Por Angela Bernardo.
Una tercera parte de la población mundial es extrovertida. Pero, ¿qué ocurre con las dos terceras partes restantes? Descubre que ellos también pueden ser buenos líderes.
Uno de los desafíos más importantes cuando decidimos dar el salto y convertirnos en emprendedores, es ver qué necesitamos para tener lo que se denomina normalmente “madera de líder“. Para ello, muchas veces buscamos en las librerías títulos como los siguientes: 10 pasos para convertirte en un buen jefe, Las claves del liderazgo, u obras similares.
Y no es por denostar ninguno de estos títulos, pero siempre existe la duda sobre si realmente funcionan, o a veces proporcionan más bien consejos que han de seguirse con un poco de sentido. En otras palabras, ¿el emprendedor nace o se hace? A esa pregunta ya tratamos de darle respuesta anteriormente.
En el caso de que aceptemos que podemos forjar en buena medida nuestro carácter, ¿cuáles serían las claves que deberíamos tener en cuenta? Muchas veces, cuando pensamos en grandes líderes de la política, la economía u otras áreas, nuestra imaginación nos lleva a pensar en personas con una gran capacidad para mantener relaciones fluidas con otros individuos, ser extrovertidos y abiertos.
Resulta en cierta manera lógico que nuestra mente tenga este “perfil psicológico de liderazgo”, ya que tanto para cerrar negociaciones como para establecer colaboraciones, solemos pensar en figuras no reservadas, sino más bien en personas que se explayen hablando y no tengan precisamente un carácter tímido.
La respuesta parece ser que sí. En un artículo publicado en El Economista, se confirmaba que el 40% de los ejecutivos se consideraban personas introvertidas. Algo que parece chocante, desde luego, con la concepción clásica que solemos tener de la figura del liderazgo.
Pero lo cierto es que personas como Bill Gates, fundador de Microsoft, o el mismísimo Warren Buffett, se habían considerado en alguna ocasión como “personas introvertidas”. ¿Cómo llegaron hasta la cima del éxito de los negocios si tenían un carácter tímido? ¿Tuvieron que transformar su personalidad para llegar tan alto?
Ese planteamiento es el que tiene Susan Cain, abogada y consultora especializada, que se describe como “introvertida” a pesar de haber estado trabajando en Wall Street. Según su planteamiento, Cain construyó un personaje más allá de sí misma, que hacía todo lo que ella no podía o quería: hablar en público, llevar negociaciones o gestionar equipos de manera directa.
Tras varios años de trabajo en la que se convirtió en una afamada especialista en su campo, Cain decidió escribir un libro sobre las personas tímidas y su relación en los puestos laborales.
En esta obra, Cain explica que al menos una tercera parte de la población mundial ha de considerarse extrovertida. Un porcentaje realmente alto, tanto de compañeros de trabajo como de muchos de nuestros familiares. Están ahí. Convivimos con ellos. Incluso puede que una de esas personas seamos nosotros mismos.
Obviamente la respuesta no es sencilla, y como estamos ante un peligro enorme de caer en una absurda generalización, podríamos recurrir a Jarabe de Palo, y contestar: “Depende”. Está claro que existirán buenos líderes que sean personas sociables y extrovertidas, y gente que gestione mejor a pesar de tener un mayor grado de timidez.
Sin embargo, es importante destacar que, como explica Susan Cain en la charla TEDx, la mayor parte de publicidad que se realiza acerca del liderazgo, gira en torno a la alta capacidad de sociabilidad. Pero, ¿qué ocurre con los menos extrovertidos? ¿Qué características aportan en los ambientes de trabajo y en la gestión de equipos?
No significa que estemos ante ambientes de trabajo mediocres o parados. Simplemente nos encontramos ante ambientes distintos, que en ningún caso deberíamos menospreciar. Como decíamos al principio, en muchos casos el emprendedor se hace, no nace, por lo que forjar un carácter personal único es necesario para dejar marca.
Fuente: https://manuelgross.blogspot.com.ar/2017/07/tres-beneficios-organizacionales-de-los.html