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Las estrategias para un cambio de mando exitoso en la empresa familiar

por  Juan Manuel Prieto

Está de moda hacer Protocolos o Constituciones de Familia en las familias empresarias. ¿Para qué sirven de verdad?

Más que de moda, lo que ha ocurrido es que muchas familias empresarias han entendido su importancia. Son acuerdos entre los miembros de una familia empresaria, cuyo objetivo es fomentar el mejor ambiente entre todos ellos, definir reglas que eviten conflictos futuros, principalmente por asuntos de plata o de poder. Otro aspecto importante es que los Protocolos le ofrecen al Fundador la oportunidad de definir cuándo y cómo quiere hacer el cambio generacional, para ir entregando el ‘bastón de mando’ a la siguiente generación, en forma ordenada, sin sobresaltos, pues la muerte o la incapacidad nos acechan de cerca a todos, y de esta forma facilitar la aspiración de que el patrimonio creado con tanto esfuerzo dure y pase por varias generaciones, sin destruirse en la sucesión, como ha ocurrido. En Colombia tenemos muchos ejemplos de fortunas que desaparecieron en esa transición.

Uno oye hablar de Planeación Sucesoral y de Protocolos de Familia. Explíquenos, como experto que es, cuál es la diferencia.

El objetivo de la Planeación Sucesoral es la sucesión de la propiedad por causa de muerte, buscando la optimización tributaria, mientras el Protocolo de Familia busca llevar a cabo la transferencia del manejo del negocio en vida, regular la entrega del ‘bastón de mando’ de los negocios familiares. El Protocolo contiene reglas claras para el funcionamiento exitoso de la familia empresaria por muchos años, teniendo en cuenta que las necesidades, expectativas y motivaciones del Fundador y de cada familia son diferentes, y por lo tanto cada proceso es particular y subjetivo. La Planeación Sucesoral solo apunta al momento irreversible de la muerte y define cómo quiere el Fundador repartir sus bienes, qué legados dejar, qué porcentajes entregar a cada hijo, cómo proteger a algún familiar minusválido, definir donaciones de caridad, etc. Es una orden instantánea que se cumple con eficiencia fiscal el día de la muerte. El Protocolo, en cambio, es un plan de vuelo a largo plazo para la empresa, la familia, para que el patrimonio perdure sin peleas.

Dado que estas decisiones involucran afectos y tensiones de los familiares y del Fundador, ¿cuál es el momento más apropiado para hacer el Protocolo de Familia?

La mayoría de familias deciden hacerlo en el momento en que se asustan, o por una enfermedad o la muerte de alguien cercano; pocos son los que ven conveniente planear un cambio generacional como desarrollo natural de la vida y obra del Fundador. Muchas veces es la madre la que presiona el tema, pues ella, que los conoce, sabe que las peleas pueden ser una realidad. También los hijos sienten la necesidad de hacerlo, y deben convencer al paterfamilias de que se trabaje en ello. El Protocolo se puede elaborar en cualquier momento, lo ideal es en vida y con participación aportante y significativa del Fundador, no cuando ya no puede aportar sus ideas o porque se murió o porque tiene alzhéimer u otro mal mentalmente incapacitante.

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¿Cuál es el beneficio más práctico o visible de tener un Protocolo de Familia?

A lo largo del trabajo con familias empresarias he visto, primero que todo, cómo se fortalecen las relaciones entre los miembros de la familia; mejoran la comunicación y la confianza entre ellos. Cosas tan sencillas como enseñar que existen espacios de respeto que son solo de la familia y otros del negocio, o que en el almuerzo del domingo donde la abuela no se debe hablar de temas de la empresa, así como en la sala de juntas no se discute el tema de la fiesta de la primera comunión. Crear espacios adecuados para conversar y tomar decisiones por quienes realmente deben participar da un sentimiento de tranquilidad, de orden y respeto, lo que promueve el trabajo en equipo, el cambio paulatino del mando; da oportunidad de entrenamiento, de transmisión de conocimientos, experiencia y filosofía del fundador a sus descendientes. El Fundador deja de tener como su preocupación central hacer más dinero, para pensar mejor en dejar su legado, sus enseñanzas, sus valores a hijos y nietos. Es la oportunidad de darles el tiempo que no pudo dedicarles antes por hacer la empresa.

Pero dicen que usted solo hace Protocolos de Familia para familias muy ricas. ¿Es verdad?

Claro que no, eso no es cierto. Esa fama seguramente sale de aquellos que inicialmente vieron la importancia y la urgencia de tener Protocolos de Familia en Colombia y otros países de Suramérica sí fueron las personas de mayores fortunas. Y tuve la suerte de trabajar con muchos de ellos, francamente con la mayoría de los nacionales y algunas familias prestantes de Chile, Venezuela, México y, recientemente, Ecuador. Pero en nuestra práctica de clientes privados tenemos muy claro que para cada familia con la que intervenimos, indiferentemente de los ceros en el balance, muchos o pocos a la derecha, su negocio representa el ciento por ciento del patrimonio que debemos cuidar. Es fundamental consentirlo con esmero, para grandes o medianas fortunas, planear bien la sucesión del poder y reglamentar las relaciones entre los miembros de la familia y el negocio.

