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El gerente

Por Alberto Levy*

En mi vida profesional, empresarial y social he conocido en el mundo a grandes empresarios de todos los tamaños y devenires. De muchos de ellos me precio de ser amigo personal. Con muchos de ellos la amistad ha trascendido a sus familias a través de la mía. Con varios he trabajado como “co-pensor” o “thinking partner” o “soporte semi-externo” en los procesos de sus empresas de tener éxito en el logro de sus objetivos estratégicos y operacionales.

Desde empresas internacionales que todos conocemos, especialmente en casi toda América Latina, hasta StarUps y emprendimientos desde sus etapas iniciales de gestación hasta su consolidación o su desaparición o fusión o transformación en otra cosa.

Gracias a Dios no me puedo quejar por cómo me fue todos estos años desde que inauguré mi estudio profesional en 1981. Entonces, en este último tramo de mi vida (que espero que sea lo más largo posible) he tomado una decisión fundamental que ha logrado que no sólo se incremente mi desempeño profesional sino también la calidad de mi vida. Se basa en un solo principio: No trabajo para empresas que no respeto que son las de empresarios que no respeto porque no respetan a su gente. Estas empresas son las que generan “morgues de almas” en lugar de “bandas de hermanos”. Son empresas “chimpancé”. No para mi. Gracias.

Debo aclarar que mi postura ideológica se basa en la libertad, en la libre empresa y en el capitalismo consciente que intenta crear valor económico pero que también apunta a la creación de valor social, ambiental, público y emocional. Esta combinación es para mi “creación de Valor Sostenible y Sustentable”.

Pero en muchas de las empresas que admiro como modelos a imitar, estas empresas que privilegian “lo humano de lo humano”, más o menos escondido entre las tinieblas, entre las bambalinas o agazapados en los pasillos, más cercanos o más lejanos al Número 1, casi siempre bien disfrazados de buenas personas totalmente alineadas con el principio básico que ese Número 1 impone, “respeto irrestricto por la gente”, está el despreciable personaje del “gerete”, cruza de gerente y de sorete. (y puede ser hombre o mujer, de cualquier edad, de cualquier parámetro socio demográfico).

Este personaje nefasto, repugnante, despreciable, pernicioso, cuanto más astuto peor, ya que mejor será su disfraz y su escondite, presenta una serie de disfuncionalidades y patologías que en esta nota voy a tratar de relatar.

En aquellas empresas que yo llamo “modelos a imitar”, el concepto de Visión ha sido realmente trabajado en serio y la gente no ha sido “informada” de cuál es esa Visión sino que ha participado en diseñarla.

Como comunidad con un puerto de destino común, se han involucrado en formular esa Visión como una imagen del futuro y del presente que apela a la razón y a la emoción para proveer un sentido de dirección, de empuje, de ideales, de valores, de objetivos, de formas de ser y de formas de hacer que diferencian a esa comunidad humana de todas las demás.

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Esas empresas de primera saben que lo que lidera es la Visión. Que cada líder la personifica con su ejemplo. Bueno, nuestro personaje seguramente no ha participado, o ha fingido que cree en esto cuando en realidad va a contrapelo de sus entrañas, o le ha dado alergia el involucramiento masivo o, hasta inconscientemente, ya está agazapado en su escondite para sabotearla. Y esperando la oportunidad para traicionar a sus colaboradores, a sus pares y a sus jefes.

El mayor problema es que no puede ver que tiene este problema.
Esto se llama autoengaño. Estar en la jaula. Estar en la caja.

Puede ver el mundo sólo desde sus mezquinos mapas mentales y resistir profundamente cualquier sugerencia de que la “realidad” no es la que el o ella ha inventado. No vive su vida como una persona entre personas. Vive su vida como una persona entre objetos. (Esto lo escribí por oposición a la maravillosa contribución del Arbinger Institute, “Liderazgo y Autoengaño”)

El gerete está dentro de su caja, de su jaula mental, construida de materiales refreactarios de las virtudes humanas.

− Como está dentro de su caja no puede enfocar en los resultados porque estás enfocado sólo en él (Disculpen, voy a usar el masculino para simplificar).
− No es tan feliz cuando otros tienen éxito como cuando tiene éxito el mismo
− Oculta información
− Trata de controlar a los demás.
− Acapara recursos
− Provoca que otros acaparen recursos para después culparlos
− Los culpa
− Justifica que los culpa porque tienen que “mejorar”
− Los culpa de que por su culpa el no puede tener éxito
− Satisfacción principal (consciente o inconsciente): Conflicto de todos contra todos
Según Kolb (1984), el aprendizaje experiencial es un proceso de este tipo:

La experiencia concreta, como objeto de la observación reflexiva, da lugar a la elaboración de teorías. De éstas se extraen, a su vez, hipótesis respecto de su aplicación en situaciones futuras que operan como guías de la acción y abren paso a nuevas experiencias concretas. Así, en el pasaje de una fase a otra durante el proceso de aprendizaje se producen cuatro tipo de conocimientos. El gerete está incapacitado racional y emocionalmente para vivir este desarrollo cognitivo

• Experiencia concreta – observación reflexiva → conocimiento divergente. Supone la capacidad de percibir situaciones concretas desde perspectivas diferentes y de integrarlas en una estructura significativa (gestalt) novedosa. El gerete no puede. Está enjaulado en su trampa mental.

• Observación reflexiva – conceptualización abstracta → conocimiento asimilativo. Implica asimilar observaciones inconexas, incorporarlas en una explicación integradora, crear modelos y razonar de manera inductiva. Resulta imprescindible para la elaboración de teorías, evaluar alternativas, fijar criterios, etcétera. El gerete no puede. Está enjaulado en su trampa mental.

