Un espacio para aprender que no es necesario ser una empresa grande para ser una Gran Empresa
Home » Coaching & Mentoring » ¿Y si el saboteador es la falta de confianza?

¿Y si el saboteador es la falta de confianza?

Por:

Todos los días desde que abrimos nuestros ojos hasta cuando los cerramos estamos en una constante toma de decisiones. Nos vemos ante la coyuntura de decidir desde que vamos a desayunar, cuál ropa vestir, hasta temas más complejos como continuar o no en una relación, en un trabajo e incluso con la forma y estilo de vida que llevamos.

¿Por qué nos cuesta tanto decidir si aceptamos una nueva oferta de empleo y es tan sencillo elegir entre café  y té? Una palabra hace la diferencia: CONFIANZA.

Hay varias interpretaciones de lo que es la confianza. En sociología y psicología social, la confianza es la creencia en que una persona o grupo será capaz y deseará actuar de manera adecuada en una determinada situación y pensamientos. De acuerdo al Diccionario Real Academia Española es la esperanza firme que se tiene de alguien o algo, seguridad que alguien tiene en sí mismo y ánimo, aliento, vigor para obrar y en la  Biblia la palabra CONFIANZA la describe como Fe, Seguridad.

Y ahora les voy a compartir otra forma de analizar la confianza y es sustentarla en cuatro juicios, tradicionalmente y en los textos de formación se hablan de tres, pero recientemente acepté y adopté un cuarto. Para ser gráficos los invito a pensar en una mesa sostenida por cuatro patas.

La primera de estas patas es la SINCERIDAD y tiene que ver con la certeza de que hay coherencia entre lo que sientes, piensas y dices. Para ir entendiendo tomemos un ejemplo muy básico. Mi hijo de 10 años se levanta un día muy contento y me dice “mami, hoy te voy a cocinar una deliciosa carne al horno con papas a la crema”. ¿Acepto tranquila el ofrecimiento y confío en él?. Vamos a poner esta situación a la lupa de esta interpretación de la confianza

Señalé que el primer juicio en el que se sustenta es la sinceridad. Me pregunto entonces ¿estará siendo sincero frente a ese ofrecimiento?. La forma de saberlo tiene que ver con mi experiencia con él, en donde siempre me ha demostrado que es transparente, es capaz de admitir sus propios errores, asumirlos y actuar  en coherencia con quien es.Entonces, si es por este juicio, voy confiando.

Llevándolo a planos más complejos, cuántas veces hemos retirado nuestra confianza de alguien por considerar que no está siendo sincero, basado en rumores no validados, o interpretaciones no adecuadas de una situación específica? O dentro de una organización, cuando el error es considerado como una causal de castigo y escarnio público ¿no se está creando un espacio propicio para la insinceridad de sus integrantes? ¿Que pasaría si el error es tomado como una posibilidad de aprendizaje?

Lectura relacionada  11 formas efectivas de lidiar con el estrés empresarial

Ahora, en lo personal ¿cuándo digo algo, creo realmente en lo que estoy diciendo o he tomado el hábito de decir lo que el otro quiere oír, o, lo que es aún más difícil de detectar a veces: decirme lo que yo quiero oír porque me mantiene en una zona cómoda aún cuando no me está dando resultados?

Vamos con la segunda pata.  RESPONSABILIDAD. Nos lleva al espacio de los hechos. Del cumplimiento o incumplimiento de la palabra dada, de la promesa realizada. Volviendo a esa promesa culinaria, mi experiencia con el pequeño es que a pesar de sus pocos años ha cultivado el buen hábito de poner manos a la obra cuando dice que va a hacerlo. Entonces, esa experiencia pasada me permite proyectar que a futuro esto es muy probable que continúe, es decir que si me dijo que quería regalarme ese plato apetitoso y lo acepto, irá directo al refrigerador a sacar la carne y a lavar papas.

En otras palabras: es como la historia del pastorcito mentiroso, si incumpliste en una o varias ocasiones, estás dando lugar para que duden de ti en el presente o futuro. Esto es clave en las organizaciones porque los logros  y aciertos de sus integrantes son tenidos en cuenta a la hora de asignar nuevas responsabilidades.

Si se trata de mi auto-confianza, este juicio me llevaría a preguntarme ¿qué tan comprometido estoy con mi palabra cada vez que a doy? ¿avanzo hacia lo que me propongo siempre, o tengo buenas razones a la mano para quedar a mitad de camino?

Y la tercera pata: COMPETENCIA. Es este el espacio de las habilidades y conocimientos necesarios para cumplir con lo que te propones. Y aquí  es donde mi mesa de confianza hacia la promesa de mi hijo tambalea, porque nunca en su vida  ha tomado un cuchillo como para abrir un pedazo de carne o pelar papas, y mucho menos para prender el horno o manejarse con el fuego. Así que en este punto la confianza que tenía para aceptar su regalo se quiebra y me lleva a decirle probablemente “¡me parece delicioso! así que ¿Qué te parece si lo preparamos juntos?” .

Yo tengo la competencia que él no tiene y se convierte en una oportunidad de aprendizaje para los dos, de forma tal que la próxima vez o cuando sienta que está preparado, podré aceptar que realice él solo una acción como la propuesta. Esto me lleva a decir que no confío en el cumplimiento de la promesa pero tengo la claridad de en qué no confío y puedo incluso hablarlo con el niño desde ese lugar.

Lectura relacionada  Importancia de un mentor en los negocios y en la vida

A nivel organizacional cuando se identifica este vacío se abre el espacio de entrenamientos y acompañamientos para el desarrollo de los colaboradores. Nos saca de juicios desde niveles directivos como “no puedo confiar en nadie más para hacer esto, tengo siempre que estar yo”, para avanzar hacia otros como “qué podemos estructurar para crear esta competencia específica que hace falta para que haya confianza y por ende una posibilidad de delegación con eficacia”

Y me queda la última pata o juicio que como dije anteriormente, acepté y adopté no hace mucho, al escucharlo del master coach argentino Fernando Saenz, un colega a quien respeto y admiro, y es la CONFIANZA VITAL, y tiene que ver particularmente en la concepción de la confianza en el dominio personal,  y es la seguridad de que todo saldrá bien, de que hay algo superior que me llevará a obtener lo mejor de cada situación. Sin esta última y aun cuando se cumplan las tres patas restantes, la mesa va a tambalear.

Estas viviendo una situación en la que no estás seguro de avanzar. Hazte cuatro preguntas básicas que te llevarán a acercarte a aquello en lo que no estás confiando y comienza a trabajar en esa área en particular:

COMPETENCIA:      ¿Tengo las habilidades para hacer este cambio?

SINCERIDAD:      ¿Realmente quiero hacerlo?

RESPONSABILIDAD: ¿Si lo hago, seré capaz de mantenerme en esa decisión?

VITAL:      ¿Tengo la suficiente fe en mi mismo y en que todo está dispuesto para mi mayor bien?

Si quieres ver más posts de la misma categoría, haz click aqui:


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.