Por Ruben Alzola
Es sábado y aprovecho un excelente mediodía de primavera, excepcional aquí en Vitoria, para tomar un café en una terraza sombreada y solitaria a estas horas.
Leo un libro de Robin Sharma, un escritor motivacional y nómada vocacional, repleto de buenas y breves historias que hacen que mi pensamiento vague sin rumbo.
El silencio del parque ayuda, algo que en un par de horas no será posible. Tomo notas rápidas en una libreta y se me ocurre que pueden ser la base de una entrada que compartir con todos vosotros.
Doce fogonazos:
¿Cuidas los detalles? ¿Eres amable? ¿Sonríes? ¿Das las gracias? Nada hace pensar que, si hacemos mal lo pequeño, triunfaremos lo grande que, al fin y al cabo, sólo es algo que se compone de muchos pequeños.
¿Con quién pasas la mayor parte de tu tiempo? ¿De qué habláis? ¿Qué relación os une? Los que están alrededor nuestro conforman “nuestro mundo” y, en consecuencia, nos engrandecen o nos empequeñecen. En realidad, nada nuevo: dime con quién andas y te diré quién eres.
Es así pero ¡ojo! Quizás las palabras más importantes son aquellas que usas cuando te diriges a ti mismo.
¿Has pensado alguna vez cómo te hablas a ti mismo? ¿Siempre piensas en lo peor? ¿Eres tu principal enemigo? ¿Cómo te calificas? En buena medida, hablarás a los demás como te hablas a ti mismo y, enlazando con el punto anterior, hablarás como hablen las personas con las que te relacionas.
Si acabamos de detenernos en cómo hablas, a ti mismo y a los demás, ¿has pensado alguna vez en cómo escuchas? Seguro que cuando hablas esperas ser escuchado pero, y tú, ¿escuchas a los demás o haces tiempo para preparar tus intervenciones?
Ya sabes que tenemos dos orejas y una boca para escuchar el doble de lo que hablamos pero muy poca gente parece haberse percatado. Claro, ¡si no escuchamos!
¿Cuántos de tus planes realmente se concretan? ¿Tu vida es un permanente cuento de la lechera? Algunos se pasan la vida haciendo planes y, entre plan y plan, curran un poquito para que se hagan realidad. No, no, no, no. La proporción es exactamente la inversa.
¿Cómo va ese diálogo interior? ¿Alguna vez te preguntas cómo ha ido tu día? ¿En qué la has cagado y en qué lo has bordado? Sin ese diálogo interior de calidad, sin esa auto-evaluación es imposible la mejora.
¿Te quejas mucho de tus compañeros? ¿Y de tu jefe? ¿Verdaderamente predicas con el ejemplo? ¿Qué haces tú por el equipo? No nos olvidemos que “equipo” puede referirse a muchos escenarios, desde el que formas con tu pareja, tu familia o amigos, hasta el que formas en el trabajo.
¿Vives permanentemente bajo una nube negra? ¿En serio es tan malo todo?
Ver sólo lo malo es una enfermedad que padecemos algunos y distorsiona la realidad. Ver lo malo es bueno si nos sirve para tomar acciones que intenten cambiar la realidad. Ver lo malo es letal cuando nos paraliza y nos impide disfrutar de todo lo bueno que tenemos que, muchas veces, es mucho más que lo malo de lo que nos quejamos.
¿Sabes diferenciar entre lo que está en tu mano y lo que no?
A veces nos culpamos de cosas en las que ni hemos participado, ni tenemos poder alguno para alterar. A veces, damos lo mejor de nosotros pero los resultados no son los esperados. Saber aceptar esto, sincera y sabiamente, te va a evitar unos cuantos malos ratos gratuitos. Personalmente ha sido una lección muy dura de aprender.
¿Cómo recargas las pilas durante tu día a día? ¿Consigues “desconectar”?
El cuerpo y la mente requieren de renovación diaria. Es como si tuviéramos una batería que hay que recargar. Y, ¡ojo!, las baterías no se recargan simplemente apagando el móvil. Elige actividades que recuperen tus niveles (deporte, lectura, simplemente el silencio…) y no confundas esto con mera pasividad.
¿En serio te sorprendes el día en que explota esa discusión?
Puede ser pero, normalmente, la rana se va cociendo en la cazuela a fuego lento. Activa tu termostato y si sientes calor, ¡salta fuera del puchero! Como decía al principio, cuida las pequeñas cosas y vendrán los grandes resultados pero, no lo hagas y vendrán grandes desastres.
Hay una cita de John Henry Newman que dice que “el crecimiento es la única prueba de que vivimos”. Y yo me permito añadir: la única prueba de que crecemos es hacerlo día a día.
Mejora sobre mejora alcanzaremos unas dimensiones que simplemente son imposibles de conseguir de un solo salto. Tu vida es como un videojuego, no puedes saltar del primer nivel al último, de la primera a la última plataforma, sin ir poco a poco venciendo a los monstruos de final de fase que nos plantea la propia vida.
Fuente: https://escuelapararicos.net/doce-ideas-robin-sharma-reflexionar/
Excelente
Me alegro mucho que te haya sido de utilidad, Maria Teresa
Recibe un cordial saludo
JC