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“No cabe duda de que es necesario reinventarse cuando las circunstancias cambian”

por Juan Pablo Ferrin

Contactar a la consultora estratégica, de formación y coaching, Rosa María Arroyo Pérez, significó un placer desde el comienzo por lo simple y cálidas que resultan sus palabras. Dialogamos con ella logrando que las preguntas y respuestas sean generadores de nuevos y estimulantes interrogantes.

Las respuestas de Arroyo Pérez abrieron las puertas a la posibilidad indispensable de pensarnos con una  “percepción realista y objetiva” de nuestras carencias y oportunidades.

La pregunta obligada es ¿qué es el coaching humanista y en qué se diferencia de otras ramas de coaching?

El Coaching Humanista es una rama del coaching que interpreta al ser humano como un todo, acentuando su aspecto existencial y centrando la atención en su capacidad de elegir el pleno desarrollo del potencial interno, comenzando por la toma de consciencia de su estado interior, canalizando una búsqueda hacia la autorrealización del individuo en los diversos planos de su existencia, a través de un acompañamiento no directivo, sino basado en el cliente y dando protagonismo a sus recursos y priorizando sus necesidades.

El Coaching Humanista surge de la mano de Timothy Gallwey (El juego interior) y John Whitmore (Performance Consultants). Se basa en la Psicología Humanista (movimiento filosófico que surge en los años 50-60) siendo los artífices de su consolidación Abraham H. Maslow (Pirámide de las necesidades) y Carl R. Rogers (Counseling and Psychotherapy).

Mientras otras modalidades de Coaching se basan en la intervención y el adiestramiento como resortes fundamentales de sus procesos, la gran diferencia de estas modalidades con respecto al Coaching Humanista, consiste en la responsabilidad y libertad que éste nos otorga sobre nosotros mismos, como los mayores conocedores de nuestras propias necesidades y que se manifiesta en varios aspectos de esta disciplina:

1)      Descubrir el nivel de consciencia en el que nos reconocemos.

2)      La introspección como punto de partida en la fase de autoconocimiento.

3)      El análisis de nuestros referentes históricos, culturales, medioambientales, sociales, culturales, familiares etc. para una mejor comprensión de nosotros mismos y de la influencia histórica y del entorno que han determinado en gran medida nuestra personalidad y circunstancias.

4)      La capacidad de establecer acciones concretas que nos conduzcan a una mayor sensación de libertad, como necesidad fundamental.

5)      El desarrollo de la propia voluntad como artífice de la consecución de nuestros objetivos.

6)      La autorrealización en todos los aspectos del ser humano.

7)      El descubrimiento y la liberación de nuestro potencial consciente e inconsciente.

8)      La búsqueda del sentido mismo de la existencia y la alineación de nuestras actuaciones con dicho sentido.

Todos ellos forman parte fundamental de la filosofía tanto del Coaching como de la Psicología Humanistas.

Una vez que nuestro potencial sea conocido y manifiesto, lo pondremos libremente al servicio de la consecución de nuestros objetivos desde la coherencia y la alineación personal, siendo los principales impulsores la acción y el compromiso.

Usted habla en un artículo sobre lo riesgoso de “hipotecar la vida” (incongruencia entre sentir, pensar, decir y hacer). Según su criterio, quienes actualmente están hipotecando su vida lo hacen como consecuencia ¿de “no querer ver errores” o falta de “preparación” para entender dicha incongruencia?

Para responder a su pregunta me baso fundamentalmente en la experiencia a través de los procesos de coaching que he facilitado, tanto en el entorno organizacional como en el coaching personal.

La incongruencia es la ausencia de coherencia, es contradictoria y no responde a la lógica. Hipotecar la vida siendo incongruentes, nos conecta con estados de profunda insatisfacción, con la pérdida del sentido mismo de la existencia en algunos casos, y nos conduce a una espiral de actitudes cada vez más lejos de estar alineadas, unas justifican a otras y así sucesivamente.

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“Mirar para otro lado” ante situaciones que nos producen conflicto por incongruentes con nuestra propia esencia, va a depender en gran medida de la escala de valores de cada uno de nosotros. La única forma de provocar el cambio sería tomando consciencia del perjuicio que esto supone para nuestra proyección y desarrollo humanos y para el de nuestro entorno, y también ser conscientes del coste de oportunidad (aquello bueno a lo que estamos renunciando) por no atreverse a afrontar la vida quizás no desde el lado más cómodo pero sí desde el más satisfactorio, equilibrado y responsable. Hay personas que conscientemente “no quieren ver”.

