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La mejor manera de ayudar: aconsejar menos y escuchar más

Por Juan Núñez

Seguro que no te resulta muy difícil imaginar por un momento que tienes un gran problema que te está machacando y que, por muchas vueltas que le das, no consigues encontrarle una solución.

Pongamos que se trata de algo tan común como que tu relación de pareja no funciona, y como ya no sabes qué hacer le pides ayuda a un amigo/a en el que tienes absoluta confianza, contándole lo jodida que ves la situación y lo mal que te sientes.

Crees que tu leal compañero/a de fatigas tiene una sobrada capacidad para aconsejarte y para encontrar soluciones a las situaciones más chungas, así que abres bien los ojos y las orejas a todas y cada una de sus sugerencias…

– Yo creo que lo que necesitas es…

– También he pasado por eso y yo en tu lugar…

– La base del problema pienso que está en…

¿Te resultan familiares este tipo de frases?

A mí mucho.

Demasiado.

Y es que resulta que después de la conversación con tu consejero te encuentras todavía peor y más perdido, porque en lugar de alivio y soluciones lo que has obtenido es mayor confusión y agobio.

¿Qué carajo está pasando?

La mejor manera de ayudar

La mayoría de las veces la gente que da consejos tiene buena intención y piensa que es la mejor manera de ayudar pero, por desgracia para ellos y para los aconsejados, una cosa es la intención y otra sus resultados.

En muchas ocasiones lo que estamos haciendo al aconsejar es empeorar la situación de quién ya está de por sí jodido, y esto pasa porque solemos proyectar lo que puede habernos funcionado a nosotros, o lo que creemos que podría funcionar, en otra persona que tiene su propio mundo interior y sencillamente funciona de una manera diferente.

Quizá recuerdes que hace poco te hablé del eneagrama y los eneatipos como una muy buena herramienta de autoconocimiento. Una que nos ayuda a conocer los diferentes tipos de personalidad que existen, y a comprender mejor el muy diverso funcionamiento de las personas.

Pues eso, que toca aplicarse el cuento.

Nos proyectamos en los demás

Proyección es el nombre que recibe en psicología la poco recomendable costumbre que tenemos de aconsejar a diestro y siniestro, y que consiste en que vamos por la vida creyendo alegremente que nuestras ideas, creencias y filosofía de vida es lo que ha de funcionar para todo el mundo.

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Como ya decía Freud : Proyectar es perseguir deseos propios en otros.

No pretendas vivir de fantasías e ilusiones.

Mejor que te dediques a comer y a respirar.

Eso sí que funciona para todos… por ahora.

Somos diferentes y únicos

Cada persona construye su realidad y su mapa del mundo en función de sus percepciones, su personalidad y sus vivencias. Y cualquier consejo que podamos dar tiene su origen en las nuestras, que por supuesto son diferentes y únicas.

Es lo que tiene la complejidad del ser humano.

Y por mucho que pensemos que la mejor manera de ayudar es dando consejos a otros sobre sus problemas y su vida, lo que en realidad hacemos es mandarles un mensaje que indirectamente proclama:

«Estás mal porque tu realidad está equivocada, y mi versión es mejor que la tuya».

¿Cómo te hace sentir eso?

Cuando recibimos consejos, consciente o inconscientemente captamos este tipo de mensaje, lo que hace que interiormente nos sintamos incomprendidos porque percibimos que el otro no nos entiende ni comparte nuestra visión de las cosas.

Ni tú eres yo ni yo soy tú

Por mucho que creamos saber lo que es mejor para el otro nos equivocaremos, y los consejos muchas veces duelen y empeoran la situación.

Deja ya de pretender ser otro, todos los demás están ocupados.

¿Recuerdas cuando has leído un best seller de la autoayuda, devorado un increíble artículo mejora-vidas, o asistido a una magnífica conferencia cumple-sueños y eso, en vez de inspirarte y motivarte, lo que te ha generado es una frustración que te ca…breas?

Yo sí.

Muchas más veces de las que me gustaría.

Y esto nos pasa porque los seres humanos no tenemos las mismas percepciones de la realidad, ni la misma construcción del mundo, ni las mismas capacidades, ni las mismas circunstancias, lo cual hace que funcionemos de manera diferente.

No existen las fórmulas universales, no las busques.

Solo existe tu fórmula, que es única y específica, y descubrirla es una responsabilidad que te corresponde exclusivamente a ti.

Nadie cambia o ayuda a nadie, solo uno puede cambiarse y ayudarse a sí mismo.

Aconsejar menos y escuchar más

Si realmente quieres encontrar la mejor manera de ayudar a alguien deja de dar consejos y dedícate primero a escuchar.

1- IDENTIFÍCATE, COMPRENDE Y ACEPTA

Empieza por identificarte y conectar con la otra persona aceptándola tal y como es, aceptando su realidad, sus pensamientos y sus emociones, y después trata de comprenderla sin pretender cambiar su modelo del mundo.

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Porque no es lo mismo comprender que aceptar, y es en esa diferencia por donde se manejan los consejos, cuando decimos entender al otro al mismo tiempo que pretendemos cambiar su forma de ver las cosas.

Cuando escuches a alguien lo que tienes que procurar es que su percepción sea:

Puedo entender por lo que estás pasando, te acepto, te comprendo y te apoyo.

Y que sea auténtico claro.

Eso creará un vínculo profundo entre ambos porque no hay nada que conecte y alivie más que verse reflejado en otro.

Esa es la mejor manera de ayudar a otra persona que vas a encontrar.

2- EL MEJOR CONSEJO

Los consejos y posibles soluciones a cualquier problema llegarán desde este tipo de conexión, pero no deben de ser nunca el primer paso.

Muchas veces la angustia que provoca un problema trae de su mano la confusión, y cuando se consigue un alivio este suele venir acompañado de claridad, por lo que muchas situaciones encontrarán su solución desde el acompañamiento y el consuelo.

Y si no es el caso yo siempre digo -aunque reconozco que no siempre hago- que lo mejor es contar nuestras experiencias similares sin pretender dar lecciones, sin pretender cambiar a nadie, y que sea quién escucha el encargado de recoger lo que le pueda resultar útil.

Dejemos a los demás el rol de expertos en su vida y en saber lo que necesitan para ser felices, y dediquémonos a hablarles de nuestro camino, acompañándoles e inspirándoles de esta forma en la búsqueda del suyo propio.

El mejor consejo no es otro que aconsejar menos y escuchar más.

¿Y acaso no estás aconsejando listillo?

Así es.

Punto para ti.

Pero es que las contradicciones abundan…

Y no por eso dejan de resultar útiles.

Así que tuyas son las conclusiones.

Fuente: https://aprendizajeyvida.com/2017/03/19/mejor-manera-de-ayudar/

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