“Subieron al escenario las cinco a recoger el premio a la mejor aplicación móvil y todas llevaban la misma camiseta fucsia, con el nombre de su app bien visible”.
Las empresas grandes han vinculado siempre el sentimiento de pertenencia como uno de los factores clave en su política de recursos humanos. Esta lealtad se pone de manifiesto hoy en corbatas corporativas, reuniones para transmitir la estrategia de negocio o kick-offs de formación multitudinarios que intentan vincular la pasión hacia la marca como parte del compromiso de los trabajadores. Y la marca llega a equilibrar otros aspectos que puedan influir en la desmotivación.
En el otro lado, las startups y los proyectos emprendedores ponen su empeño en la pasión por crear algo nuevo, muchas veces rupturista y en el que dibujar un nuevo camino requiere pasión y perseverancia. No hay marca con la que vincularse aún, sin embargo el estímulo lo da el proyecto en sí mismo. Y el reto hace que otros factores vinculados a la motivación o desmotivación queden en un segundo plano.
Muchas pequeñas y medianas empresas se encuentran justo entre ambos puntos: aún no son una marca con la que las personas que trabajan allí se sientan vinculadas y ese nuevo trayecto, en forma de proyecto, es ya “conocido” por todos sus integrantes.
La ausencia, en muchas empresas, de una estrategia definida de motivación traslada esta responsabilidad a los mandos intermedios, verdaderas palancas para que la estrategia fluya “hacia abajo” y resortes sobre los que la parte operativa se debe apoyar para cumplir los objetivos.
Como consecuencia, muchos mandos se encuentran “atrapados” entre ambos niveles organizativos, y muchos de ellos no cuentan con las herramientas adecuadas para lograr que sus equipos se vinculen realmente a la empresa y “quieran llevar esa camiseta”.
En el ejemplo, las grandes empresas tratan de potenciar el vínculo con los colaboradores a través de los primeros, mientras que las startups, al no disponer aún de un contexto firme, se enfocan principalmente en el segundo.
Como resultado, los responsables de las empresas tienen que definir una estrategia basada en tres niveles: empresa, proyecto/equipo y persona.
El estado motivacional no es responsabilidad de una sola persona. Hoy en día, la empresa debe ser entendida como una comunidad. Potenciar el sentimiento de pertenencia puede suponer una ventaja en el mercado, al permitir que sus miembros desarrollen su talento, haciendo que todos vistan la misma camiseta.