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6 claves para sumar los hijos a la pyme familiar

Por Martín Quirós

Consejos prácticos para saber qué hacer y qué no hacer cuando un hijo o una hija empieza a trabajar en la empresa

Por más que los especialistas en empresas familiares sugieran que los hijos tendrían que desarrollar una experiencia de trabajo afuera antes de ingresar a la empresa, esto no es lo más común. En la mayoría de los casos, el ingreso es una respuesta ante alguna dificultad del hijo o bien es algo que se va dando naturalmente al ir quedándose cada vez más tiempo en el negocio.

Las situaciones más frecuentes por las que un hijo empieza a trabajar en la empresa son:

  • Abandona los estudios y se le exige trabajar (en la empresa).
  • Trabaja en la empresa mientras estudia, hasta que en algún momento se encuentra trabajando full time.
  • Empieza a trabajar luego de terminar la universidad.
  • Se queda sin trabajo y se le ofrece ingresar para aliviar el trance.
  • Trabaja fuera de la empresa y se le ofrece ingresar para continuar el negocio familiar.

Y este ingreso, muchas veces no planificado, nos toma de sorpresa y nos obliga a aprender de nuevo. Fuimos aprendiendo a ser padres, fuimos aprendiendo a ser empresarios y ahora nos toca aprender a ser padres empresarios en una empresa familiar. El desarrollo profesional del hijo en la empresa familiar requiere una transformación del fundador.

Por eso es importante tener en cuenta algunas claves para estos primeros pasos de un hijo o una hija en la empresa.

  1. No pensarlo como el futuro líder Los hijos son muy jóvenes, están en un período de búsqueda de identidad vocacional y profesional. En esta etapa no hay que pensar en el hijo como en un futuro sucesor. La empresa es el ámbito para que, mientras va abordando tareas y resolviéndolas, pueda ir descubriendo sus propias habilidades, intereses y actitudes. Es importante ir observando cómo resuelve, en qué aspectos aprende más rápido, qué habilidades naturales nos llaman la atención y en qué situaciones parece estar más a gusto. Y en función de sus habilidades y preferencias, ir brindándole los escenarios más adecuados para que pueda expandir su potencial.
  2. Proteger su propia autoestima Más allá de las posibilidades de continuidad en la empresa, lo más importante de esta primera etapa es que los hijos tengan una buena experiencia en la empresa respecto de su propio valor. Por eso tenemos que evitar hacer comentarios que los desmotiven. Reproches, quejas, intolerancia ante los errores o descalificaciones son desmotivadores y entorpecen la relación. Es fundamental darles feedback y reconocimiento por lo que consiguen, para que ellos mismos puedan percibir sus propios logros.
  3. Marcarle la cancha y cuidar al personal clave Es lógico que nuestro hijo, que más de una vez nos escuchó en la mesa familiar criticar a algún empleado, tenga sus propios reparos hacia esa persona. Sin embargo, si nos faltó recalcarle lo importante que ese empleado es para el negocio por el valor que genera, es hora de hacerlo para evitar enfrentamientos y roces que nos podrían hacer perder al empleado o su interés por su función, lo cual sería un derroche aún mayor que su renuncia. Hay que cuidar a nuestro hijo y al empleado, y la mejor manera es “marcándole la cancha” a nuestro hijo para que no rompa un engranaje de valor.
  4. Adecuar nuestras exigencias a sus posibilidades Nuestros hijos están comenzando su experiencia laboral y sus capacidades, conocimientos y habilidades sociales (lo que se llama corrientemente tener calle) aún están en desarrollo. Si no tomamos en cuenta esto, corremos dos riesgos: actuar como si ya tuviesen que saber todo lo que nos llevó una vida aprender; o, por el contrario, creer que siguen siendo niños. La adecuación de nuestras exigencias no es sencilla; no deben exceder sus posibilidades, pero tampoco estar por debajo de ellas.
  5. No pagarles más de lo que merecen Que nuestros hijos no sean “un empleado más” no significa que su retribución económica se guíe por pautas distintas de las del resto del personal. También para ellos rige el criterio general aplicado al pago de salarios y honorarios: su aporte a la generación de valor de la empresa.
  6. No hacer que su economía dependa de nosotros El hijo que trabaja en la empresa es una persona adulta o en tránsito a la adultez, que se gana la vida con su esfuerzo. Confundir su retribución con el dinero que le dábamos para sus gastos cuando era chico sería no aceptar su crecimiento como persona y es contraproducente para su desarrollo futuro.
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El desarrollo profesional del hijo en la empresa familiar requiere una transformación de uno mismo, del fundador. Nuestros hijos nos van modificando, haciéndonos ver otras realidades y oportunidades que ni imaginábamos y es fundamental empezar esta nueva historia con el pie derecho.

Fuente: https://www.buenosnegocios.com/6-claves-sumar-los-hijos-la-pyme-familiar-n4511

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