por Marcela Hernandez
¿No has enviado tu currículum a esa empresa en la que tanto deseas trabajar? ¿Continúas atrapado en una relación nociva o insatisfactoria? ¿Cada fin de semana juras que el lunes inicias la dieta y te inscribes al gimnasio?
Seguramente te encuentras estancado en la zona de los deseos frustrados y las excusas que amarran tus pies para impedirte dar el primer paso.
No te preocupes, no eres el único en esa zona, en mayor o menor medida todos postergamos. La ventaja es que no depende de nadie más que de ti. Tú decidiste entrar y sólo tú eres el responsable de salir.
Saber que tenemos algo que hacer y no haberlo iniciado, nos genera un estado de ansiedad y estrés. Nos atrapa en un dilema en el que por un lado sentimos la carga de uno o muchos pendientes y por otro lado, la resistencia que nos impide desahogarlos.
A veces pueden ser pendientes muy importantes y desafiantes, o simplemente se puede tratar de tareas tediosas y operativas; en ambos casos, el estrés que genera la “no acción” es el mismo, se van acumulando cargas inconscientes que nos roban energía y claridad de mente para actuar y decidir con mayor efectividad.
Este es un tema muy recurrente en las sesiones de coaching, es por ello que me gustaría compartirte algunas de las preguntas que le he hecho a mis coachees para ayudarlos a reflexionar al respecto.
Probablemente sea el miedo a que las cosas no salgan como esperabas y enfrentar el fracaso. Generalmente los cambios y nuevos proyectos, están compuestos de una buena dosis de ilusión y una buena dosis de terror. La clave está en ser conscientes de a qué le estamos dando mayor peso.
En ocasiones, en vez de aceptar nuestro miedo, nos auto-saboteamos con excusas y pretextos para evadir nuestras responsabilidades.
Algunas creencias o pensamientos que nos llevan a postergar:
► Aún no soy lo suficientemente bueno para lograrlo.
► Las cosas no van a cambiar, no tiene sentido intentarlo.
► El éxito es sólo para unos pocos.
► Mañana habrá mejores condiciones que hoy.
► En este momento no tengo el tiempo o no tengo la fuerza para llevar esta carga.
►Tengo algo más importante que hacer.
De acuerdo con Wayne W. Dyer, en su libro “Tus zonas erróneas”, algunas de las posibles ganancias de no dar el primer paso son:
► Evitar los riesgos que conlleva un cambio.
► Evitar enfrentarte a la inseguridad que sientes sobre ti mismo.
► Lograr que otras personas den el primer paso por ti, como una forma de manipularlos.
► Ganar la compasión y simpatía de los demás.
► Justificar un rendimiento mediocre, por la falta de tiempo para hacer las cosas.
► Evitar el éxito y las responsabilidades que conlleva.
Probablemente te des cuenta que tu temor es mucho más insignificante de lo que pensabas. Que no tienes las suficientes evidencias para fundamentar tu miedo o que cuentas con más recursos de los que creías para afrontarlo.
“Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron.” – Michel de Montaigne
Cuando postergamos las cosas, aventamos la carga del presente hacia el futuro y nos auto-engañamos con la creencia de que quizás mañana tendremos mejores condiciones para iniciar nuestros proyectos.
Te comparto un cuadro que puede ayudarte en el proceso de dar el primer paso:
COMPROMISOS | ||
Proyecto 1: | Proyecto 2: | Proyecto 3: |
5 acciones que debo hacer para lograrlo: | ||
1 | 1 | 1 |
2 | 2 | 2 |
3 | 3 | 3 |
RELACIONES | ||
Personas a quienes debo de contactar hoy para lograr mis objetivos: | ||
1 | ||
2 | ||
3 | ||
PRIORIDADES | ||
Las principales acciones que debo completar hoy, a como dé lugar: | ||
1 | ||
2 | ||
3 |
La autora es coach ontológico, especializada en coaching de vida y empresarial. Directora de Cae-el20, empresa de coaching y capacitación. Puedes seguirla en Twitter en su cuenta @March_coach.
Fuente: altonivel