Por Mario Cantalapiedra

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Un espacio para aprender que no es necesario ser una empresa grande para ser una Gran Empresa
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Resulta muy humana la tendencia de sobrevalorar las cosas por su tamaño, lo más grande acostumbra a considerarse sinónimo de lo mejor. Tener una gran casa, un gran coche o, cómo no, atesorar una gran fortuna son evidencias que reflejan el éxito, tal como éste se concibe en nuestra sociedad. Esto es algo que, por supuesto, es extrapolable al mundo de la empresa, de tal modo que es difícil encontrar jóvenes cuyo anhelo último no sea el de trabajar en empresas de gran tamaño.

Lo normal es que quieran ser contratados por multinacionales, que son bien conocidas por todos y copan los anuncios en los distintos medios de comunicación. Sin embargo, la mayoría de ellos lo más probable es que terminen desarrollando su actividad laboral en pequeñas y medianas empresas.

Y esto no es algo que lo diga yo sin más, sino que realmente lo corrobora la composición real del tejido empresarial. Según los datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), a través de su Directorio Central de Empresas (DIRCE), en España, a 1 de enero de 2014, existían 3.119.310 empresas, de las cuales más del 96 por ciento del total no alcanzaban los 10 trabajadores en plantilla. No es ya que las empresas españolas sean pequeñas, sino que se catalogan dentro de lo que se conoce como microempresas, al no alcanzar siquiera la cota de 10 trabajadores. Pues bien, es muy probable, tal como comentaba, que tarde o temprano terminemos trabajando en una empresa de pequeña dimensión.

En este sentido, es cierto que las pymes tienen una serie de inconvenientes comunes que suelen limitar su desarrollo y competitividad, la mayor parte de los cuales suelen asociarse a su menor tamaño. Pero también gozan de una serie de ventajas que deben darse a conocer; se trata, por tanto, de ver el vaso medio lleno, por lo que trataré de mostrarte algunas de ellas a continuación:

En primer lugar, me gustaría destacar la proximidad al cliente. Piensa que para una pyme es más sencillo que para una gran empresa acercarse al cliente, identificar sus necesidades y deseos.

Las pymes también suele caracterizarse por su facilidad de adaptación a entornos cambiantes del mercado y a los ciclos económicos, aunque es bien cierto que con la crisis tan terrible que hemos vivido, muchas de ellas no han podido hacerlo, pero tampoco grandes empresas lo han logrado. No obstante, aquí me refiero a que las pymes, debido a su menor complejidad organizativa, pueden adaptarse a los cambios de entorno en poco tiempo, tomando decisiones con rapidez. Sí, es lo que estás pensando, los pequeños mamíferos sobreviven mientras los dinosaurios van a la extinción.

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En las pymes es más sencillo tener una visión global del negocio y conseguir un desarrollo integral de las personas que trabajan en ellas. En una empresa de reducida dimensión, Paco es Paco y todo el mundo conoce a Paco, no es el empleado “x” del departamento de negocio internacional de la división de extranjero.

Las pymes tienen mayor capacidad de generar empleo por unidad de capital empleada. Realmente este tipo de compañías, más allá de que sean las más numerosas en términos absolutos, son también los verdaderos motores de creación de empleo dentro de la economía, de tal modo que soy de los que piensan que podremos hablar de recuperación “real” cuando las pymes vuelvan a tener tasas de contratación similares a las que mantenían antes de la crisis, aunque, de momento, no me sienta capaz de aventurar cuándo se producirá este feliz hecho.

Por otro lado, las pymes son la solución adecuada para los espíritus emprendedores, donde nuevas ideas pueden cobrar forma. Más allá de que en nuestro país estemos asistiendo a la aparición de emprendedores por verdadera vocación o por estricta necesidad, que sinceramente creo que hay tanto de lo uno como de lo otro, estos deberán articular su actividad inicial a través de la fórmula de una pequeña empresa.

Por último, considero que para las pymes cobra especial importancia la existencia de un mercado globalizado y abierto, donde la dimensión empresarial pierde peso a favor de elementos tales como la innovación y el desarrollo de las nuevas tecnologías. Las nuevas formas de organizar la actividad empresarial que están apareciendo como el trabajo colaborativo, donde distintos participantes en un proyecto colaboran en su realización, parecen tener mayor sentido en un entorno de pequeñas y medianas empresas.

No quiero desperdiciar la oportunidad de acabar este post haciendo referencia a la siguiente cita del poeta y filósofo alemán del siglo XVIII, Friedrich Leopold von Handerberg, apodado Novalis: “Cuando veas un gigante, examina antes la posición del sol, no vaya a ser la sombra de un pigmeo”.

Pues eso, lo grande no tiene por qué ser necesariamente sinónimo de lo mejor, tampoco en el mundo de la empresa.

Autor  Mario Cantalapiedra (@mcantalapiedra)

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