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Formación Organizacional: la fuerza de una herramienta poco considerada

¿Quiénes deben formarse en una organización? ¿Cuándo? ¿Cada cuánto? ¿Para qué, por qué? La Formación Organizacional nos permite encontrar respuestas en tiempos de crisis, fortalecer las medidas exitosas y volver a pisar fuerte luego de traspiés dados. En este artículo derribamos mitos y contamos los beneficios de una herramienta indispensable para las empresas que sueñan a futuro, con un futuro que, además, sea vital.

“La formación es un lujo del cual nunca se puede tener suficiente. 
No existe punto de saturación en el saber”
Tom Watson, fundador de IBM

Es habitual ver como se generan espacios de formación para empleados nuevos o en situaciones puntuales, como, por ejemplo, el lanzamiento de un producto o un cambio de sistema operativo. Tomar este tipo de instancias como algo excepcional, o incluso no tomarlo, dado que hay empresas que nunca tuvieron una experiencia formativa, es perder una buena oportunidad de consolidación y actualización de las bases fundamentales que hacen al crecimiento de la empresa.

En pleno siglo XXI, la posibilidad de darse el espacio de Formación Organizacional no solo jerarquiza, sino que también fortalece los equipos, aporta valor a la organización y brinda la cuota de innovación justa para que la trascendencia en el tiempo no sea solamente un sueño.

Pero ¿es una realidad posible para todos? ¿Quiénes deben formarse en una organización? ¿Cuándo? ¿Cada cuánto? ¿Para qué, por qué? ¿Vale hacer ese “gasto”? ¿Cómo sostener ese “gasto”?

Hay quienes piensan que la formación la necesitan los otros, y que las consecuencias de un desfasaje en la actualización y una baja en la productividad es culpa de otras áreas u otras personas. Reconociendo que cada empresa es un mundo, vale decir que esas percepciones o voces de pasillo son, a prior, una buena señal de que es momento de generar ese espacio formativo para, entonces, reforzar y unificar criterios. Por eso, y aquí una clave del éxito de estas instancias, quienes deben participar de los talleres, charlas, o diferentes tipos de encuentros formativos, son todos los que forman parte de la organización.

Es cierto que ocasionalmente pueden darse situaciones formativas grupales que sean de áreas particulares, pero éstas no reemplazan ni son excluyentes a las de la organización en su más íntegra estructura. Y, también, es atendible que las empresas no acostumbradas a estas dinámicas puedan improvisar, y, consecuentemente, tener experiencias no positivas o que no cubran sus expectativas. La Formación Organizacional requiere enfoques profundos y objetivos claros.

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“Conformando programas de capacitación bien estructurados, basados en procesos de detección de necesidades realizados con las metodologías adecuadas, se pueden conocer las áreas de oportunidad de cada trabajador y, mediante las sesiones adecuadas, mejorar su desempeño y la comunicación interpersonal, logrando con ello una integración mucho más efectiva en la búsqueda de los objetivos empresariales”, explica en La capacitación en la empresa del siglo XXI el Lic. Manolo Macías.

¿Cómo no quedarse a medio camino, o cómo no animarse a intentar, al menos, por entender que se requiere de un departamento especializado, con logística, y, por supuesto, un presupuesto determinado? Lo primero que hay que subrayar es que lejos está la formación de ser un privilegio que solamente las grandes empresas se pueden dar. Teniendo en claro esto, el siguiente paso es buscar especialistas que realicen un trabajo formativo a medida -tanto en contenidos como en costos y tiempos ideales destinados a estos encuentros-, o sea, para que la Formación Organizacional funcione debe ser personalizada, atendiendo todas las particularidades de la empresa; y debe garantizar un trabajo a largo plazo comprendiéndola como un paso clave en la organización y, sobre todo, en la proyección, por lo que se planificarán encuentros formativos que vayan de la mano con las estrategias comerciales, comprendiendo siempre la visión, los valores y la identidad de la empresa.

Tomando nuevamente las palabras del Lic. Macías, “lamentablemente, las áreas funcionales encargadas de la capacitación son las primeras en sufrir de recortes presupuestales cuando la empresa atraviesa una crisis, y con ello merman la posibilidad de salir adelante fortalecidos, y el efecto se vuelve cíclico, no hay capacitación cuando hay crisis y no se puede salir de las crisis porque no hay una capacitación que impulse una mayor productividad”.

Por eso, los servicios externos son una gran alternativa, que , además, siempre aportan una cuota extra de sentido saludable, porque no hay vínculos ni intereses personales de por medio; de esta manera, los encuentros serán pensados y formulados sujetos realmente a las necesidades de la empresa, evitando que las jornadas se conviertan en un cruce de acusaciones, desligamiento de responsabilidades, o, lo que se conoce popularmente, en un “tirar agua para mi molino”.

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La Formación Organizacional no es un medio para descubrir o señalar ineptitudes, sino para reconocer, ampliar, aprovechar, actualizar, y, sobre todo, desarrollar aptitudes, ver “la foto completa” que en el día a día se va haciendo pequeña, por ende, nos achica la visión. También, en los debidos casos, ayuda a dejar atrás lo obsoleto y reparar equivocaciones. La Formación establece pautas, lo que repercuten en las conductas, que, a su vez, refrescan las voluntades.

Todas las relaciones merecen su tiempo y su dedicación, las relaciones laborales tienden a no verse como tal, y no se toma en cuenta como ese “olvido” luego repercute en la eficiencia, la creatividad, el compromiso y los resultados. Aunque no sea su definición, podemos, así, permitirnos definir a la Formación Organizacional como el momento en el que la empresa elige integrar esfuerzos, fortalecer el recorrido, levantar la vista para conocer nuevos caminos y abrirlos, lo que irremediablemente se convierte en una especie de ticket al futuro con la fortaleza de tener bien consolidadas sus bases.

Fuente: http://www.temas-caps.com.ar

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