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El poder de dar pequeños pasos

Por  Francisco Alcaide

En el último post titulado Tus ganas de aprender determinarán tu futuro, comentábamos cómo tenemos a nuestra disposición la herramienta más poderosa para llegar donde queremos llegar: nuestra capacidad de aprender.
Allí decíamos: «Esta vida todo se decide y todo se aprende. Primero decides lo que quieres, y luego aprendes todo lo que sea necesario para llegar donde quieras llegar».
Entonces, ¿por qué mucha gente no consigue lo que quiere?
A menudo, en las entrevistas que me realizan me preguntan cuál es el principal pecado que se comete en los procesos de cambio y transformación personal, y siempre respondo lo mismo:

 
IM-PA-CI-EN-CIA


Hace algunos días, dando la conferencia inaugural del Congreso Inmboliario AIC18 (@AICalafell) en Calafell (Tarragona), hablé con detalle de este tema. En esta vida nadie fracasa, sólo hay gente que abandona en algún momento del camino. La gente se fija metas, se pone en marcha y al no ver resultados, desiste. Si continuase lo conseguiría, pero decide abandonar en algún tramo del trayecto.

John Wooden, considerado el mejor entrenador de la historia del baloncesto universitario norteamericano (NCAA), decía cierta vez:
«Cuando mejoras un poco cada día, al final ocurren grandes cosas. Cuando mejoras tu forma física un poco cada día, al final se produce una gran mejora en tu forma física. No mañana, ni al día siguiente, pero al cabo del tiempo has hecho un notable progreso. No hay que buscar mejoras rápidas y espectaculares, sino mejoras pequeñas, día a día. Ésa es la única forma en que ocurren, y cuando lo hacen, permanecen».
Es un consejo sencillo, pero que poca gente pone en práctica. Además, los pequeños pasos desactivan los miedos que producen los grandes desafíos y permiten ganar seguridad en cada paso que damos para seguir dando otros más.
El éxito alimenta la autoestima y un pequeño éxito
te lleva a abordar retos más grandes
Si nunca has hablado en público y te ofrecen dar un charla en el Estadio Santiago Bernabéu y aceptas, probablemente seas víctima de la ansiedad, aquello salga mal y no quieras volver a saber nada más de estar delante de una audiencia. Por el contrario, si aceptas dar un pequeño discurso en un cumpleaños, colegio de tu hijo u otro evento, y lo preparas a conciencia —ver post El éxito ama la preparación—, aquello saldrá bien, ganarás confianza y te atreverás poco a poco a cotas más ambiciosas. Nunca olvides que:
La confianza es el alimento del talento, y la confianza se gana con entrenamiento
James Altucher, conocido personaje del mundo del desarrollo personal que aparece en Aprendiendo de los mejores 2 (Alienta, 2018), da un recomendación muy básica pero muy efectiva:
«Haz. un poco cada día. Si quieres escribir un libro, no te obsesiones con su entrega. Escribe una página cada día y haz esa página de manera excelente. Al final de la semana tendrás siete páginas, y al cabo de un mes treinta. Continúa con esa marcha y tendrás el libro acabado».
Y añade:

«Crear algo único, hermoso y valioso es muy difícil. Es muy especial hacerlo. No sucede rápido. No busques dar el pelotazo rápido. Pocos lo consiguen. El éxito es algo de largo plazo, aunque en el camino, encontrarás muchos pequeños éxitos que celebrar».

La mejor manera de comerse un elefante, se ha dicho una y mil veces, es bocado a bocado. El problema, como siempre, es que queremos llegar demasiado rápido a destino, nos queremos comer el elefante de golpe, nos indigestamos y abandonamos.
Gary Vaynerchuk (@garyvee), del que hablamos aquí en El poder de interacción de las personas, siempre recalca:
Sé tan paciente como ambicioso
La paciencia es tan importante para alcanzar grandes gestas —no se siembra hoy y se recoge mañana—, que le dedicamos el Capítulo 32 de nuestro libro Tu futuro es HOY (Alienta, 4ª edición) donde explicábamos el ejemplo del bambú chino como metáfora del desarrollo personal. Allí escribimos:
«El funcionamiento del bambú chino es el siguiente. Tras plantar la semilla, no se ve nada durante aproximadamente cinco años, salvo un brote muy diminuto. Todo el crecimiento es subterráneo; se está construyendo una compleja estructura de raíces que se extiende en vertical y horizontalmente por la tierra. Luego, al final del quinto año, el bambú chino crece velozmente hasta alcanzar una altura de veinticinco metros».
Y añadimos:
«Algo parecido ocurre en los procesos de desarrollo personal. Cierto día uno decide ponerse en marcha para cumplir su sueño. Trabaja sin descanso, pero no ve resultados. Así una semana tras otra, un mes tras otro, pero nada ocurre y las cosas parecen como al principio. Entonces, aparecen las dudas y los momentos de debilidad emocional en los que uno empieza a cuestionarse cosas. Algunos, ante la incertidumbre del futuro, desisten y prefieren volver al refugio. Otros continúan, pero poco tiempo después también abandonan. En definitiva, la mayoría desiste y sólo un puñado muy reducido insiste: son los que terminan por ver realizados sus sueños».
Hace algún tiempo acuñé una fórmula que creo que resulta visualmente muy útil y que no deberíamos perder nunca de vista:
Poco + Poco = Mucho
 
Un poco sin importancia, más otro poco sin importancia, más otro pocos sin importancia… acaba haciendo una gran diferencia con el paso del tiempo. No es complicado de entender, pero vivimos muy aferrados al corto plazo, y al éxito rápido y fácil y así es complicado consolidar algo grande. Las cosas necesitan su proceso de despegue, maduración y consolidación. Ninguna marca se construye de un día para otro (te animo a que leas la historia de Nike, en la autobiografía de su fundador Phil Knight recogida en Nunca te pares).No es la velocidad sino la constancia la que te hará llegar lejos. En la fábula, la tortuga gana a la liebre, a pesar de que esta última era más rápida. Si tienes un sentido claro de dirección (sabes lo que quieres), trabajas todos los días en esa dirección (constancia) y no renuncias a ello (paciencia), las cosas tienen que acabar funcionando. Recuerda siempre a Zig Ziglar:

Lectura relacionada  El concepto de cambio organizacional
No se desanime, a menudo es la última llave del llavero la que abre la puerta.
Fuente: http://www.franciscoalcaide.com/2018/03/el-poder-de-dar-pequenos-pasos.html

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