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La anhelada armonía de las empresas familiares

Por Mario Rizo Rivas

Una empresa familiar es aquella que pertenece, es gestionada y controlada por una familia. Este tipo de empresas además de que predominan en el mundo, aspiran a ser más competitivas y a salir de sus países de origen.

La empresa familiar es el tipo de organización más numerosa en México, sin embargo, uno de los grandes retos que les toca enfrentar es construir las bases para subsistir a través de las generaciones.

Las empresas familiares conforman principalmente las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes) en nuestro país, de ahí la importancia de que logren trascender en el tiempo y a las siguientes generaciones.

Por todo ello, la continuidad de la empresa familiar es un tema crítico debido al peso específico que juega en la economía y sociedad de cualquier país y, especialmente, ante el elevado riesgo de desaparición que tienen las empresas familiares frente a los múltiples problemas que deben afrontar a lo largo de su evolución.

En primer lugar, ser empresa y como tal adecuarse a su definición para evolucionar y crecer y asegurar su continuidad a largo plazo.

En este aspecto se hacen indispensables la eficiencia en su gestión, la promoción de la innovación de sus productos, la competitividad en sus procesos, la motivación, el compromiso, el liderazgo y preparación de los componentes de esta.

En segundo lugar, ser empresa familiar, y como tal responder a los retos específicos de una empresa que es propiedad de una familia, y en especial, saber gestionar adecuadamente la incorporación de miembros de la familia a la empresa.

Y en tercer lugar ser familia propietaria de una empresa, o lo que es lo mismo, familia empresaria y como tal gestionar adecuadamente aspectos como el gobierno familiar y el papel de la familia respecto a la empresa, a la distribución de la riqueza creada por la empresa familiar, la formación y educación de la siguiente generación, las relaciones familiares, la conservación del legado familiar o el mantenimiento de la unidad y el compromiso familiar con la empresa.

En el entorno actual, este tipo de empresa tiene que luchar por la subsistencia y la superación en un mercado en el que la eficiencia en los procesos, aunada a los precios y la calidad de los productos, “pesan” más que un apellido. Independientemente de esta lucha, las empresas familiares tienen que afrontar y resolver su propia problemática: la familia.

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La empresa familiar es el resultado de la realización del sueño del fundador o fundadores, y va creciendo y desarrollándose conforme se dan las oportunidades y condiciones del mercado. Han subsistido aquellas empresas que han sabido fortalecer los pilares originales sobre los cuales se crearon: visión, misión, valores, liderazgo, cohesión, comunicación, filosofía de vida y empresa y orgullo familiar.

Recordemos que la perseverancia del fundador le ha permitido crear una empresa, abrir mercado y tener el reconocimiento y aceptación de los clientes, por lo que su estilo de liderazgo, experiencias y conocimientos deben continuar a través de las generaciones. Ese liderazgo es el que deben compartir sus sucesores y directivos para asegurar la coexistencia y superar las rivalidades.

Sin duda alguna, uno de los puntos más delicados en las relaciones familiares es la sucesión. Existe una resistencia natural del fundador a dejar su puesto. Esta situación es un serio punto de conflicto que no siempre es debidamente resuelto. En este caso la sucesión es la verdadera prueba de fuego para las empresas familiares, así que deben hacerle frente con plena conciencia.

La sucesión debe ser un proceso planeado, ordenado, definido e implementado de común acuerdo entre el fundador y la familia, mientras el primero esté con vida. Este proceso puede ser difícil, desordenado y complicado cuando el fundador fallece sin que se haya tomado una decisión definida.

Otro instrumento con el que debe contar una empresa familiar es el protocolo familiar, el cual define las “reglas del juego” y compromiso de esta. Regula la organización y gestión, así como las relaciones económicas y profesionales entre la familia, la propiedad y la empresa, con la finalidad de dar continuidad al negocio de manera eficaz, con éxito, a través de las siguientes generaciones familiares o incluso con la llegada de nuevos accionistas.

El protocolo familiar permite adelantarse a los posibles puntos de conflicto entre los miembros de la familia en su participación en la gestión y dirección de la empresa. Por medio de éste, podemos definir situaciones como: el trabajo de los familiares, las remuneraciones y prestaciones, la participación o no de cónyuges o parientes políticos, la forma de gobierno, la venta de acciones, la participación de socios y consejeros en el consejo de administración, la salida a bolsa, la mediación de los conflictos, las reglas para la incorporación de nuevas generaciones y por supuesto la sucesión.

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El diseño y aprobación de un buen protocolo familiar evitará diferencias, conflictos, abusos, desacuerdos y malas interpretaciones de aquellos que pudieran no querer respetar a los demás miembros de la familia.

Cuando el fundador crea su empresa, desea que tenga éxito y, por lo tanto, continuidad. Los fundadores exitosos generalmente necesitan tener perseverancia, una cualidad alimentada por una virtud fundamental: la esperanza.

La visión de un fundador debe ser guiada por la noble ambición de mirar más allá de su propia vida y tiempo, por lo que debe comenzar a construir las bases para que esta visión se concrete.

La principal responsabilidad del fundador o de los hijos en la segunda generación o los primos en la tercera, es que la empresa familiar continúe. Esto se puede lograr a través de un buen liderazgo y comunicación entre los miembros activos en la empresa, trabajo en equipo, consenso para la toma de decisiones, así como el determinar conjuntamente el rumbo de la empresa.

El protocolo familiar define las “reglas del juego” y compromiso de esta. También evitará diferencias, malas interpretaciones o abusos entre familiares.

En definitiva, el reto consiste en desmentir la afirmación de John L. Ward -tan acertada por desgracia, en demasiadas ocasiones- que sostiene que “mantener viva a una Empresa Familiar tal vez sea el más arduo de los trabajos de gestión sobre la Tierra”.

Fuente: https://www.forbes.com.mx/la-anhelada-armonia-de-las-empresas-familiares/

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