Por Montse Mateos
Los ‘Baby Boomers’, los ‘X’, los ‘Millennials’ y los más jóvenes, los ‘Z’, configuran el panorama empresarial, una diversidad a la que aún no se ha logrado sacar partido. Todos ellos comparten espacio, obligaciones y responsabilidades laborales, pero trabajan de manera diferente. El gran desafío es aprovechar su potencial en un nuevo entorno en plena transformación digital.
Dicen de los X que están menos preocupados por los cargos y más porque su trabajo tenga sentido. Muchos identifican a este colectivo, que abrió los ojos entre los últimos sesenta y 1980, como la generación puente, porque viven entre dos de las grandes, los Baby Boomers y los Millennials. Han sido estos últimos los más mediáticos en los últimos años: su desparpajo, su desapego a las normas y las habilidades digitales les han convertido en objeto de deseo para las organizaciones, un atractivo que está mutando en desencanto. Tampoco olvidemos a los más jóvenes de la familia empresarial de hoy: los Z. Nacidos a mediados de los 90, ya empiezan a hacerse un sitio en el mercado laboral. Es la primera generación del siglo XXI, son autónomos por naturaleza y la tecnología forma parte de su vida desde su infancia. Todos ellos conviven en las organizaciones de hoy y de su gestión y encaje depende su futuro profesional y el de las compañías.
El Observatorio Generación & Talento, junto con la Universidad Pontificia de Comillas -su socio académico-, ha celebrado en el último año una docena de encuentros entre trabajadores de las distintas generaciones para analizar qué aportan y cómo están transformando estas cuatro generaciones la manera de hacer las cosas. A esta muestra cualitativa ha sumado los resultados de una encuesta, realizada a 3.697 trabajadores. Con todo ello ha elaborado el Diagnóstico de la diversidad generacional, un informe que adelanta EXPANSIÓN en exclusiva y que constituye un profundo análisis del talento intergeneracional en las empresas. Según Ángeles Alcázar y Elena Cascante, impulsoras y socias directoras de Generacciona, artífice de dicho observatorio, la realidad generacional se hace estratégica para las organizaciones y todavía son muchos los desafíos por resolver: “Necesitamos que los Baby Boomers se jubilen lo más tarde posible y que sigan aportando valor. Sin embargo, los desvinculamos o no contamos con ellos. Mientras nuestros jóvenes maduros, Generación X, atrapados entre las cargas propias de su edad y falta de proyección por el tapón de los Baby Boomers, se sienten estresados y desmotivados porque todo cae sobre ellos». De los Millennials (Generación Y) destacan su formación y su incorporación precaria al mercado laboral, “hacen trabajos que no se corresponden con su preparación”. Y finalmente los Z, “testigos de un mundo heredado, en el que ven cómo el esfuerzo y el trabajo de sus padres y hermanos no son los baluartes del éxito. Lo mismo ya no se creen nada”.
(1956/1964)
Bill Gates, Angela Merkel o Barack Obama son algunos de los que integran esta generación que en España se caracteriza por sus proyectos vitales a largo plazo y la familia que determina sus intereses. Esta generación, nacida entre 1956 y finales de los sesenta, se reconoce como la de los románticos que se vinculan a las cosas y las personas y que depositan sus afectos en esas tradiciones que han ido construyendo. Este apego que da estabilidad y seguridad tiene también una cara B que ya se deja sentir en muchas organizaciones: su miedo a soltar lo que se conoce para aferrarse a algo que cambia continuamente. Su fidelidad laboral no tiene discusión. Valoran lo que han conseguido y se sienten muy orgullosos de sus trayectorias. Son conscientes de los privilegios que han conseguido, lo que influye también en su miedo al cambio, por eso muchos entran en pánico cuando pierden su trabajo: se sienten indefensos porque no disponen de las herramientas necesarias para enfrentarse a un mundo nuevo que desconocen.
No sienten esa amenaza ante el relevo generacional. Casi no hacen mención a la Generación X, los ven muy cercanos, los respetan y entienden su lenguaje, se sienten cómodos y a salvo. Califican a los Millennials de retadores e inconformistas, que no respetan la autoridad y que no están dispuestos a hacer los sacrificios que ellos han realizado.
Suelen ocupar los puestos intermedios en la organización. Tienen la presión desde arriba de los sénior -que tienen cuerda para rato en los puestos de alta dirección- y, desde abajo, la de los empleados más jóvenes que vienen pisando fuerte. Es la generación de la consolidación de la mujer en el mercado laboral y sienten la presión de las demandas de una buena carrera profesional y de sus vidas privadas. Responsables y adaptables, se describen como la generación atrapada entre la conciliación de la vida familiar y el trabajo.
Cuando se les preguntó por aquello que les hacía sentir más orgullo sobre su desempeño profesional, hablaron poco o nada de los logros personales y del éxito y mucho de ayudar a clientes, ser honesto con los otros y crear buenos equipos de trabajo. En contacto con los más jóvenes, se ven en la obligación de tener una mente muy abierta ante las nuevas ideas, y creen que deben ser flexibles y no estar cerrados a sus propias ideas. Su opinión de los Baby Boomers es contradictoria: ven cómo muchos de ellos están apartados y marginados por las organizaciones, pero son conscientes de que su frustración ante unas carreras profesionales que no se han cumplido es consecuencia del tapón que generan. Perciben a los Millennials como retadores e inconformistas y critican su falta de respeto a la autoridad. Consideran mejor a los Z porque piensan que son más luchadores porque, como ellos, han crecido en plena crisis.
Los más jóvenes son muy similares. Los Millennials son los que más conciencia tienen de su valor diferencial, se creen distintos, pero quizá porque desde fuera se insiste en esa diferencia. Protagonistas del cambio tienen, sin embargo, miedo a perder el control: están tan habituados a la inmediatez que temen su desadaptación a la vida cotidiana y confundir lo virtual con lo real. Demandan más autonomía y confianza, y quieren crecer muy rápido. Ese no es su único temor: saben que los Z están mejor preparados que ellos, tienen un espíritu más libre y más emprendedor. Por eso manifiestan una sensación de vértigo por los que vienen, porque piensan que ellos son los verdaderos nativos digitales.
Fuente: https://www.expansion.com/emprendedores-empleo/empleo/2016/09/58231dae468aebc1048b46a9.html