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Lo que puedes aprender de las excusas que te dices

Por Stephanie Vozza

El tráfico estaba horrible. El sistema estaba amañado. Estaban buscando a alguien con más experiencia.

Desde el razonamiento cotidiano a las historias detalladas que echan culpas, hemos escuchado toda nuestra justa parte de excusas. Cuando estamos en el extremo receptor, es fácil detectar las motivaciones de alguien, pero cuando somos nosotros los que ponemos excusas, nuestro cerebro podría estar enmascarando la verdad.

“Poner excusas es normal,” dice Susan David, psicóloga de la Escuela de Medicina de Harvard y autora de Emotional Agility: Get Unstuck, Embrace Change, and Thrive in Work and Life.

“Es importante tener narrativas que nos ayuden a darle sentido a nuestras vidas y nuestros mundos. El problema pasa cuando tus excusas ocupan demasiado tiempo en el aire de tu vida y te detienen de seguir tu corazón y tus valores,” observa añadiendo, “Una excusa que te deja en una esquina no te sirve.”

Localiza la zona de peligro

Saber cuando estás poniendo una excusa te ayudará a determinar quién está a cargo: el pensador o el pensamiento, dice David. “Cuando el pensador está a cargo, abordas las cosas desde un lugar conveniente. Puedes responder a la pregunta: ‘¿Es esto lo que realmente quiero hacer?’” Dice. “Cuando el pensamiento está a cargo, puede que te esté deteniendo.”

Para saber la diferencia, busca estas dos banderas rojas.

– Tu excusa suena como una vieja historia. “Si te has dicho esas mismas cosas antes, y sientes que no estás mirando objetivamente la situación,” dice David.

– Tu excusa está rodeada por emociones de ansiedad, miedo o ira. “Las emociones son difíciles y una excusa te da alivio,” dice David. “Te permite dejar a un lado la incomodidad. Te mantiene a salvo, pero no te permite crecer ni crear valor.”

Cuando identificas tus pensamientos como excusas, David dice que hay tres cosas que puedes hacer para progresar.

1. Anteponer los valores a la disconformidad

Una de las principales razones por las que creamos excusas es porque no queremos hacer algo difícil. E líder de una compañía, por ejemplo, puede que necesite darle un feedback negativo a un empleado. Debido a que esa es una conversación difícil, podría crear la excusa de que está demasiado ocupado.

“Eso forma una racionalización mental,” dice David. “En lugar de ello, necesitas dar un paso atrás y notar esa sensación de miedo. Decide si la acción que estás eligiendo no tomar se alinea con tus valores.”

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En lugar de ser dirigido por los pensamientos y las emociones, David dice que deberíamos estar dirigidos por nuestros valores. “Un líder puede reconocer que la equidad es un valor importante, por ejemplo. Vence la excusa pensando en que tan justo sería no dar ese feedback. ¿Qué tan justo es para el resto del equipo? ¿Qué tan justo es para ti?” David dice. “Da un paso atrás de las excusas, y uno adelante hacia los valores, te ayudará a tomar decisiones.”

2. Piensa en el largo plazo

Cuando estás atrapado en una excusa, David sugiere preguntarte si la acción te va a ayudar a ser la persona que deseas ser en el largo plazo y si es viable. Esa respuesta es una prueba de fuego que te ayudará a discernir si lo que eliges o no hacer es una excusa.

Cuando estás atrapado en una excusa, David sugiere preguntarte si la acción te va a ayudar a ser la persona que deseas ser en el largo plazo y si es viable.

“Viabilidad es la idea de mover nuestras vidas constantemente hacia lo que nos ayuda a prosperar en el largo plazo,” dice ella. “A menudo hacemos cosas en el corto plazo que nos dejan en una esquina, que hace que nos sintamos seguros, y nos proporciona una sensación de alivio,” explica David. “Puede que nos haga sentir inmediatamente mejor, en el corto plazo, pero si la idea es viable y nos sirve en el largo plazo, tenemos que verla como una excusa y avanzar a partir de ahí,” aconseja.

3. Cambia tu perspectiva

A veces las excusas provienen de ver el mundo desde la perspectiva de nuestra historia personal. Es normal aferrarte a lo que es familiar, incluso si no tiene sentido, dice David.

“Cuando ponemos las mismas excusas una y otra vez, esas excusas se vuelven tan familiares para nosotros que pueden hacerse difíciles de detectar,” dice David. “Podría ser algo que dibujaron en nuestra pizarra mental cuando estábamos en tercer grado. Nuestros cerebros interpretan las cosas familiares como seguras, incluso si no nos sirven. Eso se llama auto-verificación.”

Si te sientes atrapado, podría ser que una excusa que tú mismo te estás diciendo te esté frenando. En este caso, dedícate decididamente a cambiar de perspectiva, sugiere David.

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“Gana la virtud de sentarte en un asiento diferente en la mesa de la situación,” dice ella. “Imagina que le estás dando consejos a otra persona. Podemos sentirnos atascados, pero casi siempre podemos identificar qué hacer si nos imaginamos que la historia le pertenece a otra persona.”

Publicado originalmente en Blog.Reibox.com

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Comentarios (1)

  1. clara dice:

    Excelente texto.

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