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Sentir

Por Julia de Miguel
Cuánto cuesta sentirse…parece tan sencillo. La inteligencia emocional está presente en muchos ámbitos, en la empresa, en el aula, en la familia, en los medios de comunicación…se habla de emociones y de lo importante que es conocer esos estados emocionales para poder gestionarlos y vivir con mayor bienestar. Y son avances estupendos y ahora toca dar un paso más.
Hablamos de emociones, proponemos teorías acerca de ellas, damos pautas para gestionarlas…y yo siempre digo en los encuentros que realizo que las emociones no se piensan, se sienten. Y eso no nos es tan fácil. Porque sentir comienza en el cuerpo. Las emociones se sienten en nuestro cuerpo cuando se nos encoge el estómago, se tensa nuestro cuello, se cierra la garganta, la cabeza parece que nos estalla, nos sudan las manos…avisos a veces sutiles, a veces tan evidentes que si no les escuchamos llegan en forma de contracturas, tics, enfermedades…
Hasta hace poquito tiempo, yo pensaba que sabía sentirme. Y me he dado cuenta de que no…yo pensaba mis emociones y era bastante experta en auto-engañarme. Si, porque para sentir, hay que ser valiente, tomar como cómplice a tu cuerpo y estar despierta. Llevo tanto tiempo tratando de controlar lo que siento, camuflarlo, justificarlo…que cuando decides volver a tu cuerpo, escucharle, no sabes muy bien cómo. Es como comenzar a hablar un nuevo idioma, el de las sensaciones de tu cuerpo, un lenguaje universal que nunca miente.
He buscado herramientas que me llevasen a vivir con mayor bienestar, en el aquí y ahora, con serenidad, calma…y me doy cuenta de que no hay herramientas, ni fórmulas mágicas, que la clave está en sentirme. Cada vez que soy capaz de ir a mi cuerpo, observarle y sentir…estoy dando pasos de gigante hacia mi bienestar, estoy siento sincera conmigo, recibiendo a mi emoción, sin escaqueo, sin justificación, con humildad y sin prisas, sin expectativas.
Si, si, sin prisas ni expectativas.  No se trata de sentir para que la emoción se vaya cuanto antes, sino de estar ahí con ella, darla espacio, acogerla…y escucharla. Porque las emociones vienen para darnos un mensaje, para que las escuchemos. Sólo entonces desaparecen.
El problema está en que nos enganchamos a ellas, creemos que somos la culpa, la rabia, la frustración, el miedo, la envidia, los celos…incluso a veces, necesitamos ese “chute emocional” para sentirnos vivas/os y no, no somos nuestras emociones. Esas emociones que sentimos son tan sólo energía, pero al juzgar lo que sentimos, se convierte en una energía con carga, pesada, que no nos permite fluir, vivir ligeros, actualizados.
Y aquí está lo más potente. Ser consciente de que esa rabia que siento es tan sólo una energía que está mal direccionada. No es una energía que tengo que enfocar hacia el otro, hacia quien yo creo que es el culpable de lo que siento, es una energía que pide ser dirigida hacia otros lugar, para otro fin que no es el de tratar de hacer cambiar al otro para yo sentirme bien. ¿Sabes? las emociones siempre, siempre, hablan de mi. Son un mensaje para mí, nada tienen que ver con la pareja, mi jefe, mis hijos/as, mis compañeros de trabajo, los políticos….y es que todo lo que yo siento, todo, son emociones que traen un mensaje para mí. 
Y cuando llegas a este punto…dejas de echar balones fuera. Ya no hay espacio para esa Julia víctima, sólo queda, abrir bien tus sentidos, escuchar a tu cuerpo, activar ese observador que todos y todas llevamos dentro, que nos permite sentir a flor de piel, recibiendo todo tipo de matices, eso si, siendo consciente de que tú no eres esa emoción, eres mucho más que eso y que eso, es un mensaje, tan sólo eso. Es en este punto, cuando te conviertes en un ávido observador de lo que pasa por dentro, cuando te tornas conquistador de tu sentir, cuando comienzas a descifrar esos mensajes que son sólo para ti.
Es entonces, cuando comienzas a vivir el bien-estar, la serenidad, la calma. Porque vivir presente, aquí y ahora, serena/o, en armonía, no es un fin, no es un objetivo, es la consecuencia de aprender a sentirte, escucharte, validar ese mensaje que trae tu emoción…y soltar, dejar ir, a su ritmo, sin presión ni expectativas,,,a tu mensajero.
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