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Por qué necesitamos más emprendedores ‘senior’

por CLARISA SEKULITS

Las personas mayores cuentan con más experiencia y contactos a la hora de montar una empresa. Además, la iniciativa empresarial de este colectivo puede ser clave teniendo en cuenta el envejecimiento de la sociedad española.

Con 75 años, Fernando Irujo tenía la vida resuelta. Estaba jubilado tras toda una vida trabajando como mecánico de coches y podía dedicarse a la vida contemplativa. Pero Irujo es un espíritu inquieto y tiene vocación de inventor. Así que para ayudar a su cuñada, que se desplaza en triciclo a raíz de una minusvalía, inventó un nuevo modelo de biela extensible, que permite aumentar entre un 25% y un 30% la fuerza del pedaleo. El invento, que ya han probado ciclistas como Pruden Indurain y David Latasa, ha demostrado ser un éxito. La idea de Irujo ha ganado varios concursos para start up y hoy su empresa, Bike Innovation, se encuentra en fase de desarrollo del prototipo para su fabricación industrial.

El caso de Irujo no es el más habitual entre los emprendedores senior, que en muchos casos se ven obligados a emprender por necesidad. Pero ilustra cómo el esfuerzo y la ilusión por lanzar un proyecto nuevo no se pierden con el paso del tiempo. En realidad es al contrario. Según el estudio Un país con ganas elaborado por Aquarius y Metroscopia, el 66% de los españoles asegura que la ilusión por hacer cosas nuevas aumenta con la edad.

No obstante, está claro que la iniciativa emprendedora continúa concentrándose en los más jóvenes. De hecho, el 33% de los emprendedores tiene entre 35 y 44 años; el 23,5% se sitúa entre los 45 y los 54 años; y el segmento de mayores de 55 apenas acapara el 9,5%, según el último informe GEM España 2017-2018.

El emprendimiento senior podría tener un rol cada vez más importante en una sociedad como la española, con la esperanza de vida al alza, cada vez más envejecida (en 2050 seremos el segundo país más envejecido del mundo) y con un sistema de pensiones en la cuerda floja.

En este contexto, la iniciativa empresarial de los mayores de 50 años puede ser imprescindible para la economía. Sobre todo si se tienen en cuenta las dificultades que experimentan a la hora de reengancharse al mundo laboral. “Sólo el 1% de los parados mayores de 50 años encuentra trabajo, por lo que el resto no tiene ninguna alternativa de volver al mercado laboral a no ser que lo haga mediante el emprendimiento”, afirma Carlos Molina, CEO de 50Pro, una compañía especializada en organizar cursos de formación para seniors, ayudándoles a lanzar su propio proyecto empresarial. La empresa cuenta con el apoyo de diversos organismos como Generación Savia (Endesa), la Fundación Antonio de Nebrija, Mercer, UDIMA, CEAT, la Fundación Empresa y Sociedad, la Fundación Rafael del Pino y también el Programa Imparables de Aquarius, con el que la marca de refrescos premia todos los años los mejores proyectos de emprendimiento social para senior.

Vocación social

Los emprendedores más veteranos trabajan además con una gran vocación de servicio público. Según el informe de Metroscopia y Aquarius, el 78% de los españoles entre 18 y 54 años pondría en marcha un proyecto con el objetivo de obtener un beneficio o recompensa y el 75% lo haría con el afán de lograr el reconocimiento social. Sin embargo, estos factores descienden al 57% y el 69%, respectivamente, en el caso de los mayores de 55 años, para los que, en cambio, es más importante contribuir a la sociedad.

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Por otro lado, los senior son más conscientes que nadie de la importancia de unir fuerzas para sacar un proyecto adelante. Así, el 25% de los españoles entre 18 y 54 años estaría dispuesto a lanzar un negocio en solitario, mientras que el porcentaje desciende al 14% en el caso de los mayores de 55. Los socios preferidos son la pareja y los hijos, lo que demuestra que nunca es tarde para lanzar una empresa familiar.

Ser mayor de 55 años tiene además sus ventajas. A partir de esa edad, los españoles afirman verse menos atenazados por el miedo, la pereza, la falta de tiempo, apoyo y reconocimientos que otros grupos de edad. Sólo se sitúan en línea con los más jóvenes en su preocupación por no sentirse capacitados y, lógicamente, les frena más la salud.

