¿Cómo tomar buenas decisiones? Siendo emprendedores en un contexto cada vez más incierto, la habilidad para tomar mejores decisiones es fundamental.
Y como toda habilidad, se puede cultivar. Veamos cómo.
Daniel Kahneman es premio Nobel de Economía y, además, autor de uno de los libros más interesantes sobre toma de decisiones y funcionamiento de nuestro cerebro: Pensar rápido, pensar despacio.
En él, nos introduce en los dos sistemas que conviven en nuestro cerebro y pelean constantemente por ver quién está a cargo de nuestras decisiones. Ese conflicto nos puede inclinar a cometer errores y tomar elecciones nada óptimas.
Por eso, nos vamos a basar en sus trabajos, pero también vamos a incluir otros métodos interesantes y efectivos, como los que usa Jeff Bezos en Amazon.
Según Kahneman, estos 2 sistemas son:
Se trata, básicamente, de lo que solemos denominar como intuición. Es el sistema inconsciente y automático que sentimos «en las tripas». Nos pone alerta cuando notamos que algo no va bien, aunque no podemos decir conscientemente qué, o nos hace cruzar de acera si detectamos algo que no nos cuadra en la nuestra.
Ese sistema automático también hace que sea difícil de controlar y nos haga tomar malas decisiones en ciertas situaciones: por ejemplo, seguir comiendo patatas fritas hasta acabar la bolsa, cuando en realidad estábamos llenos desde hacía rato.
El sistema 1, sin embargo, es muy importante. Es el que nos ha mantenido vivos, es el que hace que nos apartemos del coche que viene sin que nuestro cerebro consciente tenga que procesar la información y sopesar qué pasa.
En otras ocasiones, es la intuición que nos hace tomar las mejores decisiones a pesar de que no tenemos todos los datos o estos dicen lo contrario que nuestro instinto.
Por eso, veremos cuándo usarlo.
El segundo sistema, usando los términos de Kahneman, es el que nos permite ejercer autocontrol y concentrar nuestra atención deliberadamente.
Es un sistema más «moderno» y adaptado a la vida de hoy, donde las decisiones no tienen que basarse en correr si es un depredador o perseguir si es una presa.
Nos permite planificar el futuro y tomar decisiones más complejas que la de apartarnos si cae una maceta.
Kahneman nos enseña que estos 2 sistemas no trabajan en armonía, tomando el control cada uno según sea la situación. Siempre están peleando y a veces «gana» el que no debe.
Por eso, hacemos compras impulsivas cuando el sistema 1 toma el control y debería haber sido el 2, o nos quedamos paralizados analizando alternativas en el sistema 2 para situaciones poco importantes, en las que nuestro instinto tomaría la mejor decisión.
Como esta web trata sobre todo de negocios, muchas de las decisiones en este campo deben estar dominadas por el sistema 2 y pararnos a pensar un poco.
¿Por qué? Porque estamos influenciados por sesgos cognitivos a la hora de tomar decisiones, que nos hacen tomar las erróneas.
Los economistas creían que las personas tomaban decisiones económicas racionales basándose en una maximización del beneficio, tras sopesar pros y contras.
Nada más lejos de la realidad, el sistema 1 tiene mucho poder también sobre los negocios y lo económico. Un ejemplo es el sesgo de aversión a la pérdida, muy presente en todas las decisiones. Este sesgo viene a decir que estamos más inclinados a movernos para no perder que a movernos para ganar.
Para evitar ese y otros sesgos implantados en el inconsciente, podemos tomar mejores decisiones siguiendo estas técnicas o consejos.
Muchos inversores de bolsa pierden mucho dinero porque no pueden evitar esto. Y la bolsa lo sabe, por eso es un casino desde que se creó.
¿Quiénes ganan? Los que sacan a las emociones de la toma de decisiones e implantan sistemas. Estos permiten tomar las decisiones racionales de manera automática.
Así, cuando nuestras acciones llegan a un tope elevado, se venden. Cuando llegan a un mínimo, se compran. Cuando llegan a otro nivel, se venden para evitar perder demasiado, etc.
Con esos sistemas automatizados, a largo plazo se gana. Además, se resisten las tentaciones a corto plazo de aferrarse demasiado a un barco que se hunde o vender demasiado tarde, esperando que suban más.
Debemos aprender de los mejores jugadores de bolsa y de aquellos que toman las decisiones respecto a los números fríos.
La famosa frase de: «Los negocios son los negocios» debe guiarnos en todo momento y dejar de lado lo personal y emocional.
La clave para una respuesta adecuada suele estar, paradójicamente, en hacernos mejores preguntas.
Muchas veces nos dejamos llevar por lo que vemos y nos quedamos atrapados por esa percepción: «¿Quieres helado de fresa o de naranja?» nos preguntan.
Para tomar la decisión correcta en ese caso, lo principal es tener bien claro si no hay más opciones, más sabores de helados, si solo podemos elegir helados o hay otra clase de postres…
Hemos de ver siempre si hay más de lo que parece. O dicho de otra manera, hemos de aprender a realizar mejores preguntas. En este caso, por ejemplo: «¿Hay algo más postre?».
Lo principal a aprender con esta técnica es que, en muchas situaciones, tenemos más opciones de las que parece y hemos de buscarlas.
Curiosamente, una de las técnicas favoritas de Kahneman no es suya, sino del psicólogo Gary Klein, quien reconoce que, para desarrollar la técnica, se basó a su vez en los trabajos de Kahneman.
