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El vacío de las palabras, la importancia de saber “comunicar”

por Jose Luis del Campo Villares

Las palabras poseen un significado propio como elementos del lenguaje que son.

Pero además debemos de tener en cuenta la situación en la que sean dichas, dado que pueden cobrar una mayor o menor importancia o incluso puede cobrar un significado distinto del que se pretende dar al pronunciarlas.

Como elementos comunicacionales que son, juegan un papel fundamental dentro de las organizaciones, ya que pueden ser los mejores vehículos de la motivación o por el contrario pasar a ser los elementos más desmotivadores.

Cuando un líder (superior) se comunica con su equipo debe de tener en cuenta tres aspectos con las palabras con las que se comunica. Los tres son importantes y necesarios que se sepa dominarlos porque sino, el vacío que pueden generar las palabras, producirá unos efectos totalmente contrarios a los que persigue.

Por un lado, y es pura lógica, las palabras a emplear deben de contener un concepto, una imagen, una idea. Es decir, tienen que poseer significado propio.

El receptor de la comunicación debe saber qué se le está diciendo porque sino la comunicación y el feedback posterior no se producirá.

Por otro lado, las palabras deben contextualizarse a la organización y al clima laboral en el que se dicen. No poseen el mismo significado algunas palabras dichas en ambientes laborales que en ambientes coloquiales. Este contexto debe de ser igual para el comunicador y para el receptor.

Por último, y es la parte que quiero dar más énfasis en este artículo, está en el hecho de la importancia que las partes le den a las palabras, independientemente de su significado conceptual y del contexto en el que sean dichas.

Las palabras no son más que palabras (aunque representen mentalmente ideas). Pero realmente son muchas más cosas.

Son estados de ánimo, niveles de confianza, medios de alcanzar compromisos, evaluación de necesidades y/o expectativas… y eso creo que es uno de los defectos del “management” actual, el hecho de limitarse a emitir unas palabras sin pararse a meditar lo que ellas conlleva.

Las palabras deben ser dichas en el momento justo, con el significado justo y en el entorno justo, para con posterioridad el emisor poder darles el valor o el peso al hecho de haberlas dicho. Espero no liaros, aunque creo que con un ejemplo os quedará más claro.

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“Un empleado solicita una reunión con un superior para solicitarle una subida de categoría ya que cree que su trabajo no está lo suficientemente reconocido. La respuesta típica sería: “la empresa confía en usted y sus esfuerzos serán tenidos en cuenta y le serán reconocidos sus méritos dentro de su desarrollo profesional en esta empresa”.

¿Son palabras correctas en cuánto a significado, contexto y lugar en el que se realizan? Sí. Pero empieza a jugar en estos momentos las cargas subjetivas. Para el empleado, suponen que se abre un periodo de tiempo de espera en el que él considera que lo que le han dicho se debe de cumplir, mientras que para el jefe, probablemente estas palabras queden sin significado en el momento que el empleado salió por la puerta del despacho.

Las palabras motivan sentimientos, expectativas y actitudes, sobre todo éstas últimas. El empleado se mantendrá en una actitud expectante a ver lo que se deriva de lo hablado con su superior. Si se cumple, adoptará una actitud de compromiso con la empresa y su organización. Si no se cumple, su actitud cambiará a la de total desmotivación, disminución de las ganas de trabajar y sentirse engañado por su organización.

Las palabras dichas por el superior son las que el empleado quería oír en ese momento, pero conllevan un posterior reflejo en la relación entre la organización y sus miembros. Llevaban un significado que deriva en actuaciones posteriores, en unos compromisos. De no llevarlos a cabo, no solo las palabras pierden el significado original sino que se convierten en fuertes armas de desmotivación.

Comunicar no se debe de quedar en una secuencia de palabras bien dichas para salir del paso en un momento determinado, deben ir continuadas de un seguimiento de acciones que les den fuerza.

Es decir, comunicar dentro de las organizaciones “no es solo hablar, sino que es hablar y actuar”. Y aquí está a mi modo de ver el mayor error de muchos “especialistas en management o en departamentos de RRHH” que dicen bonitas palabras pero ahí se quedan.

La comunicación dentro de las organizaciones tiene que basarse en una frase, que por antigua que parezca, debe de ser el pilar fundamental del “management“:

“Obras son amores y no buenas razones”

Las palabras bonitas, bien dichas, en el momento justo, si no son seguidas de acciones que las refuercen, están completamente vacías y carentes de significado.

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Fuente: delcampovillares

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