¿Y qué pasará si lo consigo?
– Pues que todo cambiará, pero cambiará a mejor.
– Sí, pero cambiará. Y eso me da miedo.
Juan estaba sentado, solo, en un banco del jardín exterior del salón de celebraciones.
Los invitados se marchaban.
Había sido una fiesta magnífica, una noche inolvidable…
Él seguía mirándola…
A pesar de que estaba casi amaneciendo, Sara no parecía cansada. Y seguía sonriendo…
-¡Ay! Esa sonrisa… -Pensaba Juan, sin dejar de mirarla.
-¿Cuándo reuniré el coraje…? -Se preguntaba, cabreado consigo mismo.
-¿Pero de qué tienes miedo? – Se decía, abroncándose a sí mismo.
-¿De qué tienes miedo?…
Y esa era exactamente la pregunta que tenía que responderse…
¿De qué tienes miedo? De que Sara te diga que no, o de que te diga que sí?
Esta pregunta puede parecer ridícula, pero quizá el miedo que paraliza a Juan no es porque las cosas le puedan salir mal, sino que las cosas le salgan bien… y que no esté preparado.
¿Preparado para qué?
Para el cambio.
Imagina esta situación:
A Juan le gusta Sara.
Son amigos y compañeros de trabajo desde hace algunos meses. Se llevan muy bien. Hay complicidad y les gusta pasar tiempo el uno con el otro.
Aunque Juan, que es un joven tímido y prudente, nota que la atracción puede ser recíproca, no se decide a dar un paso más.
Claro, no tiene la certeza de que ese sentimiento sea mutuo.
¿Qué pasaría si está equivocado?
Pero en el fondo, lo que Juan piensa es:
«¿Y si me declaro y me dice que sí?»
«Ufff, demasiada presión. Mejor no hago nada…»
Hay muchas personas que quieren conseguir resultados en algún aspecto de su vida personal, pero en cuanto tienen la oportunidad de alcanzarlo, se cagan encima autosabotean.
Después se lamentan diciendo que tienen muy mala suerte, o ponen mil excusas, como que la culpa es de su vecino, porque les miró mal y por eso tienen un mal día, o porque están muy preocupados por la extinción de la tortuga laúd y por eso no tenían ánimo de intentarlo, o que desde que Donald Trump está en el poder no dan pie con bola.
En realidad nada de eso es verdad.
Si tú eres una de esas personas que tienen miedo a tener éxito, en el fondo sabes mejor que nadie que no has tomado acción por otro motivo.
No has cambiado de trabajo por miedo.
No te has declarado aún por miedo.
Lo curioso en este caso concreto es que no tienes miedo a fracasar o a ser rechazado, que es muy común y todo el mundo lo sufre de vez en cuando, sino el miedo al éxito.
Porque tener éxito tiene un precio.
Siempre viene acompañado de unas “tasas extra” que no te gustan tanto como el premio que consigues, y para las que muchas veces no estás preparado.
En otras palabras, es posible que no estés preparado para que las cosas te vayan bien.
Es posible que tengas “miedo al sí”.
Seguramente lo que te estoy contando, este “miedo al sí”, es un concepto que a mucha gente le costará trabajo entender.
Pensarán: ¿pero cómo va alguien a rechazar algo que está deseando conseguir?
¡No tiene sentido!
Y tienen razón. No tiene sentido. Pero a mucha gente le sucede esto.
Un tipo de gente con una personalidad particular. La personalidad perpetua.
Para entender cómo razona la mente de alguien con personalidad perpetua, hay que definir sus características.
Para empezar, son personas con baja autoestima y con mucho rechazo al cambio. Algunas de las particularidades de su personalidad son:
¿Crees que eres una de estas personas?
¿Te ves reflejado?
Si es así, no estás preparado para que las cosas cambien.
Seguramente eres una persona de rutinas, que suele hacer siempre lo mismo, a la misma hora.
Incluso puede que tengas “rituales” cuando haces una tarea determinada. Vas todos los días a la misma hora al mismo sitio y cualquier cambio inesperado te desagrada. No sueles improvisar.
En definitiva, no sueles salir de tu zona de confort.
Fuente: https://estoydeacuerdo.net/miedo-al-si/