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¿De qué depende más la creatividad: de la emoción o el contexto?

Por Mar Abad

Nos gustaría imaginar que David Byrne puso cara de loco y que, mientras emitió un alarido que rajó el cielo, empezaron a brotar los acordes que acabaron cristalizados en ese temazo más allá del tiempo. Pero no fue así. Dice que no es así. Esa imagen idealizada del “cantante de rock and roll poseído por pasiones y demonios” se aleja en casi 180 grados del proceso de creación habitual.

El músico escocés piensa que, en la creación artística, la pasión es el telón de fondo. Más importante es el contexto y, aun sin saberlo, “inconsciente e instintivamente, creamos para encajar en formatos preexistentes”.

El vocalista de Talking Heads empieza con esta afirmación su libro, su guía, su enciclopedia quizá, sobre Cómo funciona la música. “Mi percepción de la creación maduró con extrema lentitud. Esta percepción es que el contexto determina en gran parte lo que se escribe, pinta, esculpe, canta o ejecuta. Esto no suena demasiada percepción, pero en realidad es lo opuesto a la creencia común que mantiene que la creación emerge de una emoción interior de pasiones o sentimientos que afloran; que el ansia creativa no transigirá con compromisos y tiene simplemente que buscar una salida para ser escuchada, leída o vista”.

Byrne cree que una obra no emerge de un individuo y después conquista el aforo. El músico piensa que es, más bien, en la otra dirección. “Trabajamos al revés. Conscientemente o no, creamos obra que encaja en el auditorio del que disponemos”, escribe. “Esto es cierto para las otras artes también. Se crean imágenes que encajan y lucen en las paredes blancas de una galería, de la misma manera que se escribe música que suena bien en un club de dance o en un auditorio de clásica. De algún modo, el espacio, la plataforma y el software son los que ‘hacen’ el arte, la música o lo que sea”.

El escocés considera que la creatividad es flexible para poder amoldarse a su alrededor. Le ocurre al arte y le ocurre a la naturaleza. Por eso el canto de las aves ha ido variando conforme cambiaba su hábitat. “Los pájaros que viven en el suelo orgánico de los bosques desarrollaron reclamos más graves que no reportan o se distorsionan por el terreno tal como podría ocurrir con sonidos más agudos”, escribe. “Las aves acuáticas emiten reclamos que, como era de esperar, atraviesan los sonidos ambientales del agua. Y los pájaros que viven en las llanuras y las praderas, como el gorrión sabanero común, emiten reclamos silbantes capaces de cruzar grandes distancias”.

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Byrne insiste. El lugar es determinante. “Parece que la creatividad, sea el canto de los pájaros, la pintura o la composición de canciones, es tan estable como cualquier otra cosa. Lo genial –el surgimiento de una obra realmente extraordinaria y memorable– parece emerger cuando algo encaja a la perfección en su contexto”.

La colaboración
Una de las voces planetarias más influyentes de la música, la revista digital Pitchfork, dijo una vez que a Byrne le bastaba una bolsa de Doritos para colaborar con alguien. Era una crítica feroz a su deseo de experimentación. Pero al escocés no le importó. Piensa que, muy al contrario, es “bastante quisquilloso a la hora de elegir”, pero, a la vez, está dispuesto a trabajar “con personas que no esperaríais”.

Colaborar es una parte vital de la esencia de la música, y una ayuda a la creatividad

Me arriesgo a que sea un desastre porque la gratificación creativa de una colaboración exitosa es enorme”, escribe en Cómo funciona la música. “Descubrí muy pronto que colaborar es una parte vital de la esencia de la música, y una ayuda a la creatividad”.

Dice Byrne que “los músicos añaden inevitablemente cosas que el compositor no había pensado, y de ello nace a menudo algo muy distinto del resultado al que un músico en solitario habría llegado (…). Muchos compositores escriben en equipo: Lennon y McCartney, Jagger y Richards, Bacharach y David, Leiber y Stoller, Jobin y Da Moraes… (…). Pero a menudo la división del trabajo no está clara. Las ideas van de un lado a otro”.

“Trabajar en equipo tiene ventajas obvias. Tus ideas más flojas pueden ser corregidas. Mi concepto original para ‘Psycho Killer’ era darle un sentido paradójico y tocarlo como balada, pero cuando los otros miembros se unieron a la banda, el tema adquirió una dirección más enérgica que tuvo éxito entre nuestro público. Hay muchas posibilidades de que tu inspiración venga de ideas exteriores a ti”.

La relatividad
Del arte se presenta a menudo como algo para todo el mundo. Pero Byrne es crítico con esa afirmación. El músico cuenta que, en realidad, tras esa idea tan extendida, hay gestos poco democráticos. La exposición de las obras –asegura– es muy elitista.

“De las obras de ‘calidad’ se dice que son atemporales y universales. La gente como [el crítico de arte del siglo XX] Clive Bell piensa que serían valiosas en casi cualquier contexto. David Hume, filósofo escocés de la Ilustración, insistió en que ‘existe un estándar invariable y que ha demostrado ser universalmente satisfactorio en cualquier país o tiempo’. Esto implica que una gran obra debería, si es realmente buena, no ser de su tiempo o lugar. No deberíamos saber cómo, por qué o cuándo fue concebida, recibida, comercializada o vendida. Flota libre de este prosaico mundo, sublime y etérea”, escribe Byrne.

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Y, a continuación, sentencia: “Esto es un absoluto disparate. Pocas de las obras que ahora juzgamos ‘atemporales’ fueron originalmente consideradas así. John Carey señala que Shakespeare no fue universalmente apreciado. Ni Voltaire ni Tolstói lo tenían en gran estima, y Darwin lo encontraba ‘intolerablemente insípido’. Durante muchas décadas su obra fue escarnecida por llana y popular. Lo mismo se podría decir de un gran pintor como Vermeer, que solo recientemente fue rehabilitado. Como sociedad cambiamos constantemente lo que valoramos”.

Esa creencia del poder místico y moral del arte se puede desmontar en pocos minutos. El músico cuenta que el artista Alex Melamid lo mostró muy bien en un pase de diapositivas en el que enseñaba fotos de sí mismo sosteniendo reproducciones de prestigiosas obras maestras, de artistas como Van Gogh o Cézanne, ante un grupo de individuos de un pueblo en Tailandia.

“Él proponía irónicamente que el contacto con estas obras ‘espirituales’ elevaría a aquellos ‘bárbaros’ y que las obras de arte podían incluso tener propiedades curativas. Era desternillante, en parte porque Melamid mantenía la seriedad todo el rato, pero el mensaje está claro: fuera de contexto las grandes obras maestras en nuestra cultura no son iconos innovadores tal como se los considera en Occidente”.

Fuente: https://ferranadria.fundaciontelefonica.com/expo/blog/2014/09/01/de-que-depende-mas-la-creatividad-de-la-emocion-o-el-contexto/

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