Por Marc Chernoff
“La felicidad depende de nosotros mismos.” – Aristóteles
Algunas personas parecen ser feliz en el exterior, pero luchan con ansiedad puerta adentro y no le dan mucha importancia a la cuestión de por qué.
Otros hacen grandes planes basados en lo que les dijeron que “deberían” hacer para ser felices: “Me voy a casar con un hombre bueno, vamos a comprar una casa, y vamos a tener tres hijos y una casa en los suburbios.”
Mientras ellos están ocupados haciendo lo que sea que los distraiga de la verdad (su verdad), son como una roca cayendo por una ladera: rebotan y reaccionan impulsivamente ante el entorno que los rodean, y meten la pata sin pensar en cosas como a dónde se dirigen.
Obtienen sus casas, a veces unas realmente grandes, y creen que ese es el significado de la vida. Y nunca se lo cuestionan hasta que se sienten vacíos por dentro, a menudo décadas más tarde. Sin embargo, sus ojos siguen mostrando la tristeza de la que se niegan a hablar, y tal vez sin siquiera saber que portan.
Así que… ¿Eres feliz?
Saber la respuesta a esta pregunta es importante. Vivir cada día de manera tal que haga posible la felicidad es un cambio de vida increíble.
Aquí tienes doce leyes básicas de felicidad que harán que la felicidad en tu vida se haga progresivamente realidad:
Gran parte del conflicto que surge todos los días en nuestras vidas existe simplemente porque no estamos viviendo alineados sinceramente con nuestros valores fundamentales; no estamos siendo fieles a nosotros mismos.
Donde sea que tu corazón esté – donde quiera que tu verdad esté – es ahí donde se encuentra tu razón para sonreír.
Tienes que estar dispuesto a tomar la oportunidad de lo que te haga feliz.
La única manera de encontrar la verdadera felicidad es siendo vulnerable de vez en cuando y correr el riesgo de ser destrozado por completo.
Sin las experiencias de la vida, serías una página en blanco, un diario en vacío, una letra no reconocida.
Lo que te hace estar VIVO es tu voluntad de vivir los desafíos de hoy, y mantener la cabeza bien alta mañana con esperanza y determinación.
Lo mejor que puedes hacer es seguir tu corazón. Toma riesgos. No te limites a tomar decisiones seguras y fáciles sólo por temor a lo que podría suceder – si lo haces, nada nunca sucederá.
Debes trabajar duro para hacer tu vida tan hermosa como los sueños que bailan en tu imaginación, y al mismo tiempo respetar cada paso del camino.
Saca lo obvio para poder ver lo significativo.
Re-descubre la sensibilidad de los ojos de tu infancia. Los ojos que veían la vida tal cual es; una hermosa recopilación de pequeñas vidas, cada una vivida en un momento instantáneo como un álbum de fotos familiar. Que veían la belleza en las flores, el arco iris y los animales salvajes. Que se maravillaron con las luciérnagas, las puestas de sol y las noches estrelladas. Que te permitieron soñar cada instante con los ojos bien abiertos.
La capacidad de encontrar belleza en las cosas más humildes hace a un hogar feliz, a una relación duradera, y a una vida preciosa.
Uno tiene que encontrar la atención plena para apreciar de verdad las cosas pequeñas mientras persigue las grandes.
Esta presente con cada paso, haz tu mejor esfuerzo, y deja ir el resto.
Siempre, siempre, siempre hay alguna razón para estar agradecido y algo interesante que aprender a lo largo del camino.
No puedes protegerte completamente de la tristeza sin blindarte también de la felicidad.
La luz necesita de la oscuridad para ser luz.
Vivir una vida feliz y positiva depende de tu capacidad para aceptar el hecho de que todo está en constante movimiento y avanzando, lejos de todo lo que existía antes.
No importa lo bueno o lo malo que sea este momento, cambiará. Eso es con lo único que puedes contar, una y otra vez.
La felicidad crece en proporción directa a la aceptación de uno mismo.
La felicidad crece en proporción inversa a las expectativas de uno mismo.
No tires abajo a los demás; levántalos.
Usa tu voz para la bondad, tus oídos para la compasión, tus manos para la caridad, tu mente para la aceptación, y tu corazón para el amor.
La comparación social nunca termina en un lugar sano y feliz. No tiene sentido compararte directamente con alguien que no seas tú, o preocuparte por ser juzgado por ser como eres.
Si sientes la necesidad de compararte con alguna otra persona, compárate con una versión anterior de ti mismo, y admira lo lejos que has llegado.
Publicado originalmente en TrucosParaVivirMejor.com