¿CUÁLES SON ESOS PROBLEMAS QUE ASUSTAN AL ELEFANTE?
El elefante representa el problema y si éste se mueve (porque ponemos encima de la mesa la situación), el elefante se asusta generando una situación que puede llevar a la ruptura familiar y, consecuentemente, puede representar graves problemas en las relaciones y roles de los familiares en la empresa.
¿QUÉ HACEMOS CON EL ELEFANTE?
“Asesinamos al elefante”
Como he escrito en párrafos anteriores, el elefante consume mucha energía e impide avanzar en la dirección adecuada porque impide que podamos comunicarnos, interrelacionarnos, consensuemos y cohesionemos objetivos en común que permitan mantener la capacidad de la empresa familiar para adaptarse tanto a los propios cambios de la familia como de la empresa al entorno social, económico y empresarial.
Si “asesinamos al elefante” ello puede provocar que su cadáver se quede permanentemente en el salón. Ganarán unos pocos, pero en el fondo perderán todos.
“Le invitamos a que se vaya del salón”
Seguramente, el elefante será mucho más feliz viviendo fuera del salón y, a la familia, le quedará “más espacio” para convivir. Por lo tanto, cómo gestionamos su salida. Cómo premisa previa, hay que aceptar entre todos que: “podemos estar de acuerdo en estar en desacuerdo”.
• El tiempo pasa y los integrantes de la familia empresaria evolucionan en todos los sentidos. Se van creando nuevas expectativas, situaciones y necesidades. Ello provocará que cada uno buscará sus propias soluciones en detrimento del resto. Revertir esta situación solo es posible si todos aceptan hablar libremente de su situación.
Después de la premisa previa, en primer lugar, preguntarse “por qué queremos seguir siendo socios”. Las expectativas que espera cada miembro propietario de la familia empresaria se centran en el retorno financiero “la cartera” y el retorno emocional “el corazón”. El primero de ellos se materializa en el dividendo o la percepción del riesgo para mantener la futura capacidad de adaptación de la empresa a los retos del mercado. El segundo en la satisfacción o status personal y social.
En segundo lugar, definir “el papel que quiere jugar cada uno”. Los roles en la familia empresaria pueden ser varios. Partiendo del un rol común (son todos miembros de la misma familia y ello no se puede eliminar), el rol a jugar como propietario (en el gobierno) y/o en la empresa (dirigir, gestión o trabajar). Cada uno tiene que tener la libertad de elegir su rol y, el resto de los miembros de la familia aceptar, si está capacitado para ello, el rol propuesto.
En tercer lugar, definir “cómo vamos a tomar las decisiones a partir de ahora”. Para poder seguir siendo socios de la empresa familiar debemos asegurarnos de que ésta pueda adaptarse a los cambios que vienen provocados por los cambios del ambiente. Para permitir dicha adaptación, la familia debe facilitar que se adapte mediante la profesionalización de la toma de decisiones. Construir órganos de gobierno diferenciados entre la familia y la empresa permite manejar mejor las diferencias.
El salón de casa no es la sede de la empresa.
La empresa tiene sus propios órganos de gestión que deben responder a qué espera el accionista y qué necesita la empresa. Dichos órganos son, respectivamente, el consejo de familia y el consejo de administración.
Para finalizar con este post, una reflexión: hemos hablado del cómo ayudar a que el elefante salga, pero pregúntate que hay que hacer para que no aparezca el elefante en el salón de casa.