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Yo no tengo una varita mágica

Ni la tengo ni muchísimo menos la quiero.

Nuestra vida, nuestras interacciones diarias con personas, están repletas de expectativas. Depositamos expectativas sobre los otros y si éstos no actúan tal y como nosotros esperamos, nos frustramos/enfadamos/quejamos/lloramos/lo que sea.

Piensa en ello. Es casi delirante. Jugamos una y otra vez a creer que las personas que nos rodean tienen poderes adivinatorios y el enfado porque no ocurre lo que nosotros queremos que otras personas hagan, circula por nuestra cabeza de forma repetida una y otra vez.

En las relaciones personales, esto nos trae cientos de quebraderos de cabeza. Es un tema del que hablaré algún día más en profundidad porque realmente me apasiona. Pero hoy quiero hablaros de cómo las expectativas que depositamos en las personas que se dedican al área de los recursos humanos y de la orientación profesional condicionan nuestra relación con ellos y, en buena parte, nuestro éxito profesional.

Allá voy:

¿Crees que mi perfil de LinkedIn refleja bien mi perfil profesional?

¿Quito la foto y la edad del CV?

Estoy en desempleo y estoy contemplando varias opciones para iniciar mi búsqueda, ¿Cuál de éstas me recomiendas que escoja?

¡¡¡¡¡Y yo qué sé!!!!!

Es la respuesta a las tres y a las múltiples preguntas de esta índole que cada día recibo en mi bandeja de entrada o a través de mis redes sociales. No me he vuelta loca (te lo prometo), déjame que me explique:

Tienes que cambiar tus expectativas sobre lo que yo puedo hacer por ti.

 Tienes que saber que no existe el corto plazo, no existe el sí y el no a secas y que no existe la receta. Y si algún profesional te la da, es que o no lo es tanto o te está quitando de en medio con una respuesta generalista que beneficia muy muy poco a nuestra profesión y, sobre todo, a ti.

Puedo iniciar contigo un proceso de búsqueda, de autoconocimiento, de maravillarte con lo que tienes dentro y nunca habías visto, de acompañamiento en tus salidas a por tu éxito y en tu estrategia de cómo enseñar tu talento. Puedo ayudarte a modificar tu lenguaje para que te beneficie a ti y a lo que sabes hacer. Puedo superar contigo esas creencias que tanto te limitan y que hacen que creas que no puedes. Puedo hacer contigo eso y muchas cosas más. Pero nunca nunca podré darte una respuesta firme de esas características sin que tú y yo hayamos trabajado en ti.

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Y te pido que dejes de esperar que alguien lo haga.

Porque sólo te llevarás equivocaciones y palos de ciego.

Ni los orientadores…

Esta es la razón fundamental por la que te oigo decir muchas veces de los orientadores:

“Es que los orientadores nos volvéis locos. Unas veces que con foto, otras que sin ella. Unas que seamos arriesgados, otras que tratemos de pasar desapercibidos… No saben ni ellos cual es la respuesta correcta”

Y, en la última parte, tienes toda la razón. No hay respuesta correcta. Todas ellas son válidas, pero lo son en función de ti. En función de cómo seas tú, de cuáles sean tus objetivos y tus circunstancias particulares, de cuál sea tu estrategia y de que cuál sea tu compromiso para llevar a cabo las acciones que te acerquen a tus objetivos.

Así que no, no estamos locos. La extrema dificultad de mi trabajo (cuando lo haces bien) radica precisamente en no proporcionar fórmulas generalistas para todos.

Porque esto es lo fácil pero esto no tiene éxito. Porque sólo tiene éxito cuando tu grado de adherencia a las acciones que hemos acordado que vas a tomar es tan alto que no me cabe duda de que las vas a llevar a la práctica. Si no te sientes identificado con ellas no lo vas a hacer. Y tenemos que trabajar para que hagas. Y todo ese conjunto de acciones, pautas y estrategias surgen de ti. Yo te ayudo a que veas muchas opciones que a ti no se te habrían ocurrido, te ayudo a tomar decisiones y estoy contigo en el proceso de elección de las que mejor te vengan a ti. Pero no te digo lo que tienes que hacer. Ni a ti ni a nadie.