Afortunadamente, para el bien del país, se ha popularizado mucho esto y todo empresario, grande o mediano, ha visto beneficios de tenerlo. Las cámaras de comercio los promueven, las superintendencias lo ven como una necesidad de estabilidad y tranquilidad para inversionistas y acreedores, y lo recomiendan. Un buen Protocolo lo necesita toda familia que sea empresaria y que en sus sueños, en sus ideales, aspire a que el negocio familiar pase con éxito de una generación a la otra, para convertirse en una dinastía empresarial a largo plazo.

En resumen, ¿para usted qué es lo más trascendental de un Protocolo de Familia?

Que los miembros de la familia adopten los principios que quieren que los guíen en las decisiones futuras, con reglas predefinidas de cómo hacerlo mejor y sin peleas y sin intervención de abogados. Lo importante, realmente, no es el papel firmado, es el cambio en la manera de pensar y confiar unos en otros, buscando el equilibrio de los intereses entre los hermanos, entre las ramas de la familia, de definir el rol de los cónyuges y, por otro lado, de la empresa y sus administradores; los intereses de los miembros de la familia como individuos con necesidades y aspiraciones, el respeto a la línea divisoria entre familia, empresa y ejecutivos, que se confunden y violan con frecuencia.

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Denos un ejemplo práctico de lo anterior.

Hay una anécdota muy representativa de lo anterior. El dueño de un negocio, y padre de dos hijos, decide contratar a su hijo menor, ‘Andrés’, para trabajar en el área de distribución. Luego de un tiempo se da cuenta de que su hijo no cumple con las obligaciones del cargo y su compromiso con los negocios es bastante bajo, llega tarde, no hace el oficio, se comporta como un mal hijo de papi. Su padre, luego de darle varias oportunidades, decide hablar con él, le dice que su desempeño fue insatisfactorio y lo despide del trabajo. Cuando llegan a la casa, el padre toma dos toallas y le entrega una a su hijo, diciéndole: “Hijo, me enteré de que acabas de perder tu trabajo, vamos a la piscina y me cuentas qué has pensado sobre tu plan de vida, quiero saber en qué puedo ayudarte”. Es un ejemplo del respeto y aplicación de los límites que deben existir entre el rol de padre, por una parte, y de empresario gerente, por la otra.

¿Cuál ha sido su mayor satisfacción al trabajar con familias empresarias?

Ser testigo del proceso de transformación de la familia y de los negocios. Con más de 20 años de experiencia en Philippi Prietocarrizosa & Uría, me he dado cuenta de que lo más importante no es el resultado final de firmar un papel, sino el proceso que implica y por el cual atraviesan las familias al elaborar un Protocolo. El hecho de trabajar por un mismo objetivo, hablar con franqueza y respeto sobre las aspiraciones, los temores, las necesidades o motivaciones de cada integrante de la familia, poder conversar sobre temas tabú que por lo general contienen un gran componente emocional, expresar consensos y desacuerdos termina siendo un proceso reparador y muy constructivo para la familia y la empresa.

¿Los impuestos de sucesión son muy altos en Colombia? ¿Cómo se comparan, por ejemplo, con los Estados Unidos?

En Colombia el impuesto efectivo a la sucesión quedó en el 10 por ciento como ganancia ocasional, que es de los más bajos del mundo. En Estados Unidos el impuesto sucesoral puede llegar al 40 por ciento del valor comercial de los bienes. Lo que es terrible en Colombia es la sumatoria de los impuestos de renta, a la riqueza, de las transferencias financieras, del predial, etc. Es muy costoso y mucho más alto que en la mayoría de países del mundo.

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¿Eso de tener hijos americanos pero los negocios en Colombia hace más costosos los impuestos o es indiferente?

Sí, lo dificulta mucho; y sí, lo hace muy costoso, pues muchas veces terminan pagando el doble en Estados Unidos y en Colombia.

Se habla mucho de la transparencia fiscal y del fin de los paraísos fiscales. ¿Qué piensa de ello?

Eso es una realidad que se está imponiendo. Todos los países están conscientes de la necesidad de recaudar adecuadamente impuestos de quienes viven en su territorio y se benefician de los servicios del Estado. Cada día la información entre gobiernos fluye más precisa y rápidamente, los acuerdos de intercambio de información, el combate al lavado de activos se aplican; por ejemplo, las reglas americanas del Fatca dan toda la información sobre cuentas bancarias y beneficiarios reales, no importa cuántas compañías de Panamá o de Islas Caimán tenga por delante. La Ocde aprobó convenios de entrega de información de los bancos que entran a regir próximamente.

En el mundo civilizado evadir impuestos es un delito, es hurtar al Estado, es engañar a sus amigos y vecinos que sí pagan completo. Aquí estamos apenas cambiando esa cultura. Hoy, las empresas formales en Colombia son muy juiciosas, se acabaron la doble contabilidad, la subfacturación, pero, a título personal, la evasión tributaria es tolerada; el mayor riesgo es una multa, y con el pernicioso principio de que si no me cogen en poco tiempo queda en firme por la prescripción, es realmente absurdo. Tenemos que cambiar esto, pero los congresistas serían los primeros perjudicados y por eso no lo hacen.

Lo que hace es usar todas las alternativas que la propia ley da para pagar los impuestos más razonables posibles, es hacer planeación fiscal legal y transparente, en eso nos gusta asesorar.

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