Un espacio para aprender que no es necesario ser una empresa grande para ser una Gran Empresa
Home » Calidad de Vida » Al final del túnel

Al final del túnel

Por Merce Roura

ocar fondo… Uf qué mal suena, por favor. No sabes las veces que en mi vida he eludido meterme por caminos complicados y arriesgar para no llegar a eso. Para que no hubiera un día en que fallara todo, cinturón de seguridad incluido, y me tuviera que encontrar conmigo misma. Sola, sin nada a lo que agarrarme, ni ninguna puerta a la que llamar. A solas con la persona en la que menos había confiado en la vida, yo. Rota y sin nada con que pegar los pedazos, rodeada de gente que ríe porque no se da cuenta del inmenso dolor que noto en mi alma.

Aquello de lo que huyes te persigue.

Aquello que buscas ha salido a tu encuentro. 

Sólo necesitamos ser conscientes de quiénes somos y de si somos coherentes con nosotros mismos o no.

He he hecho lo indecible para no tener que mirarme a la cara y decir “Mercè, ahora estamos solas las dos, vamos a una”. Y no era solo eso, era admitir ante el mundo, aquel mundo que yo creía que siempre me miraba mal y no esperaba nada bueno de mí, que estaba en lo cierto. Que había acertado en su quiniela y era verdad, yo no era nadie ni servía para triunfar. Necesitaba “desnudarme” ante ese mundo que esperaba que fuera despiadado conmigo para darme cuenta de que incluso en la más absoluta desnudez no pasa nada, nadie puede hacerte daño si no te dejas, si no te crees, si te amas y respetas tanto que ninguna palabra puede arañarte…

He hecho todo lo que ha estado en mi mano para no tener que mostrar mi imperfección, mi vulnerabilidad, mi supuesta incapacidad para confiar en mí y me he convertido durante años en una persona “corriente” sin hacer aspavientos ni esperar nada excepcional de la vida… Era como si “portándome bien” y no esperando nada de magia en mi vida, un dios atroz y vengativo fuera a apiadarse de mí y me evitara pasar por delante del escaparate de mis miedos y enfrentarme a ellos…

Ilusa de mí… Porque ya lo sabía. Siempre lo supe. Todo llega y todo pasa. Cuánto más eludes algo, más te acercas a ello. Porque hay momentos que vivir y miedos que superar, hagas lo que hagas.

Lectura relacionada  Conviértete en parte de la gran solución

Si temes mostrarte, la vida te pondrá en el punto de mira.

Si temes decidir, la vida te obligará a tomar decisiones.

Si temes perder, la vida te hará perder tanto que al final no recordarás por qué te dolía tanto.

Si no lo haces, la vida te lo hace… 

Si temes que nadie te ame, pasarás largo tiempo olvidado por otros hasta que descubras el verdadero amor, ese que está en ti.

Cualquier necesidad de la que dependa tu estabilidad, seguridad y felicidad, se verá no satisfecha para que sepas que no es real, que no eres tu miedo, sino tu capacidad para sobrevivirlo.

Vas evitando pasar por esa esquina donde hay siempre algo que te recuerda que no estás haciéndote caso, que te dice que vayas ante lo que te asusta, que te enfrentes a tu vergüenza, a tu culpa inventada, a tu fantasma más terrible… Pero no lo haces, hasta que no te queda más remedio.

No se me ocurre en la vida nada que se pague más caro que la incoherencia.

La vida sabe que hay cosas que sólo estamos dispuestos a hacer en caso de desesperación. Sólo cuando el agua nos llega al cuello somos capaces de ceder y decidir que ya basta, que vamos a soltar y confiar. Solo cuando la alternativa es más terrible, nos sentimos con fuerzas para ponernos de rodillas y dejar el orgullo de lado, ceder y permitrnos ser libres, soltar el lastre y dejar de seguir intentando demostrar, figurar, parecer, recibir aceptación y reconocimiento… Sólo cuando no hay más remedio porque todo se tambalea, decidimos amarnos y ponernos de nuestra parte.

Y el momento llega. Podríamos dar el paso antes, pero somos tan testarudos que necesitamos caer hasta el fondo, hundirnos en el lodo más pegajoso para darnos cuenta de que nos hemos privado de sentir y notar la vida a través nuestro, que hemos evitado ese miedo, ese dolor, esa situación… Que hemos acumulado emociones en cada esquina de nuestro cuerpo hasta que han estallado. Que hemos inventado un personaje para que cuando otros nos miraran no pudieran vernos.

Toda la vida intentando evitar este momento en el que te enfrentas a tu miedo más intenso y lo notas, tiritas, te retuerces, caes, lloras y entras en un silencio rotundo y absoluto en el que puedes empezar a escucharte de verdad y ser tú. Puedes ser tú porque ya no importa nada, porque ya no te avergüenzas, porque en este trance has perdido ese miedo y te has vaciado de todo lo que acumulabas, porque has soltando tanto que el vacío que hay en ti se ha llenado de vida… Se ha llenado de ti.

Lectura relacionada  Zona de confort emocional, ese espacio tan cómodo donde no pasa nada

Puedes ser tú porque lo has intentado todo y no te sirve nadie más y cualquier otra opción se ha demostrado fuera de lugar… Puedes ser tú porque no hay nadie más…

En ese momento, te das cuenta de que llevas tiempo en ese túnel, buscando una salida a tanta oscuridad, una luz que te guíe… Y descubres que la luz que buscas está en ti, muy dentro, pero necesitabas encontrarte muy apurado para encenderla porque mientras todo iba bien te dedicabas a ignorarla. Te ignorabas a ti.

El otro día alguien con quién comparto ideas y reflexiones en redes, Merche Pérez Miguel, me dijo algo hermoso… Cuando tocas fondo “sientes que ya no te queda nada y de repente de conviertes en absolutamente todo”. Un todo que no sabrías que está si no te quedaras a solas contigo, sin nada, en absoluto silencio…

No hace falta llegar a eso, la vida nos tiende la mano mil veces ante, aunque no lo vemos porque estamos ocupados intentando eludir lo que somos y sentir ese miedo que de forma inevitable llegará. Porque estamos pendientes de pelearnos para no aceptar lo que no nos gusta, sin saber que a veces lo que parece terrible es en realidad un regalo precioso.

A veces, la vida llama a tu puerta y no respondes porque tienes demasiado miedo de mirarla a la cara y ver con qué va a sorprenderte.

A veces, hay que tocar fondo para darte cuenta de que no eres tu dolor, tu miedo ni tus pensamientos más tristes, para descubrir que siempre habías estado arropado por la mejor compañía y nunca la habías tenido en cuenta… Para encontrarte a ti y existir sin más expectativa que vivir en paz…  Cuando eres lo único que te queda, no tienes más remedio que confiar en ti.

No te quepa duda, al final del túnel estás tú, sólo tú.

Fuente: https://mercerou.wordpress.com/2018/12/11/al-final-del-tunel/

Si quieres ver más posts de la misma categoría, haz click aqui:


Comentarios (2)

  1. Jorge Adame Burgos dice:

    Muy bonitas reflexiones.
    A veces no es el problema saber que eres tu el que te sacara de ese agujero cuando tocas fondo, si no del sentimiento de confianza de que puedes lograrlo, por que situaciones o personas te han destruido tu auto estima, aunque no lo aceptamos depende de uno mismo reponerse, pero siempre sientes que alguien tiene que rescatarte por el sentimiento de la niñez que nuestros padres no ayudaban a salir de cualquier problema.
    El mayor reto es encontrase a uno mismo, cuando mucho tiempo has estado solo y no te has dados cuenta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.