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La diferencia entre vivir y existir

por Pablo A. Arango
Hay una tremenda tontería que no paro de hacer una y otra vez, no es que sea la única, es una de muchas, pero la frecuencia con la que caigo no deja de asombrarme.

En YouTube hay unos canales a los cuales estoy suscrito. Cuando recibo notificaciones sobre nuevo contenido, los guardo para verlos  la próxima vez que tenga 10 o 15 minutos disponibles. La tontería es la siguiente: cuando finalmente me dispongo a verlos, tardo tanto tiempo decidiendo cual será el vídeo perfecto, que se pasan los 15 minutos y termino viendo nada.

Mi empeño por realizar la mejor elección, por no equivocarme escogiendo algo que no sea lo óptimo, me impide muchas veces disfrutar de buen contenido.

​Lo más triste del asunto es que no es un problema exclusivo con YouTube, esta actitud solemos tenerla con muchas otras cosas en nuestra vida.

El miedo a elegir la opción equivocada, a que la consecuencia de nuestra decisión no sea la optima, o peor aún, resulte desagradable, es algo que con frecuencia impide que vivamos una vida plena, llena de aventuras y satisfacciones.

Nos preocupa que si las cosas no salen como pensamos, terminaremos sintiéndonos estúpidos, avergonzados, heridos, aislados, o rechazados. Entonces, ante esta posibilidad, preferimos no arriesgar y escoger lo más seguro, que en muchas oportunidades significa no hacer nada.

No hablamos en público porque si fallamos estaremos avergonzados. No invitamos a salir a esa persona que nos gusta tanto por miedo a ser rechazados. No organizamos la cena en nuestra casa con los vecinos que nos encantaría conocer, por miedo a que digan que no y sentirnos aislados. Y así muchas más cosas.

El deseo de seguridad, la hostilidad hacia aquello que percibimos como arriesgado, hace que terminemos viviendo vidas más pequeñas de lo que deberían ser. Diferentes investigaciones han encontrado que cuando somos mayores, lamentamos más lo que no hicimos que los errores que cometimos. Es decir, nos duelen más los polvos que no pedimos que los que nos negaron.

Una forma más sana y divertida de encarar la vida es tomarla como si fuera un continuo experimento. Probar cosas nuevas cada día, y asumir con naturalidad que algunas saldrán bien y otras no tanto. La realidad es que muchas de las consecuencias a las que tememos, al final no resultan tan catastróficas como imaginamos. En cambio las gratificaciones pueden ser enormes.

Lectura relacionada  El miedo a cometer errores en el trabajo.

Las investigaciones del psicólogo social Daniel Gilbert han demostrado que somos muy malos prediciendo cómo nos sentiremos al afrontar hechos desagradables. Los sobrellevamos mejor de lo que creemos, y el responsable de ello es nuestro cerebro.

El pedazo de carne que tenemos detrás de la frente, tiene una capacidad asombrosa para sacarnos del hoyo, y evitar que suframos de manera innecesaria. Si por ejemplo te armas de valor, e invitas a salir a la persona que te gusta tanto y dice que no, de inmediato empezamos a producir razones que justifican porqué es mejor no salir con semejante personaje, le encontramos defectos y terminamos agradeciendo que nos hubiera dicho que no, ¡Uff,  de la que me salvé!

Esta prestación es tan poderosa que es capaz de convertir verdaderas tragedias en bendiciones. Christopher Reeve, el actor que interpretaba a Superman, comentó en una entrevista que gracias al accidente que lo dejó inválido, ahora valoraba mucho más la vida y las personas. Moreese Bickam, quien pasó 36 años en la cárcel por defenderse de unos integrantes del Ku Klux Klan que le dispararon, cuando por fin recuperó la libertad calificó su experiencia como “gloriosa”.

Si nuestro cerebro es capaz de transformar verdaderos desastres en algo positivo, ayudarnos después de un pequeño tartamudeo en una presentación pública, no es ningún desafío para un ninja como el.

Tener más aventuras, intentar más cosas, no atemorizarnos por tonterías, es ahí donde reside la diferencia entre existir y vivir. Para finalizar, me despido con la pregunta que nos hace el periodista y escritor Hunter S. Thompson

Parece poco adecuado escribir de la vida sin mencionar una sola vez la felicidad; así que vamos a dejar que el lector responda a esta pregunta por sí mismo: ¿quién es el hombre más feliz, el que ha desafiado la tormenta de la vida y vivió, o el que se ha mantenido de forma segura en la costa y simplemente existió?

Fuente http://notasaprendiz.weebly.com/blog/la-diferencia-entre-vivir-y-existir

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Comentarios (3)

  1. Elmer Fernández dice:

    Es muy inspirador, y nos ayuda a que nos evaluemos nosotros mismos como personas.
    Hay que romper el temor a equivocarnos y a tomar riesgos.

    Excelente aporte motivacional.

  2. Yuzleidy dice:

    Excelente,cada escriti que realizan hace que día reflexione mas acerca de la vida que llevamos,en lo personal me hace mirar y ver las cosas diferente en mi día a día gracias!!!

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