Para Jaime Ruiz, conferenciante especializado en autoempleo y motivación, las ventajas de una persona senior a la hora de emprender son tres: la experiencia, los contactos y la necesidad. “El senior ya sabe de qué va el juego de la vida profesional y eso, sumado a sus conocimientos y competencias, marca la diferencia. Los contactos son fundamentales ya que necesitas aliados para comenzar y ellos pueden ser tus primeros clientes, socios o provedores”, dice.

No obstante, lo que realmente juega un papel clave en su opinión es la necesidad: “Cuando el senior da el paso, lo normal es que luche de manera incansable porque se juega muchas cosas”. Los datos del informe GEM parecen darle la razón. El tesón de las personas mayores de 55 años a la hora de mantener un negocio a flote es mayor que el de otros colectivos, ya que la tasa de abandono (el porcentaje de emprendedores que cierra el negocio) se sitúa en el 22,9%, frente al 33,3% de las personas entre los 45 y los 54 años y el 28,6% de los emprendedores entre 25 y 34 años.

En cuanto a las desventajas, los mayores tienen que afrontar el reto de seguir formándose e incluso reciclarse si es necesario. “Un hándicap es intentar recuperar tu mejor pasado cuando ese sector no tiene ya nada que ver con el que comenzaste. Tener apego a lo que sabes hacer, aunque ahí ya no haya futuro”, señala Ruiz.

Molina, por su parte, apunta también la falta de ayudas o subvenciones, que habitualmente se suelen centrar en emprendedores más jóvenes. “Pero en definitiva, las empresas rentables no funcionan porque haya más o menos subvención, sino porque tengan clientes”, aclara.

El inventor de la bici que más corre

Fernando Irujo ha trabajado toda su vida como mecánico, pero su verdadera vocación es la de inventor. Así que una vez jubilado se puso manos a la obra. “Tengo una cuñada con una minusvalía que se mueve en triciclo. Le resultaba muy difícil subir las cuestas, así que me puse a pensar en cómo ayudarla”, comenta Irujo. De este modo, inventó (y posteriormente patentó) un nuevo modelo de biela extensible que aumenta entre un 25% y un 30% la fuerza del pedaleo. Este modelo de biela es aplicable en cualquier vehículo a pedales, desde bicicletas a triciclos.

Irujo, que tiene 76 años, montó una empresa, Bike Innovation, y presentó su idea a varios certámenes, como el concurso Movilidad 2016 en Navarra y las Becas Imparables de Aquarius. Ganó los dos y con los fondos obtenidos, a los que se suma un préstamo Enisa, trabaja para desarrollar un prototipo industrial. “Requiere mucha inversión, pero las empresas del sector parecen interesadas. Cuando ven la idea al principio se quedan extrañados. Luego ven los resultados que da y me dicen que me voy a forrar. Pero de momento lo que estoy haciendo es gastar dinero a montones para desarrollar el producto”, comenta.

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Por de pronto, acaba de conseguir el sello de excelencia del programa ‘H2020’ de la Comisión Europea. Pero en todo caso, el propósito de Irujo no es hacerse rico. “Yo no hago esto con fines egoistas. A mi edad no me hace falta el dinero. Para mí es un sueño el mero hecho de haber llegado hasta aquí”, explica. “En muchos sitios me miran pensando ‘a dónde va este viejo’. Pero cuando cojo la bicicleta les paso a todos por delante”, asegura Irujo.

Impulsar el trueque entre pymes

Carlos Rodríguez contaba con casi treinta años de experiencia en el sector financiero y asegurador cuando cesó su relación laboral. Tenía 51 años y en un principio se dedicó a buscar otro empleo por cuenta ajena. “Unos meses más tarde vi que no me iban a contratar, así que había que pensar un plan B”, comenta.

Ese plan B fue lanzar su propio negocio. Para ello, se apuntó al curso para emprendedores senior de 50Pro, donde se familiarizó con los entresijos de montar un negocio.