Probablemente muchos de los que actualmente están hipotecando su vida, lo hagan de forma absolutamente inconsciente. La sociedad actual sigue demandando personas con una tremenda capacidad de improvisar diferentes líneas de comportamiento en función de las necesidades o intereses del momento, hasta ahí todo bien. El problema es cuando esas necesidades se vuelven prioritarias o contradictorias frente a las necesidades emocionales, los valores y los sentimientos de cada uno… es en este punto cuando aparece el conflicto.

Muchos no se han curtido en el mundo del autoconocimiento y el desarrollo personal. No se conocen a sí mismos y nunca han reflexionado acerca de cuestiones como su misión de vida, sus valores o la identificación de sus emociones. Actúan por lo tanto de forma irreflexiva e impulsiva, quizás dejándose llevar por factores externos o puede que condicionados por lo que consideran importante o necesario sin reparar en el precio que han de pagar por ello. Suelen ser personas infelices, el precio de la hipoteca es muy alto pero no son conscientes de ello y pueden pasar así la vida entera. Son los aparentemente felices con una gran insatisfacción interior. Son susceptibles de descubrir cambios transformadores porque su situación proviene del desconocimiento y la falta de visión.

Usted menciona en Cuando la necesidad aprieta que los libros de autoayuda y autoconocimiento se han disparado producto de la situación social y económica. Como regla general estas publicaciones plantean ideas tales como “si quieres puedes”, “si lo puedes soñar, lo puedes cumplir”, etc. ¿cuáles son las consecuencias de estos pensamientos livianos que no reparan profundamente en el esfuerzo y el conocimiento para lograr los objetivos?

Esta cuestión bajo mi punto de vista es comparable a la situación que se ha creado con las llamadas burbujas inmobiliarias (sobrevalorados y que no responden a las expectativas creadas, depreciándose sustancialmente en el medio plazo).

No cabe duda de que es necesario reinventarse cuando las circunstancias cambian y las salidas profesionales y económicas se ven seriamente perjudicadas. Los procesos de reinvención llevan equiparado un intenso entrenamiento para la automotivación y todo ello parte, indudablemente, del autoconocimiento. Conocer nuestra situación de partida: necesidades, capacidades, habilidades, carencias, recursos, áreas de mejora… etc. Todo ello en la medida adecuada es positivo, necesario y probablemente un acicate para mejorar nuestra disposición e incluso los resultados de las decisiones que podamos tomar en aras a mejorar la situación sobrevenida.

El peligro de sobrevalorar los resultados, creando falsas expectativas, que podemos obtener tras haber leído libros de autoayuda y autoconocimiento es muy alto. Muchas personas posponen decisiones necesarias o eluden asumir la responsabilidad de su situación, porque toman al pie de la letra lo que algunos de estos libros predican con mensajes que los liberan de asumir la responsabilidad de su situación, creando falsas expectativas como que las cosas pueden cambiar solamente con la intención o la visualización, denostando el procedimiento, la disciplina, la formación, el esfuerzo y el afán de superación en pro de una actitud pasiva, ensoñadora y muy cercana a la autocomplacencia. Normalmente esto provoca inmovilismo, frustración y desencanto al cabo de un tiempo.

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Los objetivos no se cumplen por sí solos, por muchos libros de autoayuda y autoconocimiento que podamos leer. Es necesario pasar a la acción bien diseñada, con un objetivo claro y una estrategia potente, determinando tácticas intermedias y midiendo el cumplimiento regularmente para establecer posibles medidas correctoras en el caso de ser necesarias, utilizando los recursos disponibles, y desarrollando habilidades que todo plan de mejora necesita combinar, con el acompañamiento de un profesional capacitado preferiblemente.

Es necesario entender el verdadero alcance de estas aportaciones que, en gran medida, aseguran que uno es capaz de cualquier cosa que se proponga con sólo soñarlo y visualizarlo, entiendo que esto dispare las ventas y sea un buen argumento comercial que utilizan las editoriales aprovechando la coyuntura actual, pero con todos mis respetos, no son realistas.

¿A qué se debe que cuanto más se insta a las personas a descubrirse a sí mismas surgen más profesionales que ofrecen sus servicios a las organizaciones para estandarizar a los recursos humanos? ¿Existen desventajas para las organizaciones de contar con recursos humanos conscientes de sus aptitudes y actitudes individuales?

Existe todo un universo acerca de la conveniencia o no de estandarización en materia de recursos humanos.

