En la mitología griega, Procusto era un hermoso bandido y posadero del Ática que tenía su casa en las colinas, donde ofrecía posada al viajero solitario.
Allí lo invitaba a tumbarse en una cama de hierro donde, mientras el viajero dormía, lo amordazaba y ataba a las cuatro esquinas del lecho.
Si la víctima era alta, Procusto la acostaba en una cama corta y procedía a serrar las partes de su cuerpo que sobresalían: los pies y las manos o la cabeza. El reinado de terror de Procusto finalizó gracias al héroe anónimo Teseo.
El síndrome de Procusto se ha convertido en un símbolo del conformismo y la uniformización, un mal común en los anales de la historia humana.
Someter a nuestros semejantes al lecho de Procusto, –también llamada cama de Procusto-, es un estándar arbitrario para el que se fuerza una conformidad exacta. Se aplica igual a aquella falacia seudocientífica en la que se tratan de deformar los datos de la realidad para que se adapten a la hipótesis previa.
De la misma forma que se aplica en la empresa –pública o privada-, en la que el mediocre gobierna y a cuenta de no ser superado, procede a cortar los cuerpos que sobresalen o a fuerza atenúan su brillo.
Los Procustos, son sin duda seres muy comunes en todos los niveles de las organizaciones, pero mucho mas en puestos de poder. Allí; van “cortando” trozos de personas –por extraño que suene-, y mermando con violencia sistemática las capacidades de sus congéneres. La razón es simple; los opacan y ellos no pueden darse esa libertad. Sin duda se trata de un mal muy extendido en las organizaciones.
El “Síndrome de Procusto” en síntesis, lo padecen aquellos que cortan la cabeza o los pies de quien sobresale, los mediocres y los conformes.
Los Procustos en los tiempos actuales no saben gestionar el talento, tienen miedo de “el nuevo”, “el joven”, “el proactivo” y también del cambio; aman su status quo y su zona de confort… en vez de optimizar los recursos que tienen a su cargo y sacarles el máximo rendimiento en su propio favor, prefieren rodearse de aquellas personas que, o bien se bajan el perfil para no ser cortadas o bien son de la “medida indicada” para la “amplitud de su horizonte”…
Quienes hemos caído presa de algún Procusto, nos queda la esperanza de ser hallados por algún Teseo… un héroe anónimo que decide por accidente, por encargo o por venganza, aplicar la misma dosis a Procusto.
Bien decía David Ogilvy, el padre de la publicidad: “Si cada uno de nosotros contrata a gente de menor talla que la nuestra, nos convertiremos en una empresa de enanos. Pero si cada uno de nosotros contrata a gente que es más grande de lo que somos nosotros, nos convertiremos en una empresa de gigantes”.
Los Procustos; inconscientes de que lo son:
No obstante; los Procustos si son conscientes de que:
Estas conductas generan las mas comunes conductas y consecuencias en la organización, como:
Como dije al inicio; el síndrome de Procusto se ha convertido en un símbolo del conformismo y la uniformización, lo cual ha sido un mal común en los anales de la historia humana hasta nuestros días.
No siempre es algo personal contra alguien especifico, sino la traducción de una vida frustrada, llena de envidias y disconformidad con su propia existencia.
Fuente: https://excelencemanagement.wordpress.com/2017/11/17/el-sindrome-de-procusto-el-gran-mal-de-las-empresas-actuales/
Muy bueno
Muchas gracias Luis!
Saludos cordiales
JC