Partamos de un escenario que conocemos todos: Un objetivo a largo plazo. ¿Cuál es el tuyo?
Muchos hacemos planes para el futuro (perder peso, comprar una casa, ahorrar para el retiro, etc.). Pero, a día de hoy, nos cuesta trabajo realizar las acciones involucradas con esos objetivos.
¿Crees que eres tú el único que ha hecho planes para “un mañana mejor” y se ha echado atrás al día siguiente?
Pues no, amigo. En ese barco estamos la mayoría.
Hay personas que son una fuente de inspiración para nosotros. Te dicen: “Voy a abrir un negocio”, “Voy a escribir un libro”, “Voy a comer sano” y, al día siguiente, se ponen manos a la obra.
Tú los ves cumplir con lo que han dicho, firme y consistentemente desde el minuto uno. ¿Es que ellos tienen fuerza de voluntad y tú no?
Puede ser.
O, si no tienen tanta fuerza, tienen maña, que vale tanto o más que la fuerza. Desarrollaron esas cualidades y bien que les sacan partido.
¿Por qué no probamos a hacerlo tú y yo?
Según han demostrado los teóricos de la economía conductual, el cerebro valora más las recompensas a corto plazo que las ganancias a futuro. Hace bueno el refrán: “Más vale pájaro en mano que ciento volando”.
Esta tarde, por ejemplo, tú puedes hacer planes para ponerte en forma y decidir que, a partir de mañana, te vas a levantar a las 7 para salir a correr. Tu cerebro lo ve estupendo… en ese momento.
Pero, cuando llegan las siete de la mañana y te toca levantarte, ya no le parece tan buena idea. Tu cerebro prefiere lo de siempre: la recompensa de quedarse en la cama un ratito más.
No es que tú seas particularmente flojo. Esa tendencia la tenemos todos: nos cuesta renunciar al pájaro en mano.
Es hora de dejar de sentirnos culpables por no tener la fuerza de un coloso o la exactitud de un robot al que programas para que haga determinadas acciones con puntualidad.
Somos humanos y nuestro cerebro se resiste a esos cambios, por positivos que sean.
Pero, sí, seguirá resistiéndose, especialmente en los momentos donde no brille la pasión y los hábitos nuevos no estén atornillados a tu rutina.
¿Qué “mañas” puedes aplicar para ejecutar las nuevas acciones que deseas, contando con la resistencia de tu cerebro?
Ponte creativo y dificulta la posibilidad de tener el pájaro en mano. Intenta que la opción gratificante sea más difícil que la deseable.
Veamos ejemplos.
Esa es la idea. Para evitar que el cerebro, automáticamente, elija lo que más le gusta, trata de que lo tenga menos accesible.
Ponte el comienzo más fácil.
Te dejo un vídeo que le dediqué a la cuestión y sirve también para el punto que sigue. (Duración: 4’10”)
Muchas veces el problema no está en la acción, sino en empezarla. Una vez que estás haciendo ejercicio o estudiando, por ejemplo, te cuesta menos seguir adelante.
Al contrario del punto anterior, aquí se trata de ponerte la acción deseable lo más fácil que puedas.
Imaginemos que yo quiero estudiar un nuevo idioma por las tardes. Lo ideal sería dedicarle un par de horitas y hacer cierto número de ejercicios todos los días.
Vale. Eso es lo ideal.
Pero, como me cuesta, he de bajar el listón a un nivel más asequible, a fin de reducir la resistencia. No me voy a exigir estar las dos horas ni completar todos los ejercicios desde el primer día.
Ya llegaré a las dos horas. En principio, lo más importante es que esa acción forme parte de la rutina diaria. Empezaré por pocos minutos y pocos ejercicios. Y, cuando ya esté acostumbrada, iré subiendo el listón.
Así el listón esté bajísimo, es importante que decidas de antemano cuándo, dónde y durante cuánto tiempo vas a estar realizando la acción que te concierna.
Esa cita contigo mismo también va a facilitarte que cumplas con lo que has planeado, ya sea un hábito o una acción aislada.
Para que veas (o veamos, ya que yo también sigo aprendiendo), la fuerza de voluntad no es lo único que nos puede servir para conquistar nuestros objetivos a largo plazo.
También manda la creatividad, que va a reflejarse en cómo sorteamos los obstáculos para arrancar de una vez con las acciones “deseables”.
Fuente: https://tusbuenosmomentos.com/ideas-practicas-objetivos-largo-plazo/