La nueva tendencia en las empresas es a “reclutar talentos”. Dirimiendo sobre esta cuestión, el capital humano suma más valor cuanto mayor sea el nivel de desarrollo de sus capacidades y habilidades. La combinación proporcional de ambas delimitará las funciones para las que la persona se encuentra preparada o bien el tipo de formación o entrenamiento que necesita para su adaptación al puesto de trabajo.

El talento humano requiere de planificación, desarrollo, coordinación, organización y capacitación, en sus aspectos técnicos y transversales. Al mismo tiempo, los equipos alineados que aportan sentimiento de identificación corporativa o el llamado “orgullo de pertenencia” aportan un plus extraordinario a las organizaciones, convirtiendo un mero equipo en un equipo de alto rendimiento.

Es del todo imposible contar con equipos que cumplan estos requisitos, si a su vez no fueran personas realmente conscientes de todas sus actitudes y aptitudes. La excelencia se alcanza a través de procesos de desarrollo y toma de consciencia y para ello es necesario que nuestros profesionales sean conscientes en el amplio sentido de la palabra. Los líderes actuales tienden a profesionalizar el conocimiento de sus equipos y promueven e inspiran las iniciativas internas en pro del proyecto corporativo, llamadas también intraemprendimiento.

También decir que la mayoría de las empresas no llevan a la práctica políticas de autonomía y desarrollo de habilidades en disciplinas transversales para sus empleados, aunque en este punto, podríamos volver su pregunta anterior acerca del “no querer ver”.

La actitud de “Tirarse a menos” es, sin dudas, un problema para las personas, pero ¿cómo se debe trabajar la idea contraria de aquél que “todo lo puede”?

Una percepción positiva de uno mismo sin duda nos ayuda a afrontar las vicisitudes de la vida con mayor garantía de éxito. Ahora bien, las actitudes positivas obedecen a estados de automotivación, seguridad en las propias capacidades (intelectuales, físicas, emocionales, etc.) y una relativización de las situaciones generadoras de conflicto y de sus consecuencias para nosotros. La gestión de los estados de desánimo, tan necesaria en cualquier índole de la vida, tiene su contrapunto en la también necesidad de gestionar los estados de exaltación poco o nada realista, esto es, creerse indestructible cuando no somos conscientes de nuestros puntos débiles.

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Tomar consciencia de la propia vulnerabilidad, lejos de ser una actitud desmotivadora, nos hace fuertes y capaces de tomar aquellas decisiones necesarias para fortalecernos o reconducir nuestro equilibrio basado en las fortalezas innatas, adquiridas o desarrolladas.

El peligro de creerse un superhéroe que todo lo puede, consiste en la posibilidad de caer en la autocomplacencia y la falta de objetividad en la percepción sobre nosotros mismos, estrechando las vías de desarrollo y mejora continuas y exponiéndonos a situaciones de las que difícilmente podremos salir airosos cuando nos encontremos con factores que nos superan en diversos aspectos de nuestra vida personal o laboral.

Siempre es recomendable una percepción realista y objetiva, las carencias conscientes se pueden desarrollar o complementar pero no así las carencias no manifiestas, éstas se intentarán ocultar o maquillar, dificultando la predisposición al cambio y al progreso.

Ante la convocatoria de sus clientes ¿cuál es la utopía más común que como coach humanista tiene que desarticular?

El enfoque humanista del coaching, a veces no es correctamente interpretado por quienes consideran que esta es una disciplina basada única y exclusivamente en la acción y en la motivación, con el único objetivo de aplicar técnicas y herramientas para conseguir las metas del cliente o coachee.

El Coaching Humanista bebe de las fuentes de la psicología humanista, ciencia, sociología, antropología, e incluso teología y diversas teorías sobre la trascendencia del ser humano. Es muy habitual que un cliente, durante su etapa inicial de autoconocimiento y toma de consciencia, dilucide un objetivo diferente del que en inicio se había planteado, ya que a veces su visión experimenta un cambio de perspectiva respecto a la situación de partida.

En mi experiencia más que desarticular, el cliente experimenta una evolución consciente de su realidad y sus necesidades, de la que deriva un profundo conocimiento de sí mismo altamente satisfactorio y profundamente transformador. Esa es la piedra angular que sostiene todo proceso efectivo de coaching, consiguiendo que el cliente consiga sus objetivos en armonía y equilibrio con sus valores y su esencia.

Nota: el original de esta nota pertenece a Universidad Corporativa S.A.C www.universidadcorporativa.com

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