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Cómo tener una mente veloz, sana y activa

por Nestor Braidot

“Ganarle a mis hijos en un videojuego es imposible para mí, van a la velocidad de la luz”. “No sé qué me pasa cuando estudio, antes leía una vez un texto y ya, ahora tengo que leerlo tres veces para recordarlo”. “Uno de mis compañeros de trabajo me dijo que estoy lento; creo que tiene razón, cada vez me lleva más tiempo elaborar las presentaciones”. “Tardo para tomar una decisión y encima me equivoco”. “Lo que pasa es que me cuesta retener tantas cosas en la cabeza… ¿será el cansancio?”.

Lo que he escrito en el párrafo precedente son comentarios y preguntas de personas cuya edad va desde los 30 a los 60 años (aproximadamente) y refieren a problemas que tienen un denominador común: la preocupación por lo que consideran una disminución de su velocidad mental y de las capacidades de aprendizaje y memoria.

Es sabido que con el correr de los años, y durante toda la vida, el cerebro presenta cambios permanentes debido al fenómeno de la neuroplasticidad. Niños y niñas, hombres y mujeres, pasamos de una etapa de crecimiento y desarrollo a otra de maduración (la más extensa) hasta la denominada tercera edad, época en la que existe un deterioro neurocognitivo que se traduce en menor agilidad mental.

Sin  embargo, y esto es lo más importante: en todas las etapas de la vida podemos trabajar para tener un cerebro sano y activo. Leyendo el próximo apartado, verás que no se trata de un trabajo arduo y complejo. Es suficiente con prestarle atención al cerebro y cambiar los hábitos que le son nocivos.

¿De qué depende la agilidad mental?

Para explicarte con claridad de qué depende la agilidad mental he decidido hacerlo a partir de la evidencia científica, seleccionando los resultados de investigaciones que he sintetizado en la siguiente imagen:

 

 

Es común que se relacione la agilidad mental solo con las capacidades cognitivas, por ejemplo, con las habilidades para resolver enigmas, ganar en los videojuegos o realizar cálculos con rapidez, sin embargo, ello constituye sólo una parte. Si bien el entrenamiento neurocognitivo es fundamental para agilizar la atención, la concentración y las capacidades de percepción, memoria y aprendizaje, además de lograr mayor velocidad en el procesamiento de la información, un cerebro será ágil siempre que exista autoliderazgo emocional.

Lectura relacionada  Las cuatro fases del proceso creativo de Graham Wallas.

Por ello, y en función de mis conocimientos y experiencias, soy concluyente en cuanto a que no se obtienen buenos resultados cuando las prácticas se centran en lo cognitivo y se pasa a un segundo plano, se minimiza o directamente se ignora lo emocional.

La revisión de hábitos constituye un tema de gran relevancia debido a que algunos son nocivos para el cerebro, como el sedentarismo, la escasez de horas de sueño y la alimentación inadecuada (que comprometen seriamente el funcionamiento de la memoria).

Por eso, y sin soslayar la importancia de jugar al ajedrez, resolver crucigramas y estudiar incluso en edades avanzadas, te apunto 10 consejos que te ayudarán a mejorar tu agilidad mental. Entre ellos, hallarás algunos que suponen, a su vez, un cambio en la filosofía de vida:

1. Ir al gimnasio cerebral: entrenamiento reunocognitivo y emocional.

2. Alimentarse adecuadamente.

3. Practicar deportes o actividades aeróbicas.

4. Salir de la rutina, hacer cosas diferentes, viajar.

5. Evitar el estrés.

6. No fumar.

7. Dormir bien.

8. Evitar los apagones emocionales, mantener vivo el interés y la curiosidad.

9. Disfrutar de las pequeñas cosas.

10. Divertirse.

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