La técnica del premortem se basa en imaginar que la idea o decisión que estás considerando ha fracasado estrepitosamente y debemos encontrar el motivo.
El ejemplo típico es el del doctor que va a operar, decide hacerlo de cierta manera e imagina que su paciente ha muerto. Partiendo de esa situación, va hacia atrás pensando cada posible paso que pudo hacer que muriera. Conociendo qué puede salir mal, puede evitarlo mejor.
Eso es un premortem, porque el paciente está todavía vivo, pero el médico está considerando con cuidado cada posible cosa que puede salir mal.
Con esta técnica vencemos el sesgo de optimismo que siempre hay en muchas decisiones, especialmente de negocios. Es por eso que, en el seno de las empresas, la técnica del premortem para tomar mejores decisiones se emplea en equipos si es posible.
Uno realiza el análisis partiendo de la situación imaginaria en la que se ha fracasado estrepitosamente y hay que ver cada motivo por el que se llegó hasta ahí.
Otro equipo hace lo mismo, pero considerando que se ha tenido un éxito arrollador y viendo qué posibles motivos les han llevado a esa cima.
Luego se comparan.
El problema de muchas organizaciones es que los empleados temen hablar de motivos de fracaso, aunque los tengan en mente. Así que se callan para «ahorrarse problemas con los de arriba», pero la empresa acaba con un problema mucho mayor por culpa del ego de esos de arriba.
Esto se evita porque lo que se encomienda al empleado, precisamente, es sacar eso a la luz en la tarea del premortem.
Algunos estudios han comprobado que, con esta técnica, se pueden mejorar hasta un 30% las probabilidades de predecir correctamente lo que ocurrirá y tomar mejores decisiones.
Automatizar pequeñas decisiones y convertirlas en rutinas ayuda a no vernos consumidos por ellas, a que nos entretengan y roben la energía necesaria para tomar buenas decisiones importantes.
Usar un análisis profundo para decisiones sin importancia es agotador y una pérdida de tiempo. Por eso, lo mejor es crear un sistema y automatizar, un poco como en el ejemplo de los buenos inversores de bolsa.
Ejemplos de esta técnica de toma de decisiones poco importantes:
Esta técnica es muy importante a la hora de tomar buenas decisiones. Dormir ayuda a aclarar los pensamientos al día siguiente, a afrontar la decisión estando más frescos.
Además de eso, permite que las emociones, siempre volátiles y poderosas, hayan seguido su ciclo natural y no lo dominen todo.
Cuando es necesario usar el sistema lento y más objetivo de decisión que hemos visto, nos conviene consultar con la almohada si no tenemos del todo clara la decisión.
Una de las técnicas más interesantes para tomar mejores decisiones, en un contexto como el actual, viene de Amazon.
En Amazon se prima la velocidad por encima de otras cosas. Su fundador, Jeff Bezos, es consciente de la importancia de esa velocidad y la favorece, por eso, suelen usar esta regla:
Muchas decisiones deberían ser tomadas cuando se tiene alrededor del 70% de la información que te gustaría tener.
Si esperas más, digamos que hasta el 90% o así, seguramente estás siendo demasiado lento en muchos casos.
En otros, habrá algo de precipitación. Eso no será grave si somos buenos corrigiendo el rumbo.
Teniendo en cuenta que muchos de los que lean esto serán emprendedores, esa cualidad de enderezar el volante sobre la marcha debe ser una habilidad fundamental. No sólo para tomar decisiones, sino en general.
Hoy día, arreglar lo roto o enderezar el rumbo suele salir más barato que ser demasiado lento.
Por lo que hemos visto de los sistemas 1 y 2, parece que desechamos la intuición completamente cuando se trata de negocios. Nada más lejos de la realidad.
La intuición es poderosa y puede ser muy útil, especialmente para cierta clase de decisiones, donde los datos son inciertos o aplicar un sistema 2 nos lleva a conclusiones poco claras o a un bloqueo.
Antes de nada, pongamos sobre la mesa qué es la intuición: pensar que sabes algo sin conocer realmente por qué lo sabes.
Estás seguro, pero no sabrías decir exactamente por qué. Sin embargo, no se debe a un sexto sentido ni a algo mágico. Esto se produce cuando gran parte de ese proceso ha sido inconsciente, pero sientes que estás seguro.
De acuerdo a Kahneman y otros expertos, como Herbert Simon, en general podremos hacerlo cuando se trate de una materia en la que seamos expertos.
Por eso, para mejorar nuestra intuición en algo, lo ideal es convertirnos en expertos en ese algo.
Cuanto más conocimiento tengamos y más situaciones distintas hayamos visto, más poderosa es la intuición, porque más poderoso e instantáneo se vuelve nuestro sistema de reconocimiento de patrones y soluciones.
Concretando un poco más, nuestra intuición será probablemente correcta en estas situaciones:
Si el contexto en el que nos encontramos tiene estas 3 características, es probable que actuemos por intuición y tomemos buenas decisiones en una mayoría de casos.
Como vemos, tomar mejor decisiones la mayor parte del tiempo parece un superpoder, pero es una habilidad. Como habilidad, se puede cultivar y, siguiendo las técnicas que hemos visto aquí, nos convertiremos en esa clase de sabios que aciertan más de lo que fallan a la hora de elegir un camino.
Fuente https://recursosparapymes.com/como-tomar-mejores-decisiones-7-tecnicas-que-funcionan