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No pierdas el tiempo, tan solo hay una forma de que puedas ser feliz

Por Juan Núñez

Perder el tiempo’ es una expresión que me parece jodidamente desacertada, entre otras cosas no se puede perder lo que no se posee, pero como es una receta popular bastante conocida para ilustrar alguna de nuestras miserias pues aquí me tienes, utilizándola para complementar el hecho de que tan solo hay una forma de que puedas ser feliz, que es el peliagudo asunto que pretendo abordar en este artículo.

¿Dónde te duele?

El reconocido psicólogo Milton Erickson padeció de poliomielitis desde los 17 años, y fue su relación con esta enfermedad la que le condujo hacia explorar los caminos de la hipnosis para enfrentar su dolencia, creando un modelo terapéutico a día de hoy reconocido mundialmente.

Cuentan sin embargo que, en alguna etapa de su vida en que el dolor era tenaz y omnipresente, la única forma que encontraba para escapar de ese nivel de sufrimiento era provocarse voluntariamente en alguna zona de su cuerpo un dolor todavía más intenso. Sustituir un dolor insoportable por otro más potente, hasta ahí llegaba su nivel de desesperación.

Intenta empatizar y situarte por un momento en la terrible situación de Milton Erickson, cuando solo encontraba alivio en cambiar un tipo de dolor por otro, y luego trata de responder a la siguiente pregunta:

¿Qué es lo único que en ese momento podría hacerte feliz?

Arthur Schopenhauer tenía la respuesta…

La felicidad es solamente la ausencia de dolor.

Felizmente doloroso

Queda claro que la situación de Milton Erickson era extrema, pero he escogido este ejemplo como base para ilustrar el hecho de que, cuando el dolor está presente, no podemos ser felices, y solo podemos aspirar a serlo cuando este desaparece, siendo precisamente su presencia y ausencia lo que nos permite calibrar en cierto modo ese estado interno que llamamos felicidad.

Y no te estoy hablando solamente de un dolor físico, sino también de cualquier otro tipo de dolor que puedas experimentar dentro de la especialmente compleja y enrevesada existencia humana.

Estoy seguro de que puedes encontrar muchos ejemplos de dolor no físico en tus experiencias, pero por mi parte puedo hablarte de lo mucho que todavía me duele el hecho de sentirme incomprendido y abandonado, no solo por los demás sino también por mí mismo.

Un sufrimiento que ‘se cocinaba’ cuando, siendo todavía un niño, transitaba por las sombras de la confusión acerca de mis emociones, y sentado en el suelo en mitad de la noche y en medio de ninguna parte, lloraba rogando al cielo con auténtica desesperación: «por favor… que alguien me ayude y me diga qué me pasa».

Algo que guarda bastante parecido con lo que expresa mi amiga Anina cuando escribe:

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Hay una soledad inherente a no pertenecer a nada, a nadie, a ningún sitio que, tarde o temprano llega, anida y pregunta.

Solo hay una forma de que puedas ser feliz

La ausencia de cualquier tipo de dolor es lo que te abre todas las puertas a ese estado que llamamos ‘ser feliz’, pero todavía resta un pequeño detalle que debemos pulir para que esa felicidad se convierta en una presencia consistente.

Un detalle al que me refería en mi página de Facebook Zona de Cambio cuando escribí:

«Es cierto que puedes estar feliz cuando las cosas te salen bien; cuando algo te ilusiona; cuando persigues una meta o un propósito; cuando trabajas en algo que te apasiona; cuando viajas o haces cosas que te gustan; cuando tienes buenos amigos; cuando adoras a tu pareja; cuando tu familia te apoya; cuando estrenas ropa, o teléfono, o casa, o coche, o corte de pelo; cuando te sientes sano, y fuerte, y guapo, y seguro, y libre…

Y es cierto porque he pasado por todos esos momentos y experimentado ese tipo de felicidad. Una felicidad dependiente y efímera que desaparece con facilidad cuando las cosas se tuercen, o no son o salen como esperas.

Una felicidad infeliz.

¿Y por qué?

Porque la auténtica felicidad, esa que no desaparece ni depende de cómo son o te salen las cosas, podrá llegarte de una sola forma:

Cuando te sientas en paz contigo mismo.»

La paz interior

La ausencia de conflicto, la paz interior, es la verdadera clave para situarnos en ese ‘ser feliz’.

Porque no solo experimentamos un dolor físico cuando nos duele la espalda, la cabeza, los pies o los huesos, sino que también hablamos de que nos duele el corazón, el alma o las tripas, cuando nos situamos en el ámbito del dolor emocional.

Un dolor que solemos asociar a factores externos como lo son nuestras relaciones con los demás y con el mundo, pero que en realidad nace de nuestros conflictos internos y de nuestra incomprensión acerca de ellos. Un dolor que tiene su mejor caldo de cultivo en la ausencia de equilibrio y paz interior.

Y además resulta que toda esa confusión y desasosiego suele manifestarse a través de una inmensa variedad de expresiones físicas, como por ejemplo cuando hace años yo sufría el denominado bolo histérico, que no era más que la somatización de un estado interno de conflicto con forma de angustia, ansiedad o estrés.

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Ser Feliz

Quizá tu idea acerca de una vida feliz no pase por meditar durante unas 15 horas al día, como parece ser que hace el que ha sido declarado como el hombre más feliz del mundo, sin embargo lo que se oculta tras toda esa práctica meditativa es ese ‘estar en paz con uno mismo’, y de paso con todos los demás y con todo lo que sucede en el mundo.

Es de esa búsqueda interior de lo que te estoy hablando, y relacionado con ella está una de las mayores claves que da el feliz monje acerca de lo que nos hace más infelices, y que no es mas que el dañino hábito que solemos tener de compararnos con los demás.

La comparación es el asesino de la felicidad. Matthieu Ricard.

Tan solo tienes que entrar en casi que cualquier red social para comprobar lo sumergidos que están tantos y tantas en ese falso e insano mundo de mierda.

Aunque también tenemos a nuestro alcance buenas armas contra la infelicidad, como lo son la práctica del altruismo, la generosidad y la gratitud. Pero todas estas conductas no nos servirán de mucho, porque tan solo serán parches temporales, si no somos capaces de alcanzar una ausencia de conflicto interno que nos garantice el estar en paz con nosotros mismos.

Y para llegar ahí tan solo conozco una herramienta, un camino, un viaje…

El viaje al interior

El único viaje que te guiará hacia el lugar donde se hallan todas las respuestas.

El único lugar donde merece la pena perderse para encontrarse.

La única travesía que te conducirá hacia la ansiada meta de ‘ser feliz’.

De ser tú.

De estar en paz.

Y contigo.

Fuente: https://aprendizajeyvida.com/2017/10/17/ser-feliz/

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