• Conceptualización abstracta – experimentación activa → conocimiento convergente. Producto característico del razonamiento deductivo, se centra en la aplicación de las teorías y el recorte de los problemas. El gerete no puede. Está enjaulado en su trampa mental.

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• Experimentación activa – experiencia concreta → conocimiento acomodativo. Busca poner a prueba las teorías mediante su puesta en práctica. El gerete no puede. Está enjaulado en su trampa mental.

Ahora, por oposición al excelente modelo de Liderazgo Transformacional, (Bass y Avolio 1991) el gerete está racional y emocionalmente bloqueado en cuatro grandes competencias interpersonales :

• 1. No proyecta una motivación inspiradora
• No diseñan ni transmiten una Visión en la cual el futuro es mejor para todos.
• No son creadores de significados.
• No mueven a la gente hacia el logro de la Visión y los objetivos a través del optimismo de que pueden ser alcanzados.
• No generan optimismo y confianza.
• No propician el deseo de avanzar en el desarrollo personal de cada uno de sus colaboradores.
• No focalizan en lo mejor de la gente como la armonía, la caridad y el trabajo noble.
• No están convencidos y lo demuestran sobre el bien que puede ser logrado para el equipo, el grupo, la organización y la sociedad.

• 2. No genera una influencia idealizada, que permite al líder inspirar orgullo, fe y respeto, causando identificación y emulación;
• No tienen magnetismo personal, ni capacidad de comunicación ni persuasión.
• No irradian confiabilidad y capacidad.
• No demuestran un claro sentido de misión, propósito y valores y se comportan de acuerdo con ellos.
• No tienen voluntad de hacer sacrificios personales para lograrl los objetivos, misión, propósito y valores.
• No se ganan la confianza y el respeto de sus seguidores.
• No propician intenso apego personal de su equipo de trabajo.
• No obtienen esfuerzo extra de sus seguidores para lograr niveles óptimos de desempeño.

• 3. No provoca estimulación intelectual,
• No inducen a mirar los problemas desde ángulos novedosos.
• No cuestionan los supuestos ni el status quo.
• No estimulan la creatividad, la innovación, la autocrítica y la búsqueda de nuevas soluciones a viejos problemas.
• No fomentan la colaboración y el comportamiento positivo.
• No propician la integración grupal y la responsabilidad personal.
• No generan así la superación personal de sus seguidores.

• 4. No puede desarrollar una consideración individualizada,
• No tratan a sus seguidores como individuos con necesidades, habilidades y aspiraciones propias.
• No diagnostican las necesidades y capacidades de cada miembro de su equipo.
• No se convierten en mentores que aconsejan, entrenan, delegan y retroalimentan.
• No creen en las personas y se focalizan en celebrar sus fortalezas más que en corregir sus debilidades
• No son flexibles y abiertos al aprendizaje de la experiencia.

Para R. Gal (1985) el compromiso es el concepto central en la motivación militar en contraste con el tradicional énfasis en la obediencia. El compromiso hasta el extremo de la muerte crea la “cláusula de responsabilidad ilimitada”. Para ese nivel de compromiso Gal sostiene que el liderazgo transformacional es imprescindible en tres niveles: la organización, la carrera y la moral.

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Estas tres perspectivas deben estar fuertemente alineadas entre sí. Para aquellos que detentan posiciones de comando, el compromiso debe ser hacia su gente, su unidad y su tarea. El compromiso deriva del sentido internalizado del deber, de la responsabilidad y de la convicción. A diferencia de las órdenes, este no proviene de una fuente externa, como en el caso de la obediencia, sino que refleja la interacción entre creencias, valores y conciencias. Esto es impensable en el gerete.

El compromiso organizacional es con respecto a los objetivos, propósitos y normas de la organización. El gerete no lo tiene.

El compromiso de carrera tiene que ver con el éxito propio individual. El gerete lo desarrolla sólo dentro de su jaula de egoísmo.

El compromiso moral es con los valores básicos en los que uno cree y por los que uno está dispuesto a sacrificarse. El gerete no sabe qué son “valores básicos”, las virtudes trascendentes del ser humano.

Lamentablemente, el gerete no sabe que hay otra manera de vivir.

Bibiografía

The Arbinger Institute, (2001) “Leadership and Self-Deception”, Empresa Activa.

Bass, B.; Avolio, B. (1991). Assessing leadership across the full range. Miami Beach (FL): Society for Industrial and Organizational Psychology.

Gal, R. (1985). “Commitment and obedience in the Military: An Israeli case study”. En Armed Forces and Society, 11, 553-564.

Kolb, D.A. (1984). Experiential learning. Experience as the source of learning and development. Englewood Cliffs (N.J.): Prentice Hall.

*Alberto Levy es Director General de Levy – Dinámica Empresarial, firma especializada en asesoramiento en el Planeamiento y Ejecución del proceso Estratégico-Operacional de empresas, clusters y ciudades
Director de IAIATI – Alta Tecnología e Innovación, Israel.
Es Doctor en Ciencias Económicas, UBA, Doctor en Psicología, UBA, Certified Project Management Professional, PMI, Profesor Emérito, UBA, Profesor Emérito, Foro Europeo, Navarra, España, Profesor Especial, MBA / UCA,

Se ha especializado en Estrategia Empresarial en el Harvard Business School de la Universidad de Harvard y en el Graduate School of Management de la Universidad de California, y en Psicología Social Sistémica en el Mental Research Institute de Palo Alto, California. Es Master Consultant, GR Institute for Organizational Development, Israel.

alevy@levy-dinamicaempresarial.com
www.levy-dinamicaempresarial.com

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