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Nueva oportunidad

“Podemos creer que todo lo que la vida nos ofrecerá mañana es repetir lo que hicimos ayer y hoy. Pero, si prestamos atención, percibiremos que ningún día es igual a otro. Cada mañana trae una bendición escondida; una bendición que solo sirve para este día y que no puede guardarse o desaprovecharse. Si no usamos este milagro hoy, se perderá. Este milagro esta en los detalles de lo cotidiano; es preciso vivir cada minuto porque allí encontramos la salida de nuestras confusiones, la alegría de nuestros buenos momentos, la pista correcta para la decisión que ha de ser tomada. No podemos dejar nunca que cada día parezca igual al anterior porque todos los días son diferentes. Presta atención a todos los momentos, porque la oportunidad, el “instante mágico”, está a nuestro alcance”
(Del libro “A orillas del río Piedras me senté y lloré” ~ Paulo Cohelo ~ 1994)

La mañana del sábado 23 de abril de 2016 me levanté temprano, iba a participar de una jornada de trabajo entre colegas, en la sede de la asociación profesional. No me imaginaba lo que estaba a punto de pasar unas pocas horas después… Es más, nunca –hasta esa tarde– me había imaginado que eso que sucedió, me podía pasar a mi…

Sin duda, ese día iba a ser totalmente diferente al anterior, y a todos los anteriores… y ese “instante mágico” del que habla Cohelo, se hizo presente con toda su potencia, no fue sutil –definitivamente– ni tampoco podría haberlo considerado una oportunidad en ese momento.

Hizo falta un año de reflexión, de búsquedas, de estar atento, de observarme, de estar presente, para darme cuenta de todo lo que ese suceso inesperado había traído a mi vida. Puedo distinguir hoy que no fue un momento “difícil” como muchos de los que había vivido en el pasado (muerte de mi padre en la adolescencia, pérdida de empleo, problemas económicos, crisis espiritual, separación y divorcio, etc.) sino que fue una instancia límite, en donde la permanencia en esta vida estuvo riesgo…

Me tomó once meses hasta poder volver a hacer footing (trotar) que era una actividad que hacía regularmente previo al incidente, y de la cual no me había dado cuenta lo mucho que lo disfrutaba, lo mucho que lo necesitaba…

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“No experimentamos las ventajas de un estado hasta que probamos los sinsabores de otros. No conocemos el valor de las cosas hasta que nos vemos privados de ellas” ~ Daniel Defoe

Demoré seis meses en volver a caminar como lo hacía antes del “suceso”,  recuperar el ritmo y velocidad habitual fue una cuestión de re-entrenamiento… Y me sorprende cómo la memoria celular y la autopoiésis de todo el sistema, hace que se restablezcan las capacidades y habilidades luego de las crisis. En este re-entrenamiento, encontré que la persistencia en buscar el estado de presencia (estar presente aquí y ahora) me facilitó considerablemente la recuperación.

“La vida nos pone en el camino las experiencias que más necesitamos para la evolución de nuestra conciencia. ¿Cómo saber si ésta es la experiencia que usted necesita? Porque es la experiencia que está viviendo en este momento” ~ Eckhart Tolle

Poder tomar esa “experiencia” como lo que estaba necesitando en ese momento de mi vida, para mi evolución, obviamente no fue lo que pensé en ese momento crucial… Lo que realmente pensé en ese momento fue: “Esto no me puede estar sucediendo a mí…” y el siguiente pensamiento fue… “Por qué NO a mi…? Y eso… me salvó la vida!

Pude aceptar que lo que estaba sucediendo, estaba sucediendo, y que negar o resistir lo que estaba sucediendo, me iba a complicar aún más la “existencia” (que poco a poco se estaba extinguiendo…). Luego del “shock” inicial, de la sorpresa –todo paso muy rápido, en tan solo unos pocos segundos– me dispuse mentalmente a hacer una revisión de todo lo que había “dejado” la vivencia traumática… la respiración corta hasta el esternón, y entrecortada, y el ritmo cardíaco acelerado, sudor frío en la frente, tensión en muchas partes del cuerpo, un cosquilleo “eléctrico” que me subía de los tobillos hacia los muslos…

Fue preciso que llegara la ambulancia en el tiempo y forma oportunos, que me recibieran en el hospital más cercano, que me atendieran médicos idóneos, con los elementos apropiados, en el tiempo adecuado, para que se resolviera la crisis de manera conveniente… Y eso también fue parte del milagro. Un hospital público, en una zona “deprimida” de la ciudad, con una afluencia de casos inusitada –para mi–, esa noche del sábado, ingresaron más de 12 casos similares al mío en un par de horas…!

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Luego de los primeros auxilios (placa radiográfica y suturas de heridas de por medio) me alojaron en un pasillo, a la espera de una cama. Tuve la suerte que en esa espera no estaba solo… a mi lado estaba mi pareja y compañera de toda la vida, brindándome su amor, apoyo y contención. Luego llegaron mis hijos y un par de amigas… Dado ese contexto y lo sucedido algunas horas atrás, la compañía de estos seres queridos, fue un bálsamo para el alma…

“Llámalo clan, llámalo red, llámalo tribu, llámalo familia: como quiera que lo llames, quienquiera que seas, necesitas una” ~ Jane Howard

Cierro aquí esta primer parte de la nota, para no hacerla muy extensa. La continuaré en una segunda parte, pero antes, te (y me) regalo algunas preguntas a modo de guía para la reflexión:

  • ¿Qué incidencia tiene mi historia, mi pasado, en la idea y decisiones relacionadas con mi futuro?
  • ¿De qué manera puede ser el futuro, una oportunidad en mi presente?
  • ¿Qué sucesos, experiencias, vivencias del pasado siguen impactando en mi presente y condicionando mi futuro?“

“El momento presente es el campo en el cual transcurre el juego de la vida. No puede jugarse en ningún otro lugar” ~ Eckhart Tolle

Fuente: https://entrenatuvida.blog/2017/05/28/nueva-oportunidad/

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