por Aida Baida Gil
¿Te cuesta cobrar por tu trabajo? ¿Te pones nerviosa cuando llega el momento de decir precios y acabas regalándolo o casi?
El tema precios, dinero y cobrar despierta muchas emociones y no precisamente buenas para mucha gente (puede que incluso sientas algo al ver la foto de la derecha), y es uno de los obstáculos más frecuentes entre emprendedores, sobre todo al principio (y a veces hasta cuando ya tienes años de experiencia). Es normal, es algo a lo que a lo mejor no estás acostumbrada, que te causa inseguridad o que saca todo tipo de creencias mentales que estaban por ahí escondidas. Sin embargo es imprescindible que controles o cambies esas creencias limitantes y le pierdas el miedo o no podrás vivir de tu negocio.
Entiendo perfectamente tu situación, las primeras veces que ofrecí mis sesiones en vez de decir la inversión con calma y seguridad prácticamente ladraba. Es algo que a los que no provenimos del mundo de las ventas o el marketing nos cuesta muchísimo, es normal y tiene solución. Yo soy la prueba, antes sudaba para decir mi precio y ahora lo digo como quien dice que está lloviendo.
Es una cuestión de mentalidad y aunque cuesta mucho o lo superas o no sobrevives, es así de simple (que no fácil). Si quieres un negocio y quieres vivir (y bien) de él, tienes que vender lo que ofreces. Punto. El problema es lo que asocias con vender: manipular, engañar, ser una pesada, y lo que se esconde debajo: no gustar, que te critiquen, que se rían de ti, etc. A lo que hay que añadir el asociar el precio de lo que vendes con tu valor personal, ERROR. No hay precio que pueda pagar lo que tu vales y eso lo tienes que tener claro desde ya. Aparte de todo esto es bueno que tengas claro que:
¿Te paras a pensar si vas a pagar al fontanero, a tu dentista, a tu peluquera o el frigorífico que compraste ayer, a que no? Ellos te ofrecen un servicio y tu lo pagas y punto, es un intercambio de valor. Y es exactamente lo mismo que en tu caso. Solo depende de ti.
Está claro que no atreverte a cobrar tiene unas desventajas clarísimas que no hace falta casi ni que mencione: no tienes dinero, te agobias, no te centras en lo que debes, das mala imagen profesional, etc. Pero el problema es que también tiene ventajas, sí, has oído bien, ventajas y por eso sigues haciéndolo. Algunas ventajas son:
Son ventajas potentes, te toca a ti sopesar pros y contras y decidir, porque todo es cuestión de decidir, ¿quieres vivir de tu negocio o quieres que siga siendo una afición (y cara, además)?
Sé de buena tinta que da mucho miedo y al principio estarás temblando y, desde luego, te encontrarás con críticas, ¿y qué? Eso es que estás haciendo algo bien, por lo menos podrás vivir de tu negocio, valorar lo que haces y, sobre todo, ayudar a personas que de verdad valoran lo que ofreces y lo importante que es invertir en uno mismo a través de otros.
¿Te queda alguna otra opción? En realidad sí, contratar a alguien que venda por ti. Esas son las tres opciones que tienes: aprender a hacerlo tú, contratar a alguien que lo haga por ti u olvidarte de tener un negocio.
Así que ponte manos a la obra, déjate de excusas, comprométete contigo misma y con tu negocio y al siguiente que te pida eso que haces tan bien le cobras.
Autora Aida Baida Gil – coachaidaarrobagmail.com
Coach de la profesional, trabaja con mujeres profesionales que quieren ganar seguridad en si mismas, decidir el siguiente paso a dar y diseñar su vida y su carrera según sus intereses y valores. www.coachdelaprofesional.com.