡¡Es su obligación!!
Y para tomar estas decisiones es importante no solo rodearse de gente con criterio, sino darles la confianza suficiente para que puedan desarrollar su trabajo, y de este modo aportar la información necesaria para la toma final de esas decisiones, que siempre será, ténganlo muy claro, del propio empresario.
Sin ir más lejos, el otro día hablaba con un amigo, y empresario familiar, que expresamente me decía que él era un “hombre renacentista”:
– “Yo no necesito más información de la que tengo para tomar mis decisiones, es que lo quiero hacer yo todo porque soy el que mejor lo hace”.

– ¿Estas seguro? ¿Y cuando tú no puedas estar? – le preguntaba yo.

Recordé que en otra ocasión, comiendo con otro empresario, éste nos decía que él era consciente de que había muchas cosas en su empresa que se podían mejorar, pero para ello debería tomar una serie de decisiones, y no le interesaba:
– “A mi ya me va bien así, para qué me voy a complicar la vida”- decía.
Prefería no crecer y seguir como hasta entonces. De nuevo la palabra decisiones se cruzaba en su camino.
Lo que el aún no sabía -o no quería terminar de saber- es que no seguir creciendo, en un entorno empresarial como en el que actualmente vivimos, es sinónimo de estancamiento, y finalmente de retroceso.
La correcta toma de decisiones por parte del empresario debe ir siempre acompañada de una serie de argumentos que respalden la decisión adoptada. Estos argumentos, en la empresa familiar, siempre deben basarse en la información obtenida, real y medible, del funcionamiento de la propia empresa. Y es obligación del empresario establecer los procesos adecuados para la obtención de esa información.
Esta profesionalización en la toma de decisiones será la que permitirá minimizar el riesgo y optimizar la decisión adoptada. ¡¡¡La decisión es vuestra!!!
Autor Pablo Otero

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