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Aprender a escuchar

por Carlos Alemañy

Nos han sido dadas dos orejas, pero en cambio una sóla boca, para que podamos oír más y hablar menos (Zenón de Elea).

El geométrico incremento reciente de la cantidad de información ha hecho mucho más reducidos los espacios destinados a la ESCUCHA.

No es lo mismo oír que escuchar. Oír es un fenómeno de orden fisiológico y pasivo; no podemos dejar de oír (a menos que nos tapemos los oídos). Escuchar es un proceso psicológico y activo; y podemos dejar de escuchar cuando queremos. Porque nos aburre lo que se dice, porque ya nos lo sabemos, porque viene de alguien que no nos merece confianza… la atención, en cambio, se focaliza en lo que nos interesa escuchar.

Con el escuchar sucede como con otras funciones tan comunes y corrientes como el respirar. Todos tenemos que respirar; pero muy pocos respiran bien. Es algo que nunca se nos enseña, siendo así que es una destreza que ocupa el 60% de nuestra actividad comunicativa y que puede ser impedida por: falta de atención, falta de motivación, falta de concentración, excesiva ansiedad…

Por tanto, debemos verificar nuestra práctica de escuchar, para corregir los malos hábitos adquiridos y para mejorarla por el entrenamiento.

Carl Rogers, Eugene Gendlin y Robert Carkhuff han insistido mucho en las motivaciones y estrategias del escuchar.

Carl Rogers, insistió como ninguno en la importancia de la escucha empática y en las actitudes básicas de una acogida incondicional y en la calidez de la escucha, así como en el evitar la interrupción y el dar consejos.

Podemos aprender de las veces en que nos hemos sentido escuchados en nuestros sentimientos más profundos, por alguien que no nos juzga ni evalúa. Así como de las ocasiones en que sentimos que otros no nos han escuchado!

Eugene Gendlin: le añadió el “focusing” a la escucha empática de Rogers. El habla de un escuchar absoluto. Escuchar a otra persona sin poner nada tuyo, simplemente indicándole si lo sigues o no en lo que te cuenta. Eso sólo, permite al otro iniciar un proceso muy profundo del cual puede quedar uno pasmado. Vas repitiendo los puntos de la otra persona, según los entiendes, o simplemente le indicas con sinceridad cuando te pierdes: ¡quieres repetirme eso, que me perdí!

Gendlin da 4 indicaciones muy prácticas:

  1. Para demostrar que has escuchado, forma 1 o 2 oraciones con el significado de lo que la persona quería transmitirte.
  2. Con tus propias palabras, pero conservando las palabras de la persona en los puntos delicados
  3. Cuando la persona se complica y se enreda, retoma 1 o 2 expresiones sobre lo que crees que es el núcleo de la comunicación, y deja que la persona lo corrija o añada. Repite lo que ellos han cambiado y añadido hasta que lo entiendas justo como ella, y sólo entonces forma tu oración para decir lo que significa lo expresado.
  4. Cuando pidas aclaración, hazlo utilizando los aspectos que han quedado claros. ¡No le digas nunca: no he entendido nada!
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Habla solamente para decir que entiendes al repetir lo dicho o para pedir repetición o clarificación.

Robert Carkhuff: También discípulo de Rogers como Gendlin, pero que se fue distanciando de su maestro, insiste mucho en las destrezas de atender, observar, escuchar. Escuchar es una destreza aprendida, como un escuchar activo que consume gran cantidad de energía. Hay que recordar y retener los contenidos verbales así como el tono emocional en el que son dichas las cosas, para descubrir el “marco de referencia”” del interlocutor.

Indica varios pasos o estrategias conductuales para mejorar la escucha.

  1. actualizar la motivación por la que uno escucha, justo antes de escuchar. Este paso es crucial y se parece al ¿A dónde voy y a qué? De San Ignacio.
  2. Quedarnos con los datos esenciales del contenido de su mensaje. Para ayudarse, uno puede responderse las preguntas ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Por qué?.
  3. Suspender el juicio personal (que es algo muy difícil) como parte de la acogida incondicional.
  4. Resistir las distracciones externas e internas.
  5. Escuchar el tono emocional, el ritmo, etc.
  6. Retener los puntos clave del contenido como fruto de la mejor motivación y atención, para poder responder con mayor precisión al otro.

Eso permitirá al otro profundizar en el nivel de auto exploración. Es aprender a entrar en el mundo referencial de quien es escuchado, sin invadirlo ni distorsionarlo.

Los bloqueos intra personales en la escucha

Todos estos expertos insisten en que la dimensión terapéutica del escuchar crece en la medida que disminuyen los ruidos internos y se logra focalizar en el proceso de la atención psicológica interna, que es como podría definirse la escucha.

Es importante, pues, descubrir cuáles son los obstáculos intraprsonales, las distracciones habituales y los contagios emocionales que impiden escuchar la voz interior.

Se pueden señalar 3 áreas en las que conviene detectar los ruidos interiores que convendría limpiar, para mejorar la calidad de nuestra escucha.

