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Filosofía de la Estrategia

por Mauricio Lefcovich

Vivimos momentos signados por rápidos y profundos cambios, en los cuales los individuos deben adaptarse rápidamente a nuevas situaciones a los efectos de poder continuar en la lucha diaria en la búsqueda de su pleno desarrollo y felicidad. Ante cambios tan rápidos y continuos es necesario tomar una pausa, detenerse, contemplar la esencia de los acontecimientos. De ese análisis crítico, en la cual la mente debe penetrar más allá de lo superfluo para llegar a la esencia de las cosas, debe surgir con claridad las acciones a realizar. Acciones que deberán adoptarse con precisión, creatividad y decisión, a los efectos de lograr los objetivos establecidos.

Para ello debe prepararse la mente, debe preparársela para contemplar, imaginar, atacar y cambiar sus propios paradigmas, crear, y filosofar sobre la esencia de las cosas y el cambio. Sólo una mente preparada puede ver lo que otros no ven, y en ello está la diferencia.

Muchos miran, pero pocos ven. Una cosa es observar un movimiento y otra muy distinta saber la razón del mismo. Quienes tienen la capacidad de combinar el racionamiento puro con la imaginación y la intuición tienen una poderosa ventaja estratégica, pues no sólo pueden comprender y adelantarse a los hechos, sino que además pueden aprovecharse de dicho conocimiento y creatividad para generar nuevas situaciones. Como el judoca que utiliza la fuerza del contrario para derribarlo y dominarlo, el estratega debe utilizar su fuerza mental para dominar la situación del entorno volviéndola provechosa y favorable para sí. Es la forma de convertir la amenazas de las crisis en oportunidades.

El estratega debe estar preparado tanto para el pensamiento abstracto y la creatividad, como también para dominar sus nervios y actuar con rapidez y energía. Sólo basta contemplar los hechos acaecidos recientemente en materia económica, como también en torno a la seguridad para darse cuenta de la necesidad tanto a nivel de Estado, como de empresas, de contar con estrategas que actúen con velocidad y precisión a los efectos de salvar y pasar a dominar la situación.

La estrategia como forma de contemplar el acontecer, adelantarse al futuro mediante la imaginación, crear nuevas reglas de juego y, definir con precisión objetivos y formas de alcanzar las mismas, debe ser elevado a un marco filosófico por los valores, estructuras de pensamiento, formas de conocer, y sistemas de análisis que están en juego.

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De tal forma, el pensar estratégicamente es una forma de filosofar sobre nuestro futuro, como individuos, el de nuestras actividades, empresas y sociedad. Quién no determine su futuro, dejará en otro la determinación del mismo.

Como componente fundamental de este quehacer filosófico tenemos la necesidad de determinar con claridad nuestras misiones, y digo nuestras porque son más de una. Tenemos nuestras misiones como personas, como padres de familia, como ciudadanos, como profesionales, y como empresarios entre otros. Estando las misiones sujetas a nuestros valores, de donde podemos observar con mayor claridad la interdependencia entre la misión y los valores.

Nuestras misiones y valores sirven de referencia para la determinación de los objetivos estratégicos y de los medios de los que haremos uso para su concreción. Dichos objetivos están sujetos no sólo a restricciones éticas, sino también a restricción de recursos. Es la creatividad la forma en que trataremos, haciendo uso de unos recursos limitados, de concretar nuestras misiones.

Cuanto más filosofemos acerca de la naturaleza y esencia de las cosas, más capacidad de contemplación tendremos para identificar aspectos cualitativos singulares y puntos de inflexión en los procesos sociales, culturales, económicos y políticos.

Sólo con un pleno equilibrio y dominio de sí mismo el estratega tendrá la sensibilidad para captar los cambios de su entorno, y comprender la naturaleza profunda de los hechos.

De tal forma cuando muchos ven un reloj en un Rolex, el estratega verá en él una forma de estatus social, y cuando para otros el negocio es vender brocas, para el estratega se trata de vender agujeros. Depende de cómo cada uno vea los objetos, los negocios y los cambios sociales, es como podrá sacar partido de ello. Como antes se dijo, el poder competitivo está en la capacidad de ver lo que la mayoría no ve.

Depende de cómo veamos las cosas, de cuales sean nuestros paradigmas, será la forma en que producimos y ofrecemos los bienes y servicios, o la manera en que trataremos de dar solución a nuestros problemas empresariales o sociales. Por ello es que tiene tanta importancia y trascendencia tomar conciencia de los efectos que los paradigmas tienen en nuestro proceder, y así proceder a descubrirlos y evaluarlos críticamente, para de tal forma recrear nuestros conceptos.

En los negocios, como en la vida, existe un gran parecido a una partida de ajedrez, cada decisión que adoptemos en cada movimiento condicionará nuestros movimientos futuros y el resultado final. El estratega al igual que el ajedrecista debe contemplar la situación, analizando e imaginando los hechos futuros, y adelantarse a ellos, creando además las condiciones para lograr la ventaja competitiva.

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Hoy más que nunca la diferencia fundamental estará dada por nuestra capacidad estratégica. En la estrategia está la base del éxito.

 

Autor:             Consultor Mauricio Lefcovich

E-mail:             mlefcovich@hotmail.com

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