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La cultura de la queja: ¿realmente sirve quejarte por lo que sale mal?

por Melania Garbú

La queja parece algo que viene de serie con el ser humano. Cuando vives cualquier situación y no sale como te gustaría, te quejas ante cualquier persona o, si no tienes a nadie, lo haces contigo mismo y empiezas a dar vueltas y más vueltas a ese contratiempo.

A veces pienso que vivimos en una especie de cultura de la queja. Cuando hablo con familiares y amigos, siempre hay una parte de la conversación que consta de alguna queja. Lo curioso es que esto mismo no solo me pasa cuando hablo con personas de confianza: muchas de las veces que estoy en la cola del supermercado escucho a la gente quejarse.

¿Eres consciente de cuánto tiempo pasas quejándote?

Si lo piensas, seguramente te des cuenta de que es bastante. Y ahora, dime una cosa: ¿qué te aportan las quejas? ¿Cómo influyen en tus relaciones con los demás?

En un primer momento, la queja te alivia porque necesitas exteriorizar tus sentimientos y descargar un poco el problema. Pero esto es solo momentáneo.

Si te instalas en la queja no serás feliz. ¿Por qué?

En la vida hay muchos problemas y tu satisfacción se basa en tu capacidad de superarlos.

Si te quejas constantemente, construyes un muro ante ti que te impide superar los contratiempos.

Cuando te quejas, no resuelves nada. Es más: contribuyes a crear más malestar a tu alrededor.

Esto no significa que no puedas comentar con otras personas algo que te ha pasado o una situación con la que no estás de acuerdo, te duele o te molesta. Pero si lo haces con mucha frecuencia, puedes llegar a cansarles e incluso pueden llegar a considerarte una persona tóxica.

Vivir en una queja constante y manifiesta te impide resolver tus problemas y sin darte cuenta trasladas la responsabilidad de solucionarlos en terceras personas. Por eso, lo mejor que puedes hacer es dejar a un lado las quejas y ponerte inmediatamente a buscar soluciones.

Aunque no lo creas hay un abanico grande de posibilidades que se abre ante ti.

Cambia la queja por una propuesta constructiva

No siempre es posible cambiar las circunstancias, pero sí podemos cambiar la manera de interpretarlas. Para ello debes aprender a valorar lo que tienes. Y eso significa agradecer.

Cambia la cultura de la queja por la del agradecimiento.

Agradecer y valorar lo que tienes hace que tu conducta sea más responsable ante los retos de tu día a día. Tu capacidad de agradecer puede ser ilimitada una vez que eres consciente de los detalles maravillosos que tiñen tu vida cada día.

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¿Eres de las personas que se instalan en la queja y les cuesta encontrar salida a sus dificultades?

Entonces te ayudará mi libro Atrévete a tenerlo todo. En él te enseño a descubrir el poder que tienes de cambiar y elegir. Solo así podrás ver el abanico de opciones que tienes ante ti para que los contratiempos se conviertan en oportunidades.

¿En qué medida la queja me impide valorar el momento presente? ¿Puedo hacer algo para cambiar aquello de lo que me quejo? Me harás muy feliz si lo compartes conmigo en los comentarios.

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