2.1. Área física

Un cuerpo cansado o somnoliento tendrá grandes dificultades para escuchar. Cada uno debería conocer sus ritmos. Aquí entran además los ruidos, los teléfonos…

2.3. Área emocional

Hay momentos en que debemos poner aparte los sentimientos para poder escuchar al otro; el cual requiere que primero seamos conscientes de ellos. Saber si antes de interactuar estamos ansiosos, agresivos, heridos, temerosos…, para poder poner esto a un lado.

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Indudablemente que en la interacción con el interlocutor surgirán también sentimientos o emociones respecto a él o a los temas que toca. Hay que hacerlos conscientes que no se conviertan en bloqueos o contagios emocionales. Estas emociones favorables o desfavorables que se desencadenan en nosotros, impiden de hecho mantener la distancia empática facilitadora. A lo mejor toca mis miedos o mi agresividad y vulnerabilidad. 

Facilitar un espacio de consciencia a este posible salir de uno mismo y poder acoger de formas más objetivas los sentimientos del otro. No asustarnos de que surjan; saber pararlos y analizarlos más adelante permitirá estar completamente presente al otro.

Área cognitiva

Es la que mas bloquea y dificulta. Mientras el otro habla bulle todo un mundo de ideas irracionales, otros pensamientos, prejuicios, “rollos mentales”, preparación de soluciones… Los principales son:

Los prejuicios (políticos, culturales, morales, de personalidad) no es posible evitarlos del todo. Aprender a que interfieran lo menos posible.

Las ocupaciones de la mente: la sabiduría holística invita a “poner la mente donde está el cuerpo”. Qué difícil seguir al otro donde esté, para no caer atrapados en nuestras propias pantallas mentales y quedar por tanto cerrados al otro.

Se ha comprobado que la persona es capaz de captar mensajes a una medida de 600 palabras por minuto. Sin embargo, la conversación de ordinario trae entre 100 y 140 palabras por minuto. ¿Dónde está nuestra mente en todo ese tiempo libre? En la medida en que seamos conscientes de nuestro yo interior, estaremos abiertos plenamente al encuentro con el otro, de modo que nos resulte nutricio.

Trabajo personal sobre la escucha

En los dos últimos meses:

  1. ¿Por quiénes te has sentido realmente escuchado? ¿No escuchado? ¿Cómo lo has sentido en tu cuerpo? ¿A cuántas personas has escuchado realmente? ¿Qué personas han logrado con tu ayuda poner palabras a sentimientos confusos o amenazantes? ¿o han auto explorado mejor en tu compañía?
  2. ¿Qué emoción te bloquea la escucha antes o durante la conversación con el otro? ¿Cuáles son tus sentimientos/emociones más vulnerables?
  3. ¿Cuáles son tus filtros mentales y cognitivos? ¿Vagar de la mente? ¿Buscar soluciones? ¿Tener de parecer incompetente?
  4. Prueba actualizar la motivación cada vez que recibas a alguien.
  5. Haz una pequeña lista de personas a las que habitualmente no escuchas, no prestes atención y desconectas enseguida de ellas. Junto al nombre de la persona pon un epíteto que te aclare ese bloqueo: aburrida, repetitiva, le tengo manía, no me interesa. Ahora, durante dos semanas, trata de seleccionar una de estas personas y pon en práctica lo que aquí se te ha sugerido: actualizar la motivación, limpiar el bloqueo cognitivo, cambiar la tonalidad emocional, etc.
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Tómalo como un desafío: Quiero escuchar a personas de las que instintivamente desconecto. Al principio te saldrá artificial y forzado pero luego verás cómo puedes ir ampliando ese escuchar bien a personas y temas distintos de los habituales tuyos y notarás la satisfacción de poder entrar en campos experienciales nuevos, distintos y sorpresivos.

“Escucha! Cuando te pido que me escuches y tú empiezas a aconsejarme, no estás haciendo lo que te he pedido.

Cuando te pido que me escuches y tú empiezas a decirme por qué yo no debería sentirme así, no estás respetando mis sentimientos.

Cuando te pido que me escuches y tú piensas que debes hacer algo para resolver mi problema, estás decepcionando mis esperanzas.

¡Escúchame! Todo lo que te pido es que me escuches, no quiero que hables ni que te tomes molestias por mí escúchame, sólo eso.

Es fácil aconsejar. Pero yo no soy un incapaz. Tal vez me encuentre desanimado y con problemas, pero no soy un incapaz.

Cuando tú haces por mí lo que yo mismo puedo y tengo necesidad de hacer, no estás haciendo otra cosa que atizar mis miedos y mi inseguridad.

Pero cuando me aceptas, simplemente, que lo que siento me pertenece a mí, por muy irracional que sea, entonces no tengo por qué tratar de hacerte comprender más y tengo que empezar a descubrir lo que hay dentro de mí” 

(Cf. ALEMANY, C, “Aprender a escuchar bien” en Aprendizajes vitales, DDB, Bilbao, 1998, 63-77. Condensó IRsj).

Fuente :

Carlos ALEMANY Jesuita Profesor de Psicología Universidad Comillas. Madrid

 

 

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