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Yo Tengo Razón, Tú estás equivocado

Por Carlos Salinas  

Siempre escuchamos que de la discusión nace la luz y que las dictaduras eliminan la discusión; en consecuencia, sólo se puede estar seguro de algo luego de haber sido debatido. Pensando así resulta absurdo negarle validez a la ?discusión? como método para alcanzar la verdad. ¿Cómo se puede criticar nuestra mejor y más auténtica herramienta de análisis? ¿No sería, acaso, negar con ella lo mejor de nuestra civilización greco-latina?

Pues De Bono, en este libro se mete con ella. Su idea, expresada en dos líneas, consiste en que la discusión no conduce a la verdad; solo a ganar en el torneo verbal. Un torneo con sabor medieval, como la ?prueba de Dios? o arrojar al presunto culpable a los leones. Si sobrevive, es prueba del favor divino.

Uno puede ganar, en una discusión, por estar mejor informado. También por tener un mejor dominio del idioma; incluso por utilizar las triquiñuelas del debate (como lo saben bien los abogados). En cualquier caso, convencer o cerrar la boca al adversario, es una maniobra psicológica ¿tiene esta operación algo que ver con el análisis razonado de las causas y las consecuencias?

¿Yo tengo razón? es un buen final, apetecible, como cualquier victoria que se alcanza en una competición. ?Tú estás equivocado? es tanto el resultado que se pretende obtener, como el cierre de una búsqueda que se da por concluída. El debate no volverá a iniciarse hasta que alguien no salte al ruedo repitiendo las palabras rituales: ?Yo tengo razón??.

Yo tengo razón tu estás equivocado condensa la esencia de nuestros hábitos de pensamiento tradicionales que fueron implantados por el último Renacimiento?.

¿En que se basa la ciencia, el derecho y la política? indaga De Bono. Y su respuesta es: en la ?argumentación?. Se basa en el supuesto que las dos partes enfrentadas no pueden tener la razón al mismo tiempo; y en que tampoco pueden estar las dos, simultáneamente, equivocadas.

La lógica de la identidad y la contradicción rige nuestros debates. El que mejor puede manipularla tendrá la recompensa de la ?verdad?. Trofeo codiciable para cualquier abogado o líder político. De ?verdades? ganadas en innumerables debates está sembrado el camino de tantos y tantos siniestros errores colectivos. De Bono se pregunta por las condiciones adecuadas para descubrir, conjuntamente, las posibles soluciones a un problema; y sin negar que, en su momento la controversia puede ser necesaria, descubre que hay otras alternativas al enfrentamiento ritual.

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Necesitamos, y esto es una reflexión personal, nuevas palabras para designar el tipo de actividad de búsqueda conjunta, no antagónica, de nuevas soluciones. Nombrar es un poderoso recurso para considerar lo no visible, las consecuencias que por lejanas no son evidentes. ¿Qué nombre dar a la acción cooperativa en la búsqueda de la verdad, y que a la vez, considere respetuosamente las diferencias de valores y experiencias individuales o colectivas?

Así es como: ?En el lenguaje creamos deliberadamente categorías mutuamente exclusivas, tales como acertado/equivocado y amigo/ enemigo, con el fin de practicar esta lógica de contradicción?. Uno está de un lado? o del otro. No puedes compartir ideas de dos partidos políticos antagónicos. No es lógico aceptar conclusiones de tu opositor, cuando no aceptas los supuestos que él considera esenciales.

En cambio este libro pretende demostrar, (también argumentando) que sí se puede hacerlo. Y que la lógica del descubrimiento y la creatividad es diferente a la lógica de la demostración.

Una manera de investigar esta cuestión es preguntarnos: ¿cómo llegamos a desarrollar un instrumental intelectual que nos ha proporcionado un impresionante desarrollo científico y tecnológico; y que también ha creado problemas tan peligrosos como aparentemente insolubles?

De Bono entiende que el pensamiento argumentativo de origen griego es magnífico, un ?procedimiento formidable? para atacar los dogmas eclesiásticos que en su momento sofocaban a la sociedad. Como así también un excelente medio para combatir las numerosas herejías que asolaron la Edad Media y el Renacimiento.

Es evidente que con el ¿fin de derrotar la herejía, el sistema era sumamente eficaz, porque el pensador podía partir de conceptos comúnmente aceptados (axiomas), tales como ia omnipotencia de Dios, para sacar de ellos consecuencias lógicas?. No es de extrañar, entonces, que tanto los que defendieron la Fe como los que la atacaron utilizaran las mismas herramientas (aunque no por ello se desdeñaron otras menos sutiles como la hoguera, la horca y el cuchillo).

El caso es que nuestro pensamiento occidental (en otras culturas, como las orientales, es diferente) se basa únicamente en la argumentación utilizando la lógica como prueba de toque de cualquier posible fallo. De Bono no niega la validez de la argumentación. Sería un planteo paradójico, ya que él es un brillante argumentador. Sólo se limita a señalar sus insuficiencias: ¿Donde falla es en la presunción de que las percepciones y los valores son comunes, universales, permanentes o incluso generalmente aceptados?.

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Su interés principal se encamina a demostrar las consecuencias negativas que tiene en el plano de la investigación y la creatividad. ¿El pensamiento crítico, tan estimado en nuestra civilización, ha tenido algunas desafortunadas consecuencias. El pensamiento crítico carece de los elementos productores, generadores y creativos que son tan necesarios para abordar los problemas y hallar la manera dé seguir adelante?.

¿Es correcto estimular, solamente, una manera de pensar que considera al ¿error? como un virus que debe ser exterminado? De Bono se pregunta si se puede aprender a conducir con corrección evitando equivocarse.
Obviamente no. Con esta actitud ¿la mejor estrategia seria dejar el coche en el garaje?. Al igual que en el aprendizaje de la conducción, no se deben evitar los errores a toda costa. En cambio sí es conveniente crear un ambiente adecuado para que esos errores no sean peligrosos y permitan al conductor aprendiz incorporar, gradualmente, los automatismos necesarios.

La creatividad del pensamiento no puede subsistir en un ambiente excesivamente crítico, porque impide el desarrollo de nuevas soluciones para los nuevos problemas. Se necesita el desarrollo de un pensamiento ?constructivo? para los importantes desafíos de esta época.

Ese pensamiento no es fruto directo de los métodos argumentativos que tan buena fortuna hicieron desde el medioevo. Hay muchas ¿verdades? que lo son simultáneamente; lo que significa que pueden ser verdades que, puestas una al lado de la otra, resulten contradictorias entre sí.

En realidad no se trata de desechar la ¿argumentación?, insisto una vez más. El mensaje de libro comentado (apoyado en diversos ejemplos y múltiples reflexiones) consiste en una llamada de atención sobre los peligros de un razonamiento encastillado. Una vuelta imperceptible al razonamiento medieval, capaz de infinitas sutilezas, pero totalmente estéril para solucionar los problemas de su época.

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