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El mañana no es real, es una ilusión

por Marcelo Molina

“Un guerrero japonés fue capturado por sus enemigos y encarcelado. Aquella noche no podía dormir, porque sabía que al día siguiente  iba a ser interrogado, torturado y ejecutado. Entonces surgieron en su mente las palabras de su maestro Zen: “El mañana no es real. Es una ilusión. La única realidad es el Ahora. El verdadero sufrimiento es vivir ignorando esta enseñanza”. En medio de su terror, súbitamente comprendió el sentido de estas palabras, se sintió en paz y durmió tranquilamente”

Existe una enorme diferencia entre decir lo que queremos que pase mañana, a decir lo que seguramente va a pasar mañana… En el primer, caso estamos diseñando el futuro; en el otro caso, estamos creando una gran ansiedad, y posiblemente, al final, una gran frustración!

Cada vez que “sabemos” lo que “terriblemente” pasará en el futuro, no nos damos cuenta lo que estamos construyendo: un “terrible” presente, cargado con las emociones con las que ese “imaginado” terrible futuro esta asociado.

¿Cuáles son esos “terribles” futuros que estás creando HOY –al decirlos– en tu presente?
¿Cómo es que estás tan segura/o de que así será el futuro?
¿Qué es lo que te asegura que lo que fue en el pasado, inevitablemente se volverá a producir mañana?
¿Cuáles son los recursos que creés que te están faltando para hacer frente a ese “futuro” incierto?
¿Qué recursos estás dispuesta/o a conseguir para estar mejor preparada/o?

Nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que acontecerá mañana. Solo tenemos algunos indicios del pasado y del hoy, que nos pueden dar pistas. Lo único de lo que podemos estar seguros, es que lo que hagamos hoy es lo que estará construyendo –inevitablemente– nuestro mañana. Por lo tanto, hacer algo hoy para crear un futuro como lo deseo, es la mejor forma de predecirlo!

“TODO LO QUE VÍVIDAMENTE IMAGINEMOS, ARDIENTEMENTE DESEEMOS, SINCERAMENTE CREAMOS Y ENTUSIASTAMENTE EMPRENDAMOS, INEVITABLEMENTE SUCEDERÁ” (Paul Meyer)

Y hacer “algo hoy”  es mucho más efectivo, si está planificado en base a objetivos concretos, a corto, mediano y largo plazo, en cada una de las diferentes áreas de nuestra vida, mediante propósitos específicos en ellas, y con una medida de éxito explicitada para cada área. Si lo hacemos de este modo, las probabilidades de éxito son muy elevadas!

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Y aunque esto extremadamente importante, quisiera hoy hacer foco en algo –a mi juicio– más importante aún, y que generalmente queda fuera de nuestro espectro de visión hacia el futuro, ya que se trata de algo del pasado, muy valioso y especial, de gran ayuda para nosotros y para poder incorporarlo a la información necesaria para generar esos propósitos, esos objetivos y esas acciones de las que hablamos en el párrafo anterior: se trata de “LO QUE QUEREMOS CONSERVAR”.

En toda transformación que se manifiesta en el camino desde un “hoy insatisfactorio” hasta un “mañana ideal” se producen cambios, algo se obtiene y algo se pierde, algo se agrega y algo se va, algo tomo y algo suelto. En algunas ocasiones esto que se pierde, se va o suelto, es parte del diseño y es parte de lo que necesariamente se “debe” hacer para obtener, agregar o tomar algo. En otras ocasiones, se da como consecuencia del propio accionar, sin poderlo prever o sin haberlo planeado…

Si encaramos la transformación sin conocer esta valiosa información (lo que queremos conservar), existe una posibilidad de que en ese “mañana ideal” esté carente de algo de lo que no quería desprenderme, algo que para mi es realmente importante, algo que de ninguna forma estoy dispuesto a negociar.

Por esto es que, ya finalizando este último post del año, te quiero regalar estas preguntas, para tu reflexión personal:

* ¿Qué es aquello que –por ninguna circunstancia– no estoy dispuesta/o a desprenderme en mi vida?
* ¿Cuáles son los valores esenciales que guían mis acciones?
* ¿Qué quiero conservar en mi futuro, que hoy está en mi vida, y que deseo que continúe así?
* ¿Para qué quiero conservar lo que digo que quiero conservar? ¿Qué beneficios me trae?

Si considerás que en tu balance el saldo del año fue positivo, enhorabuena! Te felicito por tus resultados! Y te dejo estas preguntas para tu reflexión de mejora contínua:

* ¿En qué medida mi compromiso estuvo presente en los resultados que obtuve?
* ¿Cuánto fue producto del “azar” o la “suerte”?
* ¿Qué aspecto “positivo”, que “virtud”, que “talento” estuvo presente en todos mis logros?
* ¿Qué recursos fui capaz de generar para lograr lo que logré?
* ¿Quién/es fue/ron las personas que aportaron algo para que lograra mis resultados?
* ¿Que acciones concretas o muestras de GRATITUD puedo tener con el/ellos?

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Fuente https://entrenatuvida.blog/2014/12/31/el-manana-no-es-real-es-una-ilusion/

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