Ten esto muy claro, porque si no creerás que nosotros estamos locos y creerás que tú estás perdido. Con o sin acompañante, siéntate y recoge toda nuestra información para ayudarte a elaborar TU propia estrategia. Pregúntate una y mil veces si eso es lo que más te conviene (tal y cómo yo te haría si estuviéramos trabajando en una sesión). Piensa que todas las opciones tienen su parte buena y su parte mala y argumenta en consecuencia. Asegúrate de conocer todos los riesgos y si estás dispuesto a asumirlos, adelante. Pero que todo lo que hagas, lo hagas con tus razones de peso previamente estudiadas y analizadas.

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Así, y por ponerte un ejemplo gráfico y que todos entendemos, podrás ver personas que han trabajado en sesiones de desarrollo profesional conmigo que tienen foto en su CV y otros que no, personas que han apostado por un diseño más transgresor y otros que se sienten más cómodas defendiendo un formato más clásico. Y todas ellas son, en este caso, igualmente válidas porque son fruto de un enorme trabajo de autorreflexión.

Ni los profesionales de gestión de personas…

Lo mismo ocurre con las expectativas que se generan en torno a los profesionales de RRHH.

¿Cómo va a ser capaz de saber si soy válido o no? ¿Quién se cree que es para juzgar mi adecuación al puesto? ¿Me discriminan por…. ?

No tienen una cámara de visión interior de tu potencial. No la tienen y no se la puedes exigir. No somos adivinos. Si no me enseñas quién eres y lo que puedes hacer por mi empresa, yo no tengo manera de saberlo. Si en la entrevista te muestras reticente a hablar de ti, si no te enseñas, si no te comunicas de forma eficaz y si no me das información relevante para el puesto y con ejemplos que ya hayas vivido, me resulta imposible hacerme una idea medianamente fidedigna de cómo eres.

Y  siento ser tan cruda, pero todo lo que no sea trabajar en aprender a enseñar con más gusto tus bazas, es tirar balones fuera de tu tejado para salvaguardarte.

Podemos debatir sobre la profesionalidad  o no del entrevistador (en este punto también me gustaría que distinguiésemos entre un profesional de RRHH y una persona que realiza entrevistas, la diferencia es abismal y muy a tener en cuenta), pero la parte sobre la que tú tienes control es tu responsabilidad. Trabaja y esfuérzate en proporcionar esa información de forma eficaz para que el entrevistador pueda tener una visión ajustada de ti.

Yo tengo que hacer muchos esfuerzos en entender, en interpretar, en valorar, en ofrecerte información transparente sobre la empresa y el puesto, pero hay una parte que no puedo controlar. Y si tú no haces bien tu trabajo como entrevistado, yo no puedo hacer bien el mío como entrevistadora. Los dos tenemos unos objetivos claros, los dos debemos querer que ambas partes ganen, ninguno de los dos debemos tener posición dominante (yo tengo el trabajo y tú tienes el talento, a los dos nos interesa llevarnos bien) pero te pido por favor, que no esperes a que ningún iluminado venga a descubrirte.

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 O aprendes a enseñar bien tus cartas y de la forma adecuada o seguirás cayéndote en los procesos de selección. Y, lo siento, pero en parte y pese a todo, será tu responsabilidad.

Considero que un reajuste en cuanto a estas expectativas que hemos hablado te ayudará  (mucho) a progresar en tu carrera profesional, a aclarar tus ideas y a tomar el rumbo de lo que realmente importa: tú, tu talento y tu potencial, tus ganas y las estrategias que lleves a cabo para enseñar todo esto de forma brillante y eficaz y usando los canales más idóneos.

Ya sabes que si quieres, estaré feliz de acompañarte y de celebrar cada pequeño gran paso por todo lo alto.

Fuente: http://elenaarnaiz.es/no-una-varita-magica/

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