Ser la oveja negra de la familia no es fácil. Rompemos el equilibrio del grupo y somos el» chivo expiatorio» sobre el que se proyectan todas las culpas. Ahora bien, si te sientes identificado/a con esta situación, hazte la siguiente pregunta: ¿Te gustaría ser de verdad parte de ese rebaño donde todas las ovejas son blancas?
Las personas formamos parte de grupos sociales: familias, amigos, entornos laborales… Así, de algún modo, casi siempre existe una norma implícita: dicha pertenencia supone tener que emitir los mismos juicios, tener los mismos valores…etc. De hecho, la coincidencia se suele tomar como un indicador de cohesión.
La oveja negra no es mala, ni torpe ni engreída. Solo es diferente, alguien que ha aprendido a esquivar las piedras, a pensar de otro modo, y que siempre ha sabido qué dirección tomar, no como el rebaño de ovejas blancas.
En psicología suele conocerse a estas personas como «pacientes identificados». De no gestionar de forma adecuada estas situaciones, seremos nosotros quienes mostremos la sintomatología de esa familia disfuncional o de ese escenario tóxico.
No lo permitas. Si te señalan como la oveja negra, aprende a enorgullecerte por ser capaz de pensar diferente. Es todo un privilegio…
Henri Tajfel fue un psicólogo social famoso por acuñar el término «el efecto oveja negra». Una idea con la que sin lugar a dudas, podemos identificarnos, ya sea a nivel familiar o en cualquier otro contexto social:
El efecto oveja negra nos dice que se ejercen más críticas y presión psicológica sobre los miembros del propio grupo que en aquellos que nos rodean. La pertenencia a un contexto social, en algunos casos, va de la mano de la dominancia y el control.
En el momento en que decimos «no» o «eso a mi no me define» nos miran con preocupación y miedo porque hemos cruzado la frontera de lo que es aceptable, lo que es sano y virtuoso.
Cuando uno asume que es la oveja negra de la familia tiene dos opciones: hundirse o reaccionar. Lo creamos o no son muchas las personas que debido a una identidad muy frágil, aceptan el abuso emocional, las críticas y los desprecios.
La persona etiquetada como mala o diferente al resto de miembros de una familia asume en piel propia la metáfora de una atmósfera dañina y disfuncional. No obstante, el resto de familiares se hallan en una situación cómoda porque se sienten exentos de toda responsabilidad: hay un status quo donde todos tienen su papel.
Para evitar estas situaciones extremas en que nuestra autoestima se ve tan vulnerada, vale la pena reflexionar en estas dimensiones:
En el momento en que muestras otra forma de pensar, de vestir y de vivir los demás empezarán a etiquetarse como «la oveja negra», porque son conscientes de que están perdiendo el control sobre nosotros.
En muchos casos ser la oveja negra puede ser un privilegio. Ahora bien, para llegar a este descubrimiento hemos de ir liberándonos de muchas capas: