Por Ricard Agustín
Hoy en día nos enfrentamos a retos que hace no tanto tiempo eran completamente inimaginables, como la digitalización, el Big Data, el machine learning, el comercio electrónico o el uso de las redes sociales. Esto obliga a las empresas familiares a ir evolucionando continuamente para no quedarse atrás a corto y medio plazo y, a ser posible, para ir siempre un paso por delante de la competencia. Grandes empresas familiares como Mercadona, Nostrum o Ikea lo tienen claro: hay que cambiar las reglas de nuestro sector y/o mercado.El éxito, crecimiento y supervivencia de las compañías en un mercado como el actual, cada vez más global y que ha cambiado tanto en tan poco tiempo, depende, en gran medida, de la capacidad de innovación. Pero innovar no solo implica añadir tecnologías puntualmente en algunas áreas del negocio; sino que es un cambio transformador en todos los niveles de la empresa del que habrá que hacer partícipes a todos los que trabajan en la compañía, sean o no de la familia. ¿Están preparadas las empresas familiares para afrontar este reto y gestionar el cambio y transformación que requiere la innovación?
Apostar por la innovación significa empezar a pensar, a planear el futuro y a revisar, y modificar si es necesario, el modelo de negocio del fundador de la empresa familiar. El objetivo de esta reflexión estratégica es dedicar costes y recursos allí donde esté el cliente, y no donde siempre lo hemos hecho y por ello estamos cómodos (nuestra zona de confort) o en aquellos productos, servicios y/o sectores que conocemos bien pero que han perdido parte de su rentabilidad.Ahora bien, es cierto que el riesgo de acomodarse y de perder el impulso emprendedor que caracterizaba al fundador o fundadores de la empresa familiar es muy grande. Esto pasa especialmente si el negocio familiar tiene éxito y los resultados son positivos, porque la familia empresaria suele pensar que “si las cosas nos han ido bien hasta ahora, ¿por qué vamos a cambiar lo que a priori funciona?”.
Pero en este cambio de época que nos ha tocado vivir, en el que los cambios son rápidos y exponenciales, las empresas, y con más motivo las empresas familiares, deben gestionarse de otra forma. Hoy tener un buen producto, una buena marca y ‘éxito’, ya no es garantía de ‘éxito futuro’ si no tenemos la voluntad firme de innovar y de hacer las cosas de forma diferente.
A menudo, la familia empresaria supone un motor para la innovación, gracias al compromiso, la confianza, el pensamiento a largo plazo y la rapidez en la toma de decisiones. Sin embargo, no podemos negar que el hecho de ser una empresa familiar, en la que estamos mezclando negocios y emociones, conlleve algunos riesgos que, en ocasiones, pueden suponer una traba para innovar, como, por ejemplo:
La mayoría de las empresas familiares saben cuán importante es la innovación para sobrevivir en el mercado, pero, como hemos visto, todavía hay algunos negocios que se resisten o que tienen dificultades para realizar cambios estructurales en los procesos, en sus productos y servicios, o en las tecnologías que utilizan. Esto es algo que no solo disminuye la competitividad en comparación con la competencia, sino que también puede afectar a la continuidad de la empresa familiar.Por esta razón, una buena recomendación para repensar el negocio es aprovechar el relevo generacional y la entrada de la nueva generación en la dirección para implantar la cultura de la innovación. Aunque lo ideal sería perder ya desde las generaciones más tempranas el miedo a cambiar y a introducir novedades en la empresa familiar, cuando esto no haya sucedido, por falta de recursos o por falta de voluntad, la generación sucesora es la que tiene la oportunidad de hacerlo. Y, si la nueva generación no tuviera las competencias o conocimientos necesarios para ello, deberá contratar a los mejores profesionales del sector que se pueda permitir el negocio, sean o no de la familia, para hacerlo.
Fuente: https://www.interempresas.net/Ferreteria/Articulos/230473-Innovar-o-desaparecer.html