Paralelamente conoció a otro emprendedor, Raúl Matas, que tenía experiencia en el mundo tecnológico (fue cofundador de MyAlert.com y FDI Internet & Mobile). Matas buscaba a alguien del perfil de Rodríguez para poner en marcha un proyecto: una plataforma de pago a través del trueque entre pymes.

Ambos unieron fuerzas y crearon Truekeling. Se trata de un medio de pago en el que las pymes ofertan bienes y servicios y, a cambio, obtienen los de otras pymes. “Admitimos que parte de la transacción sea en efectivo y parte en trueque, pero nunca en ‘cash’ al 100%”, comenta.

Visibilizando la España rural

Ignacio Razquin trabajó en ‘Diario de Navarra’ y posteriormente dirigió el ‘Heraldo de Soria’. Pero en 2014 el periódico comenzó a acusar la crisis (de hecho, acabó cerrando tres años más tarde) y Razquin, con 58 años, se quedó sin trabajo. Inició así una nueva etapa como emprendedor dentro del ámbito de la comunicación.

Primero lanzó un magazine, Think SO, del que llegó a publicar cuatro números. Y posteriormente montó una pequeña agencia de comunicación, Inaka (en japonés, vuelta al pueblo), que se centra en dar visibilidad a las localidades más pequeñas de la España rural. “Nos decían que hacían cosas, pero que no sabían cómo comunicarlas, así que decidí lanzar una agencia para empoderarlos”, dice.

El propio Razquin vive en Valdeavellano de Tera, un pueblo de 190 habitantes. “Nuestar iglesia tiene un Berruguete, y los visitantes no acuden a verlo porque no lo saben”, dice. El proyecto se centra por el momento en algunos pueblos de Soria, como Vinuesa y San Esteban de Gormaz, pero quiere dar el salto a otras provincias. “Nos gustaría ser el germen de algo más grande, una especie de franquicia para otras zonas de España donde también requieran de este servicio”, explica.

El embajador del jamón serrano

A la hora de reciclarse, una opción es decantarse por una afición y convertirla en un modo de vida. Esto fue lo que hizo Pepe Alba. Durante años trabajó como comercial para la industria de la madera. Pero con el paso del tiempo se dio cuenta de que este mercado no tenía futuro. Decidió darse de alta como autónomo e iniciar nuevas trayectorias profesionales. Barajó distintas vocaciones ligadas a sus ‘hobbies’, como la fotografía o la pesca, y finalmente se decantó por el jamón. “Averigüé que el mayor experto en cortar jamón era Nico Jiménez. Contacté con él para que me formase y me dijo que era muy caro, pero le dije que no me importaba”, comenta Alba. Este emprendedor, que hoy cuenta con 53 años, se hizo un experto en el tema y a partir de ahí ha lanzado diversos negocios, como el Centro Escuela de Corte de Jamón, una empresa de turismo ligada al jamón serrano y una asociación para divulgar la cultura del ibérico en los colegios. “Queremos promover la vuelta al bocadillo de toda la vida, que es mucho más sano que la bollería industrial”, afirma.

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El testimonio de los abuelos

Elsa Varona trabajaba en labores administrativas en una multinacional de congelados. Cuando llegó el momento de la jubilación, se concentró en sus aficiones: escribir, cantar y tocar el piano. Entonces se enteró de que iba a ser abuela y poco a poco un proyecto fue tomando forma en su cabeza. “Mi amiga Gabriela (Waisberg) y yo pensamos que sería un proyecto muy bonito dar talleres a las personas mayores centrados en su experiencia como abuelos”, explica. Presentaron la idea a las becas Imparables de Aquarius y ganaron la primera edición del programa. Los talleres, titulados Amor de abuelo, amor de abuela, constan de cuatro sesiones y se imparten por parte de Varona y Waisberg (que es psicóloga) en centros de mayores de la Comunidad de Madrid. En ellos, los asistentes pueden compartir su experiencia con sus nietos y aprender a desenvolverse con los más pequeños. También se les da pie a compartir sus proyectos personales. “En su afán de ser abuelos, a veces se olvidan de sí mismos”, comenta Varona. Además, en el taller se facilita que escriban una carta a sus nietos como legado. “Lo importante es que ellos se expresen”, dice.

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