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La rentabilidad de las empresas familiares

Por Eric Bendahan

Dejar la crisis atrás exige un cambio estructural de la economía productiva en España. El país se desangra.

Numerosos estudios académicos han analizado la rentabilidad de las empresas familiares. Anderson y Reeb publicaron el más conocido de ellos en 2003 en el Journal of Finance, y demuestra que, durante el periodo comprendido entre 1992 y 1999, las empresas en manos de familias americanas que cotizaban en bolsa superaron ampliamente la rentabilidad de las empresas no familiares. En términos de rentabilidad sobre el capital, observaron que las empresas familiares superan en un 6,5% a las empresas no familiares del S&P 500. En Europa occidental, estudios sobre distintos periodos han llegado a conclusiones similares. Nuestro propio análisis en 2012 de las empresas familiares en Europa, también confirma esas observaciones.

Incluso si se descartan las sociedades financieras, que raramente se encuentran en manos familiares y cuya rentabilidad ha sido inferior durante el periodo estudiado, el superávit de rentabilidad de las empresas familiares alcanza el 50% a 10 años. Un análisis a nivel sectorial demuestra que el superávit de rentabilidad persiste y si se dejan a un lado las mega caps, entre las que, por lo general, no hay empresas familiares, no se observa ninguna diferencia significativa en función del tamaño de la empresa. Esta mayor rentabilidad ha inducido un incremento sensible de la ponderación de las empresas familiares en el índice bursátil europeo a lo largo de los años.

En un mundo preocupado sobre todo por los resultados inmediatos, las empresas familiares tienen la ventaja al basar su acción en una visión a largo plazo. Por su propia naturaleza, las empresas familiares adoptan un enfoque patrimonial, que garantiza la alineación de los intereses de la empresa con los de sus accionistas. Esta concordancia permite plantearse inversiones a más largo plazo, aunque puedan tener un impacto negativo en la rentabilidad a corto. Esta visión es posible gracias a la estabilidad del accionariado y del equipo directivo. Esta orientación al futuro también permite desarrollar una marca fuerte, clave del éxito futuro.

Otra de las características interesantes de las empresas familiares reside en la mayor solidez de su balance. El punto de vista de una familia es muy distinto del de un accionista externo, que pretende ante todo maximizar sus beneficios, y de ese modo hacer subir la cotización de la acción en bolsa. Una empresa familiar será menos dependiente de los movimientos de los mercados bursátiles, y podrá emprender gastos en infraestructuras y de investigación y desarrollo más importantes y anticíclicos.

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En cuanto a los riesgos, el más obvio es el de la dependencia de la empresa de su fundador o su consejero delegado. No es infrecuente que una empresa floreciente a primera vista no sobreviva a la desaparición de su fundador. Por lo tanto, es fundamental hacer una planificación adecuada de la sucesión. Otro aspecto de este riesgo reside en el poder absoluto del directivo fundador. Y es que muchas veces, una empresa de éxito está estrechamente vinculada a su fundador, que concentra todos los poderes y buena parte de los conocimientos específicos. Por lo tanto, puede tender a sobrevalorar sus propias capacidades, y tomar decisiones demasiado agresivas llevando a la empresa a la ruina, simplemente porque tiene el poder y nadie se lo puede quitar. Para un accionista ajeno a la familia, es imprescindible prestar atención al gobierno empresarial. Hay que asegurarse de que se preserven debidamente los intereses de los pequeños accionistas, sobre todo en las operaciones de capital.

Asimismo, debido a la estructura del capital, las empresas en manos familiares son menos propensas a convertirse en objeto de operaciones de compra hostiles. No obstante, aunque este aspecto puede resultar beneficioso en ciertos casos, también puede impedir ganancias bursátiles notables. En cuanto a la cuestión de la generación a la que pertenecen los propietarios familiares, una empresa cuyo fundador también es el propietario y el directivo no tiene las mismas características que una empresa en manos familiares desde hace generaciones.

Aunque la concentración del poder de la propiedad y de la gestión en unas mismas manos puede desembocar en una gestión más agresiva, aun así esas empresas son las que mejores resultados cosechan. En este caso nos encontramos en la situación del dictador ilustrado, pues el poder de decisión está en manos de quien mejor conoce su producto y su mercado. Un dirigente así puede correr ciertos riesgos, pero a menudo lo hace con conocimiento de causa y de manera oportuna. Las mayores rentabilidades a menudo provienen de una intuición, que habría sido difícil hacer aprobar a un comité o a un focus group de consumidores. Una cita famosa atribuida a Henry Ford resume bien esta realidad: “Si hubiera preguntado a mis clientes qué querían antes de fabricar mi coche, me habrían contestado ‘caballos más rápidos'”.

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Fuente: http://www.eleconomista.es/firmas/noticias/4407459/11/12/la-rentabilidad-de-las-empresas-familiares.html

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Comentarios (2)

  1. Norberto Montes Granada dice:

    Geosaludo
    Un tema bien interesante, más aun cuando en nuestro medio abundan las empresas familiares.
    Exitos.

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