Aunque existe cierta confusión sobre los términos, Carlos Barranco ya dejó muy claras las diferencias entre pymes y startups en este post, que he resumido en este cuadro:

Cuadro Fanego

Ahora que ya tenemos claras las diferencias, ¿qué puede aprender una pyme de una startup?

Ambiciones globales

Con un mercado interno que no está pasando por su mejor momento (siendo políticamente correcto), pensar en cómo vender u ofrecer servicios fuera de España (o, al menos, de nuestra ciudad) tiene todo el sentido del mundo.

Esto que es tan fácil de decir no resulta tan sencillo. Si eres una empresa de servicios, ¿”viaja” bien lo que ofreces? ¿Quiénes son tus competidores fuera? Si eres un producto: ¿dónde tendrías que exportar? Son preguntas muy complejas que ya se han tratado en otras ocasiones por aquí.

Ligereza

Ligereza en el sentido de lean. Pasar del esquema de lanzar el producto o servicio, tras un desarrollo y planificación completa, a uno en el que lancemos un producto mínimo viable, aprendamos, mejoremos y volvamos a la carga 

Lanzar una beta o un borrador no quiere decir que seas un chapuzas: simplemente eres prudente. Este post que escribió Cesc Vilanova aquí mismo es realmente revelador: los esfuerzos por aprender lo que quiere el consumidor deberían ponerse al principio, no cuando es demasiado tarde.

Cerca de mi casa rehabilitaron unos conocidos cines para convertirlos en un gimnasio. Antes de abrirlo, tenían una web con preinscripción a precios especiales (para testar la demanda y financiarse) y todo el desarrollo del negocio ha seguido pasos que responden a los principios lean startup. Podrían haber fracasado, claro, pero al menos se habrían gastado menos.

Basar las decisiones en datos

Muy relacionado con lo anterior: el instinto es importante, pero si estamos recogiendo datos, usémoslos. Muchas veces se puede argumentar que “no tenemos fuentes de datos”, pero suele ser mentira. Como mínimo tendremos los de facturación o las personas que entren a nuestra tienda, las llamadas que recibamos… No todo tiene que ser online.

Es más una forma de pensar: sentarse, mirar los números, decidir de forma un poco más desapasionada.

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Cultura

Este es un tema más “complejo” de hacer entender. Al fin y al cabo, todo el mundo quiere vender fuera o ser más eficiente al lanzar un nuevo producto, pero ¿cómo se transmite el valor de la cultura?

¿Qué es la “cultura”? Recurrir a la Wikipedia aquí es un poco aburrido (pero interesante). Aunque hay muchas visiones, dejémoslo en que se trataría del conjunto de valores que define a tu organización. Muchas pymes ignoran este apartado. O, si tienen una dimensión suficiente, contratan a alguien de Recursos Humanos para que imprima unas camisetas con lemas corporativos (con suerte esas camisetas servirán de pijama).

Pero contar con una cultura fuerte tiene muchas ventajas:

  • Fideliza a los empleados.
  • Disminuye costes de control.
  • Incrementa la productividad.

Y exige algunos sacrificios, claro: evitar burocracia absurda, ceder parte del control o escuchar a los trabajadores (si esta última parece un sacrificio, vamos mal).

Visión de largo plazo

El otro día iba por la calle de camino a casa cuando me ofrecieron probar unos churros con azúcar. Casi me lo rogaron. Decliné amablemente (quiero mantener la figura, ya sabéis), pero me llamó la atención ver que nadie, absolutamente nadie paraba. Casi huían de las calorías.

Dos calles más abajo me ofrecieron unas golosinas orgánicas, las tenían vegetarianas, sin gluten y todo ese tipo de cosas tan cool. Paré y compré. La gente paraba y probaba (o entraba a comprar).

Dos comercios de barrio (aclaro que me refiero al centro de Madrid), uno casi al lado del otro: uno ha estado pendiente de la evolución de los hábitos de consumo (parece que si no eres runner y cuidas tu dieta, no eres nadie) y el otro no. En realidad, las golosinas también engordaban, pero te hacían sentir mejor.

¿A qué viene esto?

Pensar en el largo plazo en ciertos entornos se percibe como “ser poco práctico”, al fin y al cabo hay que llegar a fin de mes. Es evidente que las presiones del día a día son muchas y hay que resolverlas, pero no se puede perder de vista el horizonte: el mercado cambia, los hábitos de consumo evolucionan y podemos quedarnos sin negocio.