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“De un conflicto se sale poniendo palabras a las emociones”

Por Lluís Amiguet

¿Cómo explicar un conflicto entre adultos a un niño?

¿Se refiere a un conflicto como el catalán?

Por ejemplo.

Pues no es tan diferente de explicárselo a un adulto: hay que poner palabras a las emociones.

¿Y si no se las pones?

No llegas a controlarlas. Los niños aún no saben objetivar sus emociones, porque no han adquirido distancia crítica respecto a sí mismos. Cuando los niños se pelean…

Supongo que hay que separarlos.

Y enseguida hacerlos hablar. Hay que dedicar tiempo a que objetiven sus emociones.

¿Y eso vale para los adultos?

Claro. Que las admitan, las identifiquen, las expresen y las compartan: “Estoy enfadado, porque Pepito me ha quitado el lápiz”, y a partir de esa emoción, tirar de todas las demás.

¿Por qué negamos nuestras emociones?

Porque no sabemos discernirlas y tomar la suficiente distancia respecto a lo que sentimos como para distinguirlas de hechos y razones. Estamos embargados por ellas. Nos poseen.

¿No suele haber algo más?

Siempre hay algo más. Emociones profundas y sostenidas en el tiempo se mezclan con las del instante. Pepito le tiene celos porque usted es más popular y estalla por el lápiz…

¿Cómo enseña a Pepito que las emociones no se le acumulen desquiciándole?

Hablando. Hay que darle tiempo y guiarle para que aprenda a gestionarlas. De un conflicto se sale poniendo palabras a las emociones.

¿Por qué a unos les cuesta más que a otros gestionar sus emociones?

Los niños conflictivos suelen venir de entornos conflictivos, porque el cerebro es plástico y se estructura a partir de lo que observa. Los niños reproducen lo que ven. Si ven a sus mayores abusar de otros mayores, ellos abusarán también de otros niños.

Entonces es importante corregirlos.

Enseñarles a corregirse. Trabajar la madurez emocional en el cole es una inversión en el futuro de todos. El niño necesita relacionarse y si se habitúa al conflicto, se relacionará agrediendo a los otros. Hay niños que zurran a otros para comunicarse, porque no se les ha enseñado a comunicarse de otro modo.

Y cuando llegan a adultos son un peligro.

Lo interesante es que los niños también son capaces de solucionar una situación conflictiva y de reconocer necesidades de los otros y hacer reconocer a los demás las suyas con palabras. Si lo consiguen, en vez de roce, surge un vínculo.

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Del roce al cariño con madurez.

Pero los niños, y cualquier ser humano, cuando logran superar un conflicto con otros sin caer en el rencor, se sienten alegres. Puedes sentir su alegría en toda la clase. Y es maravilloso. Es de los mejores momentos de un pedagogo.

¿Cuándo lo experimentó la última vez?

Elías y Tomás se peleaban con Pablo, que estaba hecho una fiera. El motivo era que Pablo quería sentarse entre los otros dos niños…

¿Por qué?

Porque estaban haciendo un ejercicio de cálculo y si se ponía en el centro veía las dos tablas a la vez de forma ordenada.

¿Y por eso se pegaban?

A los tres años, el orden es esencial. Necesitan que todo tenga su sitio y que cada sitio tenga su sentido. Que no se respetara esa necesidad suya le ponía de los nervios. Pero lo importante era enseñarles a reconducir su conflicto.

¿Cómo?

Con palabras siempre. Hay que escuchar las necesidades del otro sin renunciar a las propias. Y requiere aprendizaje. No es instintivo.

¿Y si escuchas y no haces nada?

Lo que aprendemos con los niños es que escuchar lo que quieren los demás no sólo es bueno para los demás, sino también para uno mismo. De ese ejercicio todo el mundo sale engrandecido. Y hay que ejercitarse toda la vida en él.

¿Dejamos de aprender a los 30 años, porque el cerebro ya no es plástico?

Falso. Sí que hay una ventana de plasticidad en nuestros primeros cinco años en los que literalmente aprehendemos el mundo con nuestro cerebro, pero esa ventana nunca se cierra.

¿Pero no se va haciendo pequeñita?

El espacio al que da paso está ya más estructurado, pero eso no quita sitio a nada de lo que pueda seguir entrando si te esfuerzas. Lo prueban muchos tests cognitivos.

¿Quien no aprende de mayor, es más por falta de ilusión que de capacidad?

Quien deja de aprender deja de vivir.

Usted es bilingüe español-francés. ¿Eso ayuda o entorpece el aprendizaje?

Es una enorme ventaja. Sólo hay que hacer que cada persona hable al niño en una sola lengua: que no las mezclen.

¿A qué nivel hay que hablar a los niños?

No les hable en bebé. A los niños les fascinan las palabras bonitas y nuevas. Son un reto para ellos y admiran a quienes saben usarlas.

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¿El ordenador puede enseñar?

Hemos demostrado que los niños no retienen la lección en pantalla que les da un profesor a distancia. En cambio sí retienen la misma lección de forma presencial, sí. Está demostrado.

¿Pero cómo solucionó lo de Pablito?

Él quería estar entre dos niños y ninguno de los otros dos quería ceder su sitio así que le pu­simos otro niño al otro lado y así ya estaba en el centro. Y todos, ya, jugando y riendo.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/lacontra/20171216/433655271632/de-un-conflicto-se-sale-poniendo-palabras-a-las-emociones.html

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