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La inadecuada denominación en términos de “oficinas familiares”

por RAÚL SEREBRENIK

Al profundizar en el mundo de las empresas familiares nos encontramos con un gran error conceptual que nace del mercadeo que el sector financiero le da al término “family office” o, en español, oficina de familia.

Cuando el término es tergiversado por algunos en el campo académico, desde la mirada de observadores que no han participado en sus dinámicas o desconocen el funcionamiento verdadero de las oficinas de familia, en especial de aquellas familias que han logrado existir por varias generaciones, este es percibido como la organización de servicios prestados por un tercero con el único objetivo de procurar, mantener y preservar el patrimonio económico líquido de la familia. Esto es comprensible dado que este tipo de organizaciones familiares son muy, pero muy escasas en la región, por lo cual, no es fácil tener acceso a este tipo de organizaciones. De esta manera, dejando un sentido muy estrecho de lo que en realidad puede llegar a significar un auténtico family office.

En primera instancia, al hablar de una oficina de familia nos referimos a que esta le pertenece a la familia y no a la institución financiera que pretende usurpar las obligaciones y responsabilidades de la familia y, lo que es más delicado, las responsabilidades en el manejo de su patrimonio económico. La realidad es que las oficinas de familia pueden y deben llegar a ser mucho más que eso. La oficina de familia con el paso del tiempo evoluciona, se va adaptando tanto en su estructura como en su estrategia y, obviamente, al nivel de servicios que le presta a los miembros de la familia.

A continuación se describen diferentes tipos principales de oficinas familiares que, a menudo, corresponden a un proceso específico de evolución por etapas de una familia de negocios.

La primera etapa, es cuando una familia todavía tiene una empresa de éxito que  genera importantes flujos de caja y, por ende, importantes excedentes de liquidez que, por razones principalmente de diversificación, no se desean reinvertir en la empresa familiar. Entonces una oficina de  familia es un “efecto colateral” de la actividad principal y del nivel de complejidad que se maneja en ese momento, tanto del lado familiar como del lado patrimonial. Su función en esta primera etapa, es la de invertir y gestionar los excesos de liquidez obtenidos en el negocio principal con el fin de diversificar los activos de la familia.

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El family office puede, por un lado, ir abarcando mayores responsabilidades en la medida en que el tiempo va pasando y las estrategias familiares se van complejizando y, por otro lado, parte de los recursos son utilizados en financiar toda la estrategia familiar, como puede ser la formación y la integración de los miembros de la familia.

Sin embargo, en algunos casos estos recursos son utilizados como “banco familiar” para promover nuevos emprendimientos, o la utilización de algunos recursos en los fondos de emergencia que la familia mantiene. Claramente cada familia tiene sus propias políticas al respecto y se van desarrollando aún más en la medida en que el sistema se vuelve más complejo o, en algunos casos, cuando hay accionistas o futuros accionistas que son muy jóvenes.

En una segunda etapa, en algunos casos el negocio original o una unidad de negocios se vende generando un gran evento de liquidez a la familia. La oficina de  familia se convierte entonces en un “parqueadero” para un monto importante del dinero familiar. En ese momento el objetivo principal es preservar la riqueza y la labor de la familia se centra en el manejo de la liquidez, generando una capa adicional de complejidad, puesto que, las habilidades que les ayudaron a crear una empresa exitosa no son las mismas habilidades necesarias para gestionar una gran suma de dinero.

Cuando la familia no está preparada para esta situación particular, en donde hay miembros de la familia que no trabajan en la empresa (en especial miembros jóvenes), la experiencia nos demuestra que los resultados iniciales  suelen ser negativos y  que la familia a menudo se arrepiente de convertirse en una “familia financiera”.

En conclusión, las familias empresarias que logran identificar sus necesidades futuras con visión compartida y actúan tendrán, en consecuencia, una mayor posibilidad de subsistencia. Es necesario que las oficinas de familia salgan de su papel tradicional y se enfoquen en las demandas cambiantes que son ajustadas a las necesidades de los nuevos niveles de complejidad que van imponiendo las nuevas generaciones como una dinámica natural para la continuidad de las empresa familiares.

Fuente http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/la-inadecuada-denominacion-en-terminos-de-oficinas-familiares/222318

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