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La incorporación de nuestras hijas a la empresa familiar

Por Angel L. Valverde

En el estudio analizan una pequeña muestra de hijas de empresarios familiares, y analizaron las consecuencias de la incorporación de estas a sus negocios.

on muchas las ocasiones en las que los planes de relevo generacional ponen sobre la mesa las dudas de los empresarios sobre la incorporación de los hijos y nos solicitan aclaración sobre como proceder. Sin embargo, las prisas por la incorporación de los hijos que los padres tienen les hacen olvidar que las circunstancias personales de cada uno determinan unas consecuencias diferentes.

Como he tenido ocasión de comentar alguna vez, las prisas no son buenas. Con una cierta reflexión el lector puede aventurar cuales son los problemas de contexto con los que las mujeres de la familia e incluso las esposas del empresario se encuentran al aterrizar “obligadas” por las circunstancias, en la empresa.

Evidentemente, la conciliación de la vida familiar con la empresarial es mucho más compleja para ellas y muchos especialistas en empresa familiar han estudiado dichos conflictos desde hace décadas, ya que los mismos y, sus posibles soluciones, han ido cambiando a lo largo de los años como consecuencia de las lentas mejoras que han ido produciéndose en los derechos civiles de las mujeres.

Pero la incorporación de las hijas y esposas tiene un componente personal y sentimental que no ha cambiado a pesar de los avances legislativos. La presencia de las mujeres en la empresa familiar no ha cambiado en modo alguno los roles de la familia en el hogar y, en muchos casos, en mi opinión la gran mayoría, los lindes entre el trabajo en la empresa y en la familia son muy difusos.

La necesidad o las prisas que tienen los padres, ambos, de incorporar a las hijas no debe servir para beneficiar a uno de los platos de la balanza, familia o empresa, sino que debe garantizar la estabilización del sistema completo familiar de nuestra hija.

El papel familiar que la mujer empresaria lleva a cabo en su propia empresa es crítico para esta última ya que conduce y aglutina la energía positiva de la familia en la empresa.

Sin embargo, esos saltos mortales que la mujer es obligada a dar entre el bienestar de su familia y la empresa perjudican su bienestar individual y su sacrificio opera en su contra ya que las obligamos a mantener un doble trabajo.

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En mi experiencia, la incorporación de los hijos a la empresa exige a la familia en su conjunto la planificación de los programas de incorporación y conciliar los compromisos de la familia para llevarla a buen término sin que las sacrificadas de mantener los valores familiares en la empresa sean nuestras hijas.

El entorno cultural y legal de nuestro tiempo ha intentado, no se si logrado, que el nivel formativo de nuestros hijos de ambos sexos se haya cuanto menos normalizado. La evolución ha sido positiva y en las últimas décadas la incorporación a la empresa de nuestras hijas se va produciendo con una formación académica similar a la de los varones.

La preocupación de ellas es la misma que la de nuestros hijos varones. En muchas ocasiones las obligamos, por una falta de política sucesoria, a incorporase en una edad temprana y con pocas alternativas de haber logrado experiencia adicional a la que adquieran en su empresa familiar.

Del mismo modo, su presencia en puestos directivos es menos representativa que la de los hombres de la familia a pesar de que la proporción de hijos en la familia suele ser similar.

Es decir, a nuestras hijas les ofrecemos un doble trabajo; desempeñar su función profesional en el negocio conforme con sus estudios y aunar y extender valores familiares en la empresa. Demasiado trabajo para una sola persona. Debemos al menos conocer esos dos trabajos que les ofrecemos y preguntarlas si quieren ese doble reto.

En efecto, las hijas son portadoras en muchos casos de los valores familiares, trabajo, esfuerzo y compromiso y quedan perjudicadas sin saberlo por las medidas de conciliación familiar ya que por la relevancia familiar de sus puestos de trabajo son condicionadas a disfrutar la conciliación familiar de forma más “suave” que el resto de la plantilla de su empresa. Decir que además lo hacen voluntariamente.

Las ventajas de incorporarse a su empresa familiar son muchas: flexibilidad de horario, orgullo de pertenencia, valores compartidos y sobre todo poder aplicar la dirección por valores familiares que yo tanto predico y que es prima hermana de la dirección por objetivos.

Las desventajas asumidas por las hijas por el hecho de incorporarse a la empresa de la familia son también muchas y de diferentes tipos. La falta de vida propia familiar, la eterna comparación con los padres, el exceso de dedicación horaria a la empresa familiar y la sensación de tener diariamente que llevarse la empresa a casa.

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Por lo tanto, antes de intentar o “aconsejar” como padres a nuestras hijas su incorporación al negocio familiar es imprescindible humanizar y adaptar la empresa o el negocio a los tiempos actuales; dar tiempo a terminar los estudios, lograr que todos, hijos e hijas, tengan la oportunidad de buscar una experiencia propia fuera de la empresa y animarlos a rodearse de personas que les puedan aportar confianza, conocimiento y lealtad, aunque sean más brillantes que ellos.

De este modo, su trabajo solo tendrá una faceta, la del trabajo. La parte familiar se debe compartir entre todos.

Respecto de la percepción que las propias hijas tienen del conflicto de incorporación en la empresa familiar y volviendo al artículo que sirve de base a estas líneas,el mismo se produce con mayor frecuencia con sus hermanos varones o con la madre y con mucha menos frecuencia con el padre gerente.

El estudio destaca, que la percepción que tienen las hijas de los empresarios es que el hecho de ser mujer no la condiciona para ocupar puestos de dirección en la empresa.  No obstante, acostumbrado a trabajar con familias empresarias, el conflicto de genero existe y en muchos casos supone una barrera a la incorporación de las hijas que debe tratarse con la colaboración de la familia en su totalidad.

No olvidemos, que nuestras hijas entran en nuestras empresas por lealtad, compromiso y por ser conocedoras de los valores familiares.

Que en su gran mayoría están dispuestas a perder flexibilidad familiar y tienen que, además de desempeñar su función en la empresa, “enseñar” y “obligar” a su familia a entender y respetar los limites de su vida con el negocio.

Los padres y hermanos estamos obligados a ayudarlas a lograrlo y que sea más sencillo.

Fuente: http://www.laregion.es/articulo/euro/incorporacion-nuestras-hijas-empresa-familiar/20180115162638762155.html

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