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La revolución emocional

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Soy optimista. Sinceramente creo más en las oportunidades que se abren en el futuro que en el poder de los potenciales riesgos. Esto no significa desconocer, ignorar o minimizar la importancia de las amenazas a las que habrá que hacer frente. Sencillamente se trata de creer que nuestras capacidades podrán ayudarnos a resolver los problemas que nos encontremos.

En un contexto de cambio no solo constante sino, sobre todo, rápido creo que nos vemos abocados a una revolución emocional. Hagamos un repaso de ciertos elementos del futuro que se avecina, sino de una realidad que ya ha llegado:

  • La cuarta revolución industrial supone la aparición de la robótica avanzada en los entornos productivos y en la vida cotidiana.
  • La globalización tanto de la economía como de la información y del conocimiento.
  • El cambio climático, el deterioro de la biodiversidad y las grandes migraciones humanas.

Ante el futuro la humanidad siempre ha generado movimientos cuyo objetivo podría ser el de hacer realidad ciertas utopías. En este sentido las religiones, el cientificismo, algunas ideologías políticas han servido históricamente para dotar a las personas de recursos con los que afrontar el futuro. La idea de Dios, la Ciencia, el Comunismo, entre otras, han servido para abanderar algunos de esos movimientos humanos que, a veces, terminaron en revoluciones. Es decir en cambios radicales, a veces vehiculizados a través de la violencia, que pretendían responder mejor a las necesidades humanas.

Hoy vivimos en un océano de paradojas:

  • Podemos mecanizar procesos productivos complejos pero no sabemos sacar lo mejor de cada persona.
  • La información fluye y genera un caudal tan basto que buscar bien se convierte en el nuevo acceso/restricción al conocimiento.
  • La violencia de género, el “bulling” y otros tipos de manifestaciones de crueldad y maltrato siguen presentes en nuestra sociedad y, además, parecen ganar terreno gracias a la desconexión emocional que supone el individualismo.
  • Los líderes políticos y sociales no cuentan con mucha confianza por parte de la ciudadanía, afectados por numerosos casos de distintos tipos de corrupción.
  • La educación sigue siendo más un proceso de instrucción sobre conocimientos que una escuela de valores y convivencia.
  • Y en general se ha instalado en nuestra sociedad un pensamiento políticamente correcto, amable en las formas, pero ineficaz en la búsqueda de soluciones a problemas que directamente no nos afecten a cada uno.
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Ante este panorama la esperanza es la revolución emocional, un proceso de transformación social a través del cambio individual que suponga la combinación entre la inteligencia emocional y los valores. No puede haber comportamiento inteligente que no tenga en cuenta la realidad de las personas de nuestro entorno, no hay inteligencia emocional sana sin colaboración colectiva. Hoy sabemos cómo desarrollar nuestras competencias emocionales, ¿por qué no lo hacemos?, ¿por qué mantenemos ese conocimiento alejado de la mayoría de la población? Tenemos metodologías validadas para generar equipos de innovación, para trabajar en equipo o herramientas para evaluar el “engagement”, las fortalezas personales, la satisfacción… ¿Por qué no se integran en los procesos educativos obligatorios o en los entornos universitarios? ¿Por qué las organizaciones no los usan para mejorar su eficacia y el bienestar de las personas de sus organizaciones?

Nos hace falta salir del ámbito del conocimiento, de la consultoría o del de la formación y generar un movimiento que empodere a las personas a través del desarrollo de su inteligencia emocional. Tenemos que dejar de preocuparnos solo de aprender más, de trabajar más o de facturar más y preocuparnos del futuro y de nuestro papel en él. Soy perfectamente consciente de las miradas de escepticismo que este artículo puede generar. Pero es tal vez el momento de dejar de ser aséptico y gritar que tenemos las herramientas en las manos, que solo nos hace falta usarlas…

Hoy podemos llegar a otros planetas, extraer recursos minerales de lugares insospechados, podemos comunicarnos con personas que no conocemos en idiomas que no sabemos, podemos morir de sustancias tóxicas ingeridas por propia voluntad, podemos sanar enfermedades mortales hasta hace pocas décadas… ¿Por qué no luchar para que los seres humanos podamos desarrollar todo nuestro potencial en un mundo que lo permita? La revolución emocional ya ha comenzado… ¿en que bando estás tú?

 Fuente: http://www.blogseitb.com/inteligenciaemocional/2017/04/03/la-revolucion-emocional/

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Comentarios (2)

  1. Comparto contigo que el proceso de transformación personal y emocional, ya se ha iniciado, pero todavía le falta una mayor velocidad para que la misma se refleje en un cambio que lo podamos apreciar como sociedad. Considero que en muchos casos el no alinearse con el cambio de muchas persona se debe mayormente a no querer salir de su “área de confort” porque el hacerlo genera en sus inicios un trabajo adicional, y un enfrentarse a algo nuevo y a veces desconocido.Lo veo en las Universidades, donde siguen enseñando competencias que no encajan con las necesidades del mercado. Lo veo en la empresas PYME (medianas y pequeñas) donde las tasas de quiebras son bastante altas (llegan hasta niveles del 80%) antes de los 5 años de existencia, porque sus dueños o ejecutivos no quieren iniciar el cambio interno, y le echan la culpa de sus fracasos a su entorno, el gobierno, al clima o a cualquier excusa, menos el de querer cambiar ellos como personas. Sin embargo, el cambio es inexorable, y los que no se adapten al mismo sucumbirán